El cielo de invierno

Hacia el Norte

Vamos a situamos de la forma más fácil, busca la Osa Mayor hacia el Norte, que aparecerá como un cazo en posición vertical. Esta constelación tiene un secreto, y es que la estrella más elevada del “mango”, llamada Mizar, es en realidad una estrella doble y, al observarla detenidamente, se desdobla en dos, revelando a su pequeña acompañante Alcor. Los ejércitos árabes y persas utilizaban en la antigüedad la capacidad de ver ambas como prueba de buena visión para arqueros y vigías.

Alargando la línea de las dos estrellas frontales del cazo aproximadamente 5 veces, llegarás a la Estrella Polar. Esta estrella coincide con la prolongación del eje de rotación de la tierra y por ello está siempre ahí, marcando el Norte en cualquier época del año y a cualquier hora (incluso de día si pudiéramos verla). La Polar forma parte de la constelación de la Osa Menor que, pese a ser muy conocida, es poco visible.

Por último, continuando la línea anterior otras 5 veces, llegarás a la gran W que forman las estrellas de Casiopea, madre de la princesa Andrómeda según la mitología griega, constelación que veremos en otoño. Todas estas constelaciones que hemos mencionado hasta ahora se denominan circumpolares porque, por estar cerca de la Polar, tampoco se ocultan nunca y las podemos ver durante todo el año girando alrededor de ella.

Hacia el cénit

A continuación vamos hacia el cénit, el punto más alto del cielo, nuestra vertical. Para ello continuamos el mango de la Osa Mayor a través de su diagonal, hasta que llegamos a Póllux y Cástor, las cabezas de los gemelos de Géminis, que participaron en varias hazañas mitológicas, como la expedición de Jasón y los Argonautas. Sus siluetas son fácilmente reconocibles en el cielo y, al pie de las mismas, llegamos al Triángulo de invierno. Se trata un triángulo equilátero compuesto por 3 muy brillantes: Sirio (la estrella más brillante de todo el cielo nocturno), Proción y Betelgeuse.

Betelgeuse es una supergigante roja (fíjate en su color), más de 1.000 veces mayor que el Sol, que se espera que los próximos (miles de) años explote como supernova. Para hacernos una idea de su enormidad, si estuviera en lugar del Sol, abarcaría más allá de la órbita de Júpiter. Forma parte de la constelación más bonita del invierno, Orión, que representa al gigante cazador que prometió aniquilar a todos los animales y a quien Gea, diosa de la tierra, envió a un enorme escorpión (Escorpio) que acabó con su vida.

En Orión destaca su cinturón, una formación de 3 estrellas conocida como los 3 Reyes Magos. Bajando desde la estrella central, llegamos una espectacular nebulosa, de las pocas que podemos ver a simple vista: la Gran Nebulosa de Orión. Los astrónomos árabes la llamaron la Espada Luminosa, en referencia a la espada envainada que baja por el cinturón del cazador, y es una enorme nube de gas y polvo en la que se forman estrellas, al ir atrayéndose los materiales por acción de la gravedad.

Siguiendo la línea que describe el cinturón, llegamos a Aldebarán, una gigante roja, que es el ojo de Tauro, otra constelación del Zodiaco muy reconocible, con sus largos cuernos en forma de V. Detrás de Tauro, en la misma dirección que veníamos, están las Pléyades, un precioso cúmulo de estrellas muy brillantes. Son muchas, aunque a simple vista se ven como 7, y representan a las 7 hijas del titán Atlas, que Zeus puso en el cielo y protegió del cazador Orión situando al toro Tauro en el medio.

En estas imágenes vemos la Constelación de Orión tal y como se ve en la realidad (APOD 2003), donde podemos ver el claro color rojo de Betelgeuse y la Nebulosa en la parte baja del centro. En el centro, un detalle de esa Gran Nebulosa de Orión (F. Santos 2022) y, por último, el cúmulo de Pléyades (Wikipedia).

Por último, el cuerno más alejado de Tauro comparte una estrella con la constelación de Auriga, con forma de pentágono. En ella está Capella, muy cerca del cénit en esta época del año. Es una de las estrellas más brillantes del cielo nocturno y destaca por titilar de forma intensa, dado que está compuesta en realidad por un sistema de 4 soles que giran por atracción gravitatoria entre ellos.

Como se ve en esta imagen, ganadora del APOD (Astronomy Picture of the Day) de la NASA en 2019, el cielo de invierno es espectacular, pero por desgracia es menos conocido por el frío y el mal tiempo. ¡Espero que esta guía os ayude a disfrutarlo!