En el mínimo escenario de su infierno doméstico
descarnado encarnado en su delirio
no recuerda el poder ni las multitudes
ni el breve sueño donde soñó entregar su vida
la antigua fascinación por el jefe
lo llevó a sentir una última promesa de pasión
en silencio y sin sangre
con una niebla en la que se confunden
mujeres provincias dirigentes y libros
siente aún el despreciado roce de ella