«En EH [Euskal Herria] es a principios de los 80 cuando el speed comienza a utilizarse de forma importante. Junto a la revolución musical que supuso el denominado Rock Radical Vasco (no se podría entender esa época sin esta sustancia), se populariza la gaupasa. Actualmente sigue siendo la estrella de la noche, ocupando el segundo lugar de sustancias ilícitas, detrás del hachís. [...] Si el speed es de calidad aceptable, es del orden de 3 o 4 veces más potente que la cocaína, así que con una raya de tamaño estándar deberíamos tener suficiente para toda la noche.»
«Las drogas tuvieron un papel fundamental en aquellos años: “Veníamos de fumar porros, todos sentados y aburridísimos. De repente aparece el speed, otro tipo de drogas, que cambiaron la forma de vivir las cosas. Es algo curioso pero desde el 77 al 82 la bebida de los jóvenes deja de ser el vino y empieza a ser la cerveza. Ya no ha vuelto a haber un cambio de ese tipo. Son años de un cambio total y brutal”.»
Marino Goñi: El Rock Radical Vasco era la cara de la contracultura
En 1988, Natxo Etxebarrieta (sobrino del dirigente etarra que perpetró el primer asesinato de la banda terrorista) se encontraba en Ámsterdam (Holanda). A causa de la muerte de su hermano, tomó un vuelo de regreso y fue detenido en Barajas, donde le encontraron speed, motivo por el cual fue condenado a cuatro años, dos meses y un día de cárcel, acusado de un delito de narcotráfico.
«Dicen que la tal etiqueta empezó a utilizarse a raíz de un festival celebrado en Tudela en el otoño de 1984. Actuaban Eskorbuto, Basura, RIP, Barricada, Zarama, La Polla Records y Hertzainak. Después fue la coalición política Herri Batasuna la que dio un nuevo impulso al movimiento, organizando pequeños conciertos, hasta llegar a un festival monstruo realizado en abril de 1985. Actuaron, Hertzainak, La Polla Records, Kortatu, Jotakie, Ruper Ordorika, Altos Hornos de Vizcaya y Pilindrajos. Herri Batasuna dio cancha a estos grupos a través de su campaña Martxa eta borroka (Alegría y combate). "Hicimos festivales y seguiremos haciéndolos", dice Mikelón, animador cultural de Herri Batasuna, "porque se trata de una cuestión cultural que hay que apoyar. Es un movimiento popular muy amplio, en el que coinciden el antinuclear, la reivindicación del euskera y muchas cosas más".
»Todo hace sospechar que, sin Herri Batasuna, el rock radikal vasco no existiría. Sólo el diario Egin, de ideología próxima a la coalición política, ofrece puntualmente, todos los viernes, críticas musicales y calendarios de actuaciones del rock vasco. Los grupos, los protagonistas, por su parte, se desmarcan también con frecuencia de etiquetas políticas. El más radical a este respecto quizá sea el grupo de Santurce Eskorbuto. "El rock radikal está de moda", dice Iosu. "Muchos grupos se han apuntado a esto, y escucharles da vergüenza ajena. Todos están con Herri Batasuna. A nosotros nos va mal por ser como somos". "Actuamos más fuera que dentro", añade Juanma.»
“Bolo” García [letrista]: “Poco a poco se empezó a oír hablar de pastillas de anfetamina como la Dexedrina, los Bustaids, los Maxibamatos… medicamentos que a nivel médico eran utilizados para adelgazar, por ser supresores del apetito, y en círculos universitarios para estudiar, ya que aumentaban la capacidad de concentración y te ayudaban a aguantar sin dormir durante muchas horas. El desmadre llegó cuando la gente se dio cuenta de que si las tomabas en ciertas cantidades te ponían como una moto y claro, muchos empezaron a utilizarlas para salir de fiesta. Se hicieron famosas en los 70 y abundaron hasta mediados de los 80”.
Jony Kontrol [músico]: “A finales de los 70 ya había muchísima droga en la calle, heroína incluida […] En esta época, y también a principios de los 80 (más o menos hasta que apareció el speed en polvo), la peña se ponía hasta arriba de Dexedrinas. La famosa Dexedrina Spansuls 15 mg estaba en todas partes y era la reina, junto con los Maxibamatos —Maxibamato, baby, Maxibamato— (risas) y otras mierdas de pirulas farmacéuticas que llevaban algo de anfeta, además de los canutos, tripis y tal. Recuerdo ver a un tío chutarse veinticuatro Dexedrinas en una sentada. Así como te lo cuento”.
Beatriz Jaureguibeitia [música]: “A finales de los 70 y principios de los 80 yo recuerdo que porros había un montón […] también se veía algún tripi y tal pero lo que realmente abundaba, sobre todo a principios de los 80, eran las pastillas de anfetamina. Minilip, Bustaid y Dizel, que eran pastillas para las señoras que estaban a régimen y no querían comer. Si te comías las suficientes te ponían como una moto y te hacían mear sin parar porque también eran diuréticas, así que nos pasábamos la noche yendo al baño (risas). La verdad es que se tomaban a puñados. Luego estaban las famosas Dexedrinas y los Maxibamatos, que eran pastillas más caras aunque claro, con unas pocas ya notabas un subidón bastante grande. Todas estas pastillas se compraban en la farmacia y aunque para la mayoría te pedían receta la verdad es que circulaban por ahí como caramelos. Para 1984 aproximadamente ya habían prohibido casi todas, quizá por eso acabó todo inundado del famoso speed en polvo”.
Belén Mijangos [fotógrafa y editora]: “Con los 80 llegaron a lo bruto el speed y la heroína. Bandas hoy en día legendarias como Eskorbuto, Cicatriz o RIP fueron pasto de las mismas. Se puede decir de aquella época que casi todo el mundo le daba a algo y era parte inherente y diferencial de esa cultura paralela o al margen, y actitud anti-social que tanto abundaba en el rock y el punk. Desgraciadamente todo aquello acabó pasando factura de un modo brutal”.
HERAS GRÖH, Álvaro: Lluvia, Hierro y Rock&Roll. Historia del rock en el Gran Bilbao (1958-2008), 2ª ed., Avilés, Vudumedia, 2009, pp. 401-403