TERCER DOMINGO
Discernir... porque viene el Señor
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Estamos ante ti, Espíritu Santo, reunidos en tu nombre.
Tú, que eres nuestro verdadero consejero:
ven a nosotros, apóyanos,
entra en nuestros corazones. Enséñanos el camino,
muéstranos cómo alcanzar la meta.
Impide que perdamos el rumbo
como personas débiles y pecadoras.
No permitas que la ignorancia
nos lleve por falsos caminos.
Concédenos el don del discernimiento,
para que no dejemos que nuestras acciones se guíen
por prejuicios y falsas consideraciones.
Condúcenos a la unidad en ti,
para que no nos desviemos del camino
de la verdad y la justicia,
sino que en nuestro peregrinaje terrenal nos esforcemos
por alcanzar la vida eterna.
Esto te lo pedimos a ti,
que obras en todo tiempo y lugar,
en comunión con el Padre y el Hijo
por los siglos de los siglos. Amén.
SALMO Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6 (R:6)
R. Gritad jubilosos, porque es grande en medio de ti el Santo de Israel.
«Él es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación». Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R.
«Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso». R.
Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
porque es grande en medio de ti el Santo de Israel. R.
MEDITACIÓN: La fuente de la salvación: la alegría interior
LECTOR 1: El Salmo Responsorial de este domingo de la alegría no está tomado del libro de los Salmos sino del libro del profeta Isaías. También en los profetas encontramos estas oraciones o himnos a Dios pues su experiencia interior la expresaban a través de estas oraciones. El profeta Isaías es el profeta que más leemos en Adviento, especialmente en los otros dos ciclos litúrgicos; y es también el libro, junto con el de los Salmos, más citado en el Nuevo Testamento. Y es que Isaías anunció repetidas veces al Mesías. Os recomiendo escuchar estos días «El Mesías» de Haendel siguiendo las profecías de Isaías cantadas por el coro.
Respondemos con este salmo a la primera lectura que nos invita a la alegría. Es una alegría interior como fruto de la confianza en el Señor, porque él es nuestro salvador. Sentimos que el Señor es más que todo lo que nos rodea, que él es el Santo, el que nos conoce de verdad y tiene la última palabra. Y nos preparamos así para la segunda lectura que nos pide mantener la paz interior como actitud para la oración, sabiendo que el Señor viene.
LECTOR 2: La salvación de Dios que llega en medio de un mundo convulso y violento, en medio de un mundo que no reconoce la obra de Dios y de su Mesías, éste es el tema principal del libro de Isaías. Pero siempre queda un resto creyente que escucha la palabra de Dios y quiere mantenerse fiel. A este resto creyente se dirige la primera lectura del profeta Sofonías, y es también el que responde con este salmo de Isaías. En estos momentos de camino sinodal el Señor nos llama a sentirnos un resto con, no un resto sin, encerrado como gueto. Sentirnos resto desde la humildad y desde el servicio de querer caminar en compañía de muchos. Sólo así podremos anunciar al Señor a toda la tierra.
LECTOR 3: El Señor nos pide confiar y no temer. ¿Dónde están mis miedos en este momento?, ¿qué me hace temer y perder la paz? Sólo la confianza en el Señor vence el miedo, una confianza que nos lleva a darle gracias cada vez que nos reunimos a rezar invocando su nombre.
Por eso estamos llamados a discernir personal y comunitariamente para que podamos descubrir su presencia en los acontecimientos del mundo, para que podamos abandonar todo aquello que no es de Dios y hacer nuestro su proyecto salvador.
MOMENTO DE ORACIÓN PERSONAL
Relee de nuevo el salmo. Da gracias al Señor porque él es tu fuerza y tu salvación. ¿Por qué has de dar gracias? ¿Qué cosas hay en tu vida que has de agradecer a Dios? ¿Qué necesito hoy en mi vida para reconocer lo que Dios hace en mí? Pídeselo.
Canción: Sacarán aguas con alegría – Athenas
COMPARTIMOS LA ORACIÓN
Es el momento de compartir juntos esta oración y lo podemos hacer comentando alguna luz que el Espíritu Santo nos haya sugerido, haciendo alguna petición o dando gracias.
Oración final
Señor Jesús, tú que has dicho:
«El que tenga sed, que venga a mí y que beba, porque de las entrañas del que cree en mí manarán torrentes de agua viva», danos a beber del agua de tu Espíritu, para que nunca más tengamos sed, sino que, saciados de tu bondad y de tus favores, podamos gritar jubilosos que tú eres el Santo de Israel, nuestra salvación.
Ayúdanos a discernir lo que quieres para nosotros, para que así toda nuestra vida pueda ser un auténtico canto de alabanza por lo que tú haces en nosotros.
Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.