Alda Merini
Cada mañana mi tallo...
Cada mañana mi tallo querría
elevarse en el viento
con la embriaguez de la vida
pero algo b retiene en la tierra,
una larga y pesada cadena de angustia
que nunca se rompe.
Entonces me levanto de la cama,
busco un recuadro de viento
y hallo un ladrillo soleado
donde apoyo mis pies desnudos.
De tal gracia secreta
no tendré luego memoria
porque aun la enfermedad tiene un sentido,
una desmesura, un desfiladero;
también la enfermedad es matriz de vida.
Y estoy aquí, arrodillada,
esperando que un ángel me toque
levemente y con gracia;
mientras tanto, acaricio mis pies pálidos
con dedos anhelantes de amor.