Protección Divina

La seguridad del que confía en Dios. Salmo 91 (90).

La protección Divina en medio de los peligros.

1. Tú que habitas al amparo del Altísimo y resides a la sombra del Omnipotente,

2. dile al Señor: "Mi amparo, mi refugio, mi Dios, en quien yo pongo mi confianza".

3. El te librará del lazo del cazador y del azote de la desgracia;

4. te cubrirá con sus plumas y hallarás bajo sus alas un refugio.

5. No temerás los miedos de la noche ni la flecha disparada de día,

6. ni la peste que avanza en las tinieblas, ni la plaga que azota a pleno sol.

7. Aunque caigan mil hombres a tu lado y diez mil, a tu derecha, tú estarás fuera de peligro: su lealtad será tu escudo y armadura...

8. Basta que mires con tus ojos y verás cómo se le paga al impío.

9. Pero tú dices: "Mi amparo es el Señor", tú has hecho del Altísimo tu asilo.

10. La desgracia no te alcanzará ni la plaga se acercará a tu tienda:

11. pues a los ángeles les ha ordenado que te escolten en todos tus caminos.

12. En sus manos te habrán de sostener para que no tropiece tu pie en alguna piedra;

13. andarás sobre víboras y leones y pisarás cachorros y dragones.

Oráculo del Señor.

14. "Pues a mí se acogió, lo libraré, lo protegeré, pues mi Nombre conoció.

15. Si me invoca, yo le responderé, y en la angustia estaré junto a él, lo salvaré, le rendiré honores.

16. Alargaré sus días como lo desea y haré que pueda ver mi salvación".

Es Palabra del Señor... ¡Te Alabamos Señor!

Salmo 23 (22).

1. El Señor es mi pastor: nada me falta;

2. en verdes pastos él me hace reposar. A las aguas de descanso me conduce,

3. y reconforta mi alma. Por el camino del bueno me dirige, por amor de su nombre.

4. Aunque pase por quebradas oscuras, no temo ningún mal, porque tú estás conmigo con tu vara y tu bastón, y al verlas voy sin miedo.

5. La mesa has preparado para mí frente a mis adversarios, con aceites perfumas mi cabeza y rellenas mi copa.

6. Irán conmigo la dicha y tu favor mientras dura mi vida, mi mansión será la casa del Señor por largos, largos días.

Es Palabra del Señor... ¡Te Alabamos Señor!

HIJO MÍO - Dios mío!!!

Cántico de María. Gracias Madre!!!

Magníficat (Lc. 1, 46 - 55).

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Todopoderoso ha hecho obras grandes por mí: su Nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Es Palabra del Señor... ¡Te Alabamos Señor!

Adoración al Santísimo!!!

"Rendido a tus pies oh Jesús mio, te pido humildemente amarte, servirte y serte fiel. Mira que soy pobre oh buen Jesús, soy debil y necesito apoyarme en ti para no caer.

A las puertas de tu corazón vengo, llamo y espero oh Señor y del mío te hago decidida entrega. Tómalo y dame a cambio lo que me lleve a la eternidad, oh Señor.

Señor quiero hacer tu voluntad y tu me dices ánimo. No temas que soy Yo, Oh Sagrado corazón, se todo para mi no busques yo consuelo mas que en ti.

A las puertas de tu corazón vengo, llamo y espero oh Señor y del mío te hago decidida entrega. Tómalo y dame a cambio lo que me lleve a la eternidad, oh Señor.

Sé tu mi refugio, quiero esconderme en tu corazón, y del mío te hago decidida entrega. Tómalo y dame a cambio lo que me lleve a la eternidad, oh Señor. Amén!"

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Confiar en Dios.

Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando que van a comer, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido? Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros, y sin embargo, el Padre que´está en el cielo los alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos? ¿Quien de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida? ¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer. Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existen y mañana será echada al fuego, ¡Cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe! No se inquieten entonces diciendo: "¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos? Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan. Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura. No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por si mismo. A cada día le basta su aflicción. (Mateo 6, 26 - 30).

No te inquietes por las dificultades de la vida, por sus altibajos, por sus decepciones, por su porvenir más o menos sombrío. Quiere lo que Dios quiere. Ofrécele en medio de inquietudes y dificultades el sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo, acepta los designios de su providencia.

Piérdete confiado ciegamente en ese Dios que te quiere para sí. Y que llegará hasta ti, aunque jamás lo veas. Piensa que estás en sus manos, tanto más fuertemente tomado, cuanto más decaído y triste te encuentres.

Que nada te altere. Que nada sea capaz de quitarte la paz. Ni la fatiga psíquica. Ni tus fallos morales. Y en el fondo de tu alma coloca, antes que nada, como fuente de energía y criterio de verdad, todo aquello que te llene de la paz de Dios. Recuerda: cuando te deprima e inquiete es falso. Te lo aseguro en el nombre de las leyes de la vida y de las promesas de Dios. Por eso, cuando te sientas apesadumbrado, triste, adora y confía.

Preguntas sobre la confianza en Dios para la meditación:

  • ¿Puedo poner en manos de Dios mis temores y ansiedades?
  • ¿Cuento con Él en mi trabajo/estudio?
  • ¿Cómo puedo cultivar mi confianza en Dios?

LA ORACIÓN DE LA CONFIANZA.

Señor y Dios mío, estoy tan convencido de que velas sobre los que en Ti esperan y de que nada puede faltar a quienes lo esperan todo de Ti, que he decidido vivir en adelante sin preocupación alguna y depositar en Ti todas mis ansiedades.

Pueden despojarme los hombres de todos los bienes y de mi honor mismo; privarme las enfermedades, de las fuerzas y medios de servirte; por el pecado puedo perder incluso la gracia, pero no perderé jamás mi confianza en Ti. La mantendré hasta el último instante de mi vida y no logrará el demonio arrancármela con todos sus esfuerzos.

Esperen otros la felicidad de sus riquezas o de su ingenio; confíen en la inocencia de su vida, en los rigores de su penitencia, en sus muchas buenas obras o en el fervor de sus oraciones; en cuanto a mí, toda mi confianza se cifra en mi misma confianza; confianza que nunca ha engañado a nadie. Por ello, tengo precisamente certeza absoluta de ser eternamente feliz, porque tengo confianza invencible de serlo y porque lo espero únicamente de Ti.

Por experiencia triste, he de reconocer, que soy débil e inconstante; sé cuánto pueden las tentaciones contra las virtudes más arraigadas; y, sin embargo, mientras conserve esta firme confianza en Ti, nada podrá asustarme; estaré resguardado contra toda desgracia y estaré cierto de seguir confiando porque espero la misma inmutable esperanza.

En fin, Dios, mío, estoy convencido de que jamás será demasiada la confianza que tenga en Ti y que cuanto alcance de Ti estará siempre por encima de lo que haya esperado. Espero también, Señor, que me sostendrás en las pendientes abruptas; me ayudarás en los ataques más violentos; harás que triunfe mi flaqueza ante mis enemigos más temidos. Abrigo gran esperanza de que me amarás siempre y yo, a mi vez, te amaré siempre. Y para elevar al grado más alto esta confianza, Creador mío, te espero a Ti, por el tiempo y la eternidad. Amén.

San Claudio de la Colombière sj.


Dejo resonar esta oración en mi interior, haciendo eco en mi corazón.