PRIMER DOMINGO
Salir... porque viene el Señor
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Estamos ante ti, Espíritu Santo, reunidos en tu nombre.
Tú, que eres nuestro verdadero consejero:
ven a nosotros, apóyanos,
entra en nuestros corazones. Enséñanos el camino,
muéstranos cómo alcanzar la meta.
Impide que perdamos el rumbo
como personas débiles y pecadoras.
No permitas que la ignorancia
nos lleve por falsos caminos.
Concédenos el don del discernimiento,
para que no dejemos que nuestras acciones se guíen
por prejuicios y falsas consideraciones.
Condúcenos a la unidad en ti,
para que no nos desviemos del camino
de la verdad y la justicia,
sino que en nuestro peregrinaje terrenal nos esforcemos
por alcanzar la vida eterna.
Esto te lo pedimos a ti,
que obras en todo tiempo y lugar,
en comunión con el Padre y el Hijo
por los siglos de los siglos. Amén.
SALMO Sal 24, 4bc-5ab. 8-9. 10 y 14 (R:1b)
R. A ti, Señor, levanto mi alma.
Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.
El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los
humildes. R.
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía con sus fieles
y les da a conocer su alianza. R.
MEDITACIÓN: El amor fiel del Señor en nuestros caminos y sendas
LECTOR 1: Con parte del Salmo 24 respondemos este domingo a la primera lectura de Jeremías. Esta lectura nos presenta al Mesías que tenía que venir como el justo que trae la justicia de Dios. Hacia este Mesías, hacia Jesús como Señor levantamos nuestra alma, es decir todo eso que llevamos por dentro, nuestras ansias y deseos, lo que nos preocupa, por lo que luchamos y trabajamos cada día.
El Salmo nos habla de los caminos y las sendas del Señor. Le pedimos al Señor que nos enseñe sus caminos porque son misericordia y lealtad, o lo que es lo mismo, en sus caminos se manifiesta un amor fiel. La misericordia divina es este amor fiel, y es la plenitud de su justicia, pues no hay misericordia sin justicia. Por eso el salmo nos prepara para la escucha de la segunda lectura de San Pablo a los Tesalonicenses, el cual nos pide que dejándonos llenar el corazón por este amor fiel, busquemos ser justos, es decir, que nos comportemos de manera irreprochable.
LECTOR 2: El Señor enseña el camino a los pecadores, una posibilidad de arrepentirse, por eso es justo. El camino y el amor fiel o misericordioso que el Señor nos muestra es el tema principal de este salmo. No olvidemos esto en este año de preparación del Sínodo, pues es lo que significa esta palabra: “un camino con…”.
Hay caminos y hay también sendas, pero no son lo mismo. Los caminos serían las vías principales que el Señor nos ha mostrado, los caminos iluminados por sus mandamientos y por su voluntad. Pero hay también otras sendas laterales. Es preferible siempre ir por el camino recto e iluminado antes que perderse por sendas intrincadas y poco iluminadas. Aunque también estas sendas, al final, pueden terminar ante la misericordia divina. Levantamos nuestra alma al Señor para que nos lleve por el camino recto e iluminado, el camino de la humildad, y también nos enseñe a distinguir las sendas más tortuosas y así podamos comprender y sentir compasión por quienes transitan por ellas. «Mi pie se mantiene en el camino llano; en la asamblea bendeciré al Señor» (Sal 25,12).
LECTOR 3: El amor misericordioso es la primera experiencia auténtica de Dios, después descubrimos su lealtad o fidelidad, tal vez después de años o al final de la vida. Pero siempre, el recuerdo de Dios en la oración ilumina nuestras debilidades y pecados, este es el camino de los humildes que siempre nos devuelve al camino recto.
Atrevámonos a salir de nosotros mismos y adentrarnos en los caminos del Señor, que son misericordia y lealtad. Atrevámonos a salir al encuentro de los demás y ser reflejo de esa misericordia y lealtad. ¿Qué sendas he de abandonar? ¿En qué caminos me he de adentrar?
MOMENTO DE ORACIÓN PERSONAL
Relee de nuevo el salmo. Pide al Señor una y otra vez que te muestre sus caminos, que te instruya en sus sendas. Pídele que no deje de enseñarte. Dale gracias por su misericordia y lealtad, porque nos ha dado a conocer y experimentar su amor. Pídele el coraje necesario para salir al encuentro de todos aquellos que necesitan de esta misericordia.
Canción: A ti Señor levanto mi alma – Hna. Glenda
COMPARTIMOS LA ORACIÓN
Es el momento de compartir juntos esta oración y lo podemos hacer comentando alguna luz que el Espíritu Santo nos haya sugerido, haciendo alguna petición o dando gracias.
Oración final
Señor, en tu hijo Jesús,
nos has mostrado el verdadero camino,
la verdadera verdad, la verdadera vida.
No dejes de instruirnos,
para que, con un corazón humilde
andemos por tus sendas
y, saliendo de nosotros mismos,
vayamos al encuentro de los demás
y les mostremos tu rostro misericordioso.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.