09/05/2022
¡Por fin hemos podido pasar una mañana en el conservatorio de la ciudad! No es que las clases de la universidad no nos gusten, pero sí que teníamos ganas de ver el funcionamiento de un edificio que nos impactó tanto el día en el que entramos por nuestra cuenta. No hemos tenido mucha suerte con los profesores, porque algunos horarios se solapaban con nuestro almuerzo o directamente no estaban los profesores. Aún así, los que han tenido la suerte de observar las clases han acabado bastante satisfechos. Los demás han estado practicando el repertorio del concierto en una sala que nos han cedido amablemente. Pero sin duda el momento más emotivo de la mañana ha sido la despedida de nuestra queridísima profesora acompañante, y una más de nuestra familia, Elena Santamaría, con quien hemos pasado grandes momentos esta última semana.
Más tarde, comimos en la universidad, nos cambiamos, y tuvimos la actividad que con tanta ansia esperábamos: el concierto. Individualmente ninguno acabó satisfecho, ya que la presión frente a un público numeroso y cuyas expectativas eran bastante altas echa atrás a cualquiera. Sin embargo, todos creemos que el trabajo de nuestros compañeros cumple holgadamente con el nivel previsto, y recibimos una gran cantidad de aplausos. A esto hay que añadir que al ver nuestras obras desde tercera persona, nos parecieron infinitamente mejores de lo que creíamos, así que hemos quedado satisfechos por nuestro recital como invitados.
Al finalizar esta actividad, todos estábamos de acuerdo en que nos merecíamos una buena merienda. La palabra merienda no hacía justicia a lo que hemos comido: aquello era una oda a nuestros paladares. Además, el camarero que nos atendió se portó de maravilla con nosotros y le caímos muy simpáticos. Al acabar de degustar los manjares que nos sirvieron, decidimos compartir con la ciudad una de nuestras actividades favoritas: la improvisación. Los paisanos se quedaron impresionados con la sonoridad de nuestra cadencia andaluza, que usábamos de cierre en las ruedas de acordes que nos inventábamos sobre la marcha y con las que se deleitaban los presentes.
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