Alda Merini

La Tierra Santa

He conocido Jericó.

he tenido también yo mi Palestina,

las murallas del manicomio

eran las murallas de Jericó

y una charca de agua infectada

nos ha bautizado a todos.

Ahí adentro eramos hebreos

y los Fariseos estaban arriba

y allí estaba también el Mesías

confundido en la multitud:

un loco que aullaba al Cielo

todo su amor por Dios.


Todos nosotros, rebaño de ascetas

eramos como los pájaros

y cada tanto una red

oscura nos aprisionaba

pero íbamos a las misas

las misas de nuestro Señor

y Cristo Salvador.


Fuimo lavados y sepultos,

olíamos a incienso.

Y después, cuando amábamos

nos hacían los electroshocks

porque, decían, un loco

no puede amar a nadie.


Pero un día dentro del sepulcro

tabién yo fui reanimada

y también yo como Jesús

he tenido mi resurrección,

pero no subí a los cielos

descendí al infierno

desde donde vuelvo a mirar atónita

las murallas de la antigua Jericó.