En el último año, muchos de nosotros hemos sentido las repercusiones de la pandemia. Para algunos de nosotros fue la pérdida de un trabajo, de un familiar o amigo, o incluso de nuestro estilo de vida normal. Esto en sí mismo nos ha recordado que no podemos dar las cosas por hechas. Dios nos desafía a buscarle continuamente y a encontrarle no sólo en lo grande, sino también en las más pequeñas bendiciones de la vida.
Durante esta pandemia, me di cuenta de lo increíble que es encontrarse con la gente y reconocer estos momentos como bendiciones del Señor de arriba. El amor del Padre se comparte cuando nos relacionamos correctamente con los demás. Cuando esto sucede, la gracia y la alegría fluyen desde el Padre hacia el mundo a través de nosotros y cuando nos encontramos imploramos la misericordia y el amor de Dios a nuestros hermanos y hermanas. Desde enero, me he esforzado por dar gracias a Dios por las pequeñas cosas de la vida, pero también por las personas con las que me encuentro día a día. Cada día, durante los últimos 6 meses, he escrito una carta de gratitud a un familiar, amigo o incluso a un conocido agradeciéndole su testimonio del Evangelio y cómo ha impactado mi vida a través de los encuentros que hemos compartido juntos. Este ejercicio es una forma de orar; porque primero nos conecta con Dios, Nuestro Padre, agradeciéndole por estas increíbles vidas, y segundo, nos permite orar por estas personas y sus intenciones que puedan tener en el silencio de sus corazones. Así que te animo a que hagas lo mismo. Llama, envía un mensaje de texto, un correo electrónico o incluso escribe una carta a alguien agradeciéndole su testimonio del Evangelio y manteniéndolo en oración. Esto nos permite compartir el amor y la misericordia de Dios con nuestros hermanos y hermanas con los que caminamos aquí en la tierra. Mis queridos hermanos y hermanas, rezo para que ustedes y yo seamos capaces de reconocer a Dios en las cosas más pequeñas y en todas las personas, para que no pasemos por alto su grandeza. Amén.
¡Hola! Me llamo Connery McFadden y soy seminarista de la Congregación de Santa Cruz. Soy originario de Williamsport, PA. Actualmente estoy en el Holy Cross College en Notre Dame, IN. Como estudiante de último año, estoy estudiando Teología, Filosofía y Ciencias Políticas. Este verano tengo el privilegio de trabajar aquí en Holy Cross Family Ministries con el Equipo Internacional, el Padre Pinto Paul, C.S.C., Director Internacional, y su Asistente Ejecutiva, Michelle Hassan. Algunos de mis pasatiempos son correr en triatlones, jugar al fútbol, escribir cartas, tomar fotos y volar mi dron.