Raymond Carver
Cierras la puerta por fuera luego tratas de entrar

Muy sencillo. Saliste y cerraste la puerta

sin pensarlo. Y cuando te das cuenta de

lo que has hecho es demasiado tarde.

Si esto suena como la historia de una vida, estupendo.


Llovía. Los vecinos que tenían

una llave no estaban. Intenté y volví a intentar

abrir las ventanas. Miré hacia adentro,

al sofá, las plantas, la mesa

y las sillas, el estéreo.

La taza de café y el cenicero me esperaban

en la mesa de cristal, y mi corazón

iba a ellos. Dije: Hola, amigos,

o algo parecido. Después de todo,

no estaba tan mal.

Peores cosas habían pasado. Ésta

incluso era un tanto divertida. Encontré la escalera.

La cogí y la apoyé contra la casa,

Luego trepé bajo la lluvia a la terraza,

balanceándome sobre la barandilla

y probé la puerta. Que estaba cerrada,

claro. Pero de todos modos miré dentro.

Mi mesa, algunos papeles, y mi silla.

Era por la ventana del otro lado

de la mesa por donde miraba

cuando me sentaba a aquella mesa.

Esto no es como abajo -pensé.

Esto es otra cosa.

Y había algo que mirar, nunca visto,

desde la terraza. Estar allí, dentro, y no estar allí,

ni siquiera pienso en cómo puedo hablar de eso.

Pegué la cara al cristal

y me imaginé allí dentro

sentado a la mesa. Alzando la vista

de mi trabajo de cuando en cuando.

Pensando en otro sitio

y otra época.

En las personas a las que entonces quería.


Me quedé allí durante un momento bajo la lluvia.

Considerándome el más afortunado de los hombres.

Incluso cuando me atravesó una oleada de pena.

Incluso cuando me sentí violentamente avergonzado

por lo que iba a hacer.

Rompí aquella hermosa ventana.

Y entré.

Raymond Carver de Bajo una luz marina [1990]

Tad. Mariano Antolín Rato