Vivimos en un mundo que produce alimentos para 12.000 millones de personas. A pesar de ello, más de 2.000 millones sufren carencias graves, llegando a morir, por hambre o consecuencias indirectas, 100.000 personas al día. A la vez, otro tanto de la población sufre por enfermedades derivadas del exceso de alimentos.
Es un sistema extenuante para los recursos como el suelo, el agua, la energía. Genera problemas medioambientales por contaminación del aire o el agua, la disminución de bosques, la pérdida de biodiversidad o el acaparamiento de tierras. Explota el trabajo, muchas veces precario, de millones de pequeños productores, muchos de ellos migrantes, a los que no se paga justamente sus producciones.