Las colecciones de vidrio en España:

del pequeño coleccionista al gran museo


El coleccionismo del vidrio

Paloma Pastor (Museo Tecnológico del Vidrio)

El vidrio comenzó a ser valorado como objeto de prestigio ya desde el Renacimiento. La monarquía, e inmediatamente después la nobleza y la alta burguesía formaron las primeras colecciones. En este sentido, conviene recordar el inventario de bienes que la reina Isabel la Católica tenía en su Palacio de Alcalá de Henares, pues contaba entre sus pertenencias con una importante colección de vidrios. Fuera de España, el emperador Rodolfo II, gran aficionado a los objetos raros, logró formar otra colección de vidrios en la ciudad de Praga. El Rey Federico IV de Dinamarca y Noruega tenía en sus estancias privadas del Castillo de Rosenborg en Copenhagen una Galería de Vidrios de origen veneciano que solía mostrar a sus invitados.

Esta afición por coleccionar objetos de vidrio se consolidó sobre todo a partir del siglo XIX y muchas de estas colecciones privadas se convirtieron, con el tiempo, en colecciones públicas, que recuperaron un patrimonio importantísimo, muchas veces predestinado al mercado de antigüedades. Gracias a estos coleccionistas podemos hoy disfrutar de colecciones de vidrio existentes en museos, de un valor incuestionable. Un ejemplo de ello es el caso de la Real Fábrica de Cristales de La Granja, edificio que alberga el Museo Tecnológico del Vidrio, que nace en 1989 gracias a depósitos procedentes del MNADM, Museo del Prado y Patrimonio Nacional, además de otros fondos propios que se han ido adquiriendo con el paso de los años.