21de julio de 2024

Oración Inicial: 

Oración utilizada por San Eugenio de Mazenod antes de la Meditación

Oh María, Virgen Inmaculada, fiel adoradora del Padre, Madre admirable del Hijo de Dios, Esposa del Espíritu Santo, suscita en mi alma los sentimientos que tú experimentabas al meditar en tu corazón los misterios que se te revelaron y hazme vivir plenamente el misterio de tu Hijo, mi Salvador, en unión con todos los fieles que honran a la Santísima Trinidad en la oración. Amén.

Texto Oblato

En todo, no os sobrecarguéis de trabajo y no penséis que perdéis el tiempo cuando os tomáis un descanso, 

(San Eugenio de Mazenod a los Padres de Nimes, 1 de diciembre de 1828).

Del Evangelio Según S. Marcos:

"Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco", porque eran tantos los que iban y venían, que no les dejaban tiempo ni para comer. Jesús y sus apóstoles se dirigieron en una barca hacia un lugar apartado y tranquilo. La gente los vio irse y los reconoció; entonces de todos los poblados fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. (6, 31-33).



Reflexión:

Hace varios años, se publicó un artículo en una revista para ministros de pastoral sobre el agotamiento en el ministerio pastoral. Parece que incluso al escuchar a Jesús en el Evangelio, que nos invita a irnos y descansar, o incluso al reconocer el mandamiento de guardar el sábado, hay una parte de nosotros que se siente culpable de tomarse el tiempo para refrescar nuestras almas y cuerpos mientras continuamos la importante labor de evangelización. El artículo hace una afirmación interesante sobre este agotamiento, afirmando que la identidad espiritual del ministro se basa únicamente en sus responsabilidades y ya no en su relación con Cristo. ¿Consideramos nuestro trabajo misionero tan importante que lo hacemos sobre nosotros mismos en vez de sobre nuestra relación personal con Cristo? San Eugenio esperaba misioneros celosos. Sin embargo, también vio las exigencias extremas que la misión les imponía. El veía con qué frecuencia sus misioneros sucumbían a la enfermedad por no cuidarse. Por eso les animaba a descansar, a no sentir el descanso como una pérdida de tiempo. El peregrino misionero siempre encontrará algo que necesita ser atendido o alguien que necesita nuestra ayuda. Incluso nuestro Señor, al invitar a sus discípulos a descansar, descubre a quienes siguen buscando su ayuda. Lo importante en nuestra peregrinación es que no dependamos de las exigencias de la misión. San Eugenio fundó una comunidad apostólica precisamente para emular el ejemplo de los apóstoles reunidos con Jesús. Nuestros primeros misioneros lograron encontrar descanso porque compartieron la misión como comunidad. Hoy también se nos anima a vivir la comunidad apostólica como familia mazenodiana. Esto evita que nos sobrecarguemos con las exigencias de la misión. Evita que nuestro orgullo y nuestro ego nos hagan pensar que, si no estamos presentes, la obra de evangelización en nuestras comunidades locales no podrá realizarse. Pidamos a San Eugenio que nos enseñe el valor del descanso para que nuestros esfuerzos misioneros sean realmente fervorosos.




Preguntas para reflexionar:

1. ¿Qué elecciones conscientes puedes hacer para asegurarte de que tu espíritu y tu cuerpo estén descansados para seguir siendo un peregrino misionero?

2. Qué te impide alejarte para descansar un rato?

3. Identifica las maneras en que vivir la comunidad apostólica con tu familia mazenodiana local puede ayudarte a encontrar esos momentos de descanso,

Oraciones Finales

Oración de la Familia Mazenodiana:

Padre Santo, venimos a ti porque Jesús nos ha pedido que oremos para que envíes obreros a tus mies. Envíanos hombres y mujeres generosos, apasionados por Jesús, dispuestos a hacer de toda su vida una oblación total a ti, y hacerse cercanos a los más pobres y abandonados, y a anunciar el Evangelio. 

Envíanos, Señor, personas dispuestas a compartir el carisma de nuestro Fundador, San Eugenio de Mazenod, conscientes de la llamada de Dios a formar parte de la Familia Mazenodiana y a servir a los pobres y a los más abandonados. 

Bajo la inspiración y la protección de María Inmaculada, ayúdanos a encontrarnos con nuestros hermanos y hermanas y a ofrecerles a Jesús, fuente de nuestra esperanza, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Salve Regina:

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, 

vida, dulzura y esperanza nuestra. 

Dios te salve. 

A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva, 

a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. 

Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, 

vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, 

y después de este destierro, muéstranos a Jesús,

fruto bendito de tu vientre.

Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María. 


V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, 

R. para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.


Versión en Latín de la Salve Regina

La cantan los Misioneros Oblatos al final de sus servicios de oración, normalmente la oración de la tarde, y después de exequias de los Oblatos.

Salve, Regina, Mater misericordiæ,

vita, dulcedo, et spes nostra, salve.

Ad te clamamus exsules filii Hevæ,

Ad te suspiramus, gementes et flentes

in hac lacrimarum valle.

Eia, ergo, advocata nostra, illos tuos

misericordes oculos ad nos converte;

Et Jesum, benedictum fructum ventris tui,

nobis post hoc exsilium ostende.

O clemens, O pia, O dulcis Virgo Maria.


Bendición: 

El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal, y nos conduzca a la vida eterna. Amén.


V. ¡Alabado sea Jesucristo!         

R. ¡Y María Inmaculada!   


O

V. Laudetur Jesus Christus!

R. Et Maria Immaculata!