Oraison
18 de febrero, 2024

 Oración de apertura: 

Oración utilizada por San Eugenio de Mazenod antes de la Meditación

Oh María, Virgen Inmaculada, fiel adoradora del Padre, Madre admirable del Hijo de Dios, Esposa del Espíritu Santo, suscita en mi alma los sentimientos que tú experimentabas al meditar en tu corazón los misterios que se te revelaron y hazme vivir plenamente el misterio de tu Hijo, mi Salvador, en unión con todos los fieles que honran a la Santísima Trinidad en la oración. Amén.

Texto Oblato

Así que levanten la cabeza; que se eleve su espíritu abatido: dejen de arrastrarse por esta tierra: Levántense hacia el cielo, donde debería estar su relación más normal: Por una vez, dejen que sus ojos traspasen los harapos que llevan. Hay en ustedes un alma inmortal, creada a imagen de Dios, que está destinada a poseer un día; un alma redimida al precio de la sangre de Jesucristo, más preciosa ante Dios que todas las riquezas del mundo, que todos los reinos de la tierra, un alma por la que Él se preocupa más que por los gobiernos del mundo entero, (Notas para las instrucciones de Cuaresma, marzo de 1813).

Del Evangelio Según S. Marcos:

“En aquel tiempo, el Espíritu impulsó a Jesús a retirarse al desierto, donde permaneció cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivió allí entre animales salvajes, y los ángeles le servían. Después de que arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios y decía: "Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Arrepiéntanse y crean en el Evangelio", (1, 12-15).

Reflexión:

La Cuaresma es nuestra peregrinación de cuarenta días con Cristo por el desierto de la penitencia y la purificación. Jesús nos invita al desierto con él, para oírle hablar a nuestros corazones sobre la restauración de nuestra dignidad como hijos de su Padre. La misión de San Eugenio en la vida fue ser peregrino de la dignidad humana. IEn 1813, predicó el famoso sermón en la iglesia de la Madeleine, donde animó a sus oyentes a mirar más allá de la tentación del mal que les despojaba de su relación con Dios. Jesús tentado en el desierto nos muestra cómo también nosotros podemos superar la tentación de olvidar cómo nos ve el Señor: con amor, dignos de recibir el don de la salvación. San Eugenio reconoció ante Cristo crucificado que su alma inmortal poseía la imagen de Dios. Comprendió el amor que Cristo, el Salvador, le tenía y se comprometió a compartir el amor de Cristo con todos los hombres, especialmente con los más abandonados que caían en la trampa del mal al no ver su alma redimida por el amor de Cristo. San Eugenio nos invita a convertirnos en peregrinos del amor en los desiertos del mundo donde tantos languidecen, sedientos de la redención que sólo Cristo puede darles. Al comenzar nuestra peregrinación cuaresmal, miremos también más allá de los harapos que nos ha puesto el pecado para ver lo preciosos que somos a los ojos de Dios. Pero, lo que es más importante, que emprendamos también esta peregrinación por el desierto, para acompañar a los que se sienten incapaces de atravesar los harapos que cubren falsamente su dignidad. Viajamos con San Eugenio como peregrinos del amor de Cristo.Este es verdaderamente el tiempo de la plenitud, en el que nos arrepentimos de cómo el pecado ha estropeado nuestras almas inmortales y nos llama a arrepentirnos y a reconocer el alma que el Señor considera lo suficientemente preciosa como para derramar su sangre por ella. Elevémonos al cielo mediante nuestras obras de penitencia, mediante el ayuno y la oración.


Preguntas para reflexionar:

1. ¿De qué maneras puedes convertirte en peregrino del amor de Cristo en esta Cuaresma?

2. Cuándo has sentido con más fuerza que el amor de Cristo te retaba a redescubrir tu dignidad de hijo de Dios?

3. ¿Cómo has ayudado a otros a mirar más allá de sus "harapos" para redescubrir cómo les ve el Señor?

Oraciones Finales

Oración de la Familia Mazenodiana:

Padre Santo, venimos a ti porque Jesús nos ha pedido que oremos para que envíes obreros a tus mies. Envíanos hombres y mujeres generosos, apasionados por Jesús, dispuestos a hacer de toda su vida una oblación total a ti, y hacerse cercanos a los más pobres y abandonados, y a anunciar el Evangelio. 

Envíanos, Señor, personas dispuestas a compartir el carisma de nuestro Fundador, San Eugenio de Mazenod, conscientes de la llamada de Dios a formar parte de la Familia Mazenodiana y a servir a los pobres y a los más abandonados. 

Bajo la inspiración y la protección de María Inmaculada, ayúdanos a encontrarnos con nuestros hermanos y hermanas y a ofrecerles a Jesús, fuente de nuestra esperanza, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Salve Regina:

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, 

vida, dulzura y esperanza nuestra. 

Dios te salve. 

A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva, 

a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. 

Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, 

vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, 

y después de este destierro, muéstranos a Jesús,

fruto bendito de tu vientre.

Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María. 


V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, 

R. para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.


Versión en Latín de la Salve Regina

La cantan los Misioneros Oblatos al final de sus servicios de oración, normalmente la oración de la tarde, y después de exequias de los Oblatos.

Salve, Regina, Mater misericordiæ,

vita, dulcedo, et spes nostra, salve.

Ad te clamamus exsules filii Hevæ,

Ad te suspiramus, gementes et flentes

in hac lacrimarum valle.

Eia, ergo, advocata nostra, illos tuos

misericordes oculos ad nos converte;

Et Jesum, benedictum fructum ventris tui,

nobis post hoc exsilium ostende.

O clemens, O pia, O dulcis Virgo Maria.


Bendición: 

El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal, y nos conduzca a la vida eterna. Amén.


V. ¡Alabado sea Jesucristo!         

R. ¡Y María Inmaculada!   


O

V. Laudetur Jesus Christus!

R. Et Maria Immaculata!