Mario Levrero

Tres

Los perros de nariz enharinada...

Los perros de nariz enharinada contemplan la salida del sol con una reverencia implícita en el fondo de sus ojos sin pestañas. Son infaltables como los relojes y como ciertas extrañas criaturas que aparecen a menudo retratadas en los diarios. Sus dientes agudos se asemejan a sierras metálicas, y hay algo de humano en la forma de sus orejas. Cuando tienen hambre, fijan la mirada en un objeto cualquiera y al cabo de un rato emiten un sonido ronco y constante, como el motor de un coche a la distancia. A las diez menos cuarto se desprenden de sus pieles ficticias como una araña que abandona su tela, y asoman, sonrosados y temerosos, por el boquete abierto en la pared sus hocicos trémulos. Son perros de paladar arqueado y negro, y las patas almohadilladas entintan los tapetes cuando se dirigen en fila india hacia el depósito de hierros viejos.