Reflexiones del Papa Francisco entorno a la pandemia
A. Mirada de fe: Jesús, se ha hecho nuestro hermano y no deja de cuidarnos.
Texto Bíblico
“Aquel día, al atardecer, les dice Jesús: «Vamos a la otra orilla». Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal. Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?». Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio, enmudece!». El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Se llenaron de miedo y se decían unos a otros: «¿Pero ¿quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!” (Mc 4, 35-41).
Reflexión
Tomado de la Bendición Urbi et Orbi del Papa Francisco, 27 de marzo de 2020. Todos nos necesitamos
∙ También a nosotros nos ha sorprendido una terrible tormenta con esta pandemia y “nos encontramos asustados y perdidos”. Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa.
∙ Todos hemos podido tomar conciencia “de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente”.
∙ Los especiales vínculos de fraternidad nos hacen que no podamos “seguir cada uno por nuestra cuenta, sino solo juntos”.
Jesús es el primero en preocuparse de nosotros
∙ «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?» “Pensaron que Jesús se desinteresaba de ellos, que no les prestaba atención. Entre nosotros, en nuestras familias, lo que más duele es cuando escuchamos decir: “¿Es que no te importo?”. Es una frase que lastima y desata tormentas en el corazón. También habrá sacudido a Jesús, porque a Él le importamos más que a nadie. De hecho, una vez invocado, salva a sus discípulos desconfiados”.
∙ “Señor, nos diriges una llamada, una llamada a la fe. Que no es tanto creer que Tú existes, sino ir hacia ti y confiar en ti”.
La pandemia es un tiempo para volver hacia el Señor, hacia nuestros hermanos
∙ “No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio: el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás”.
∙ “Podemos mirar a tantos compañeros de viaje que son ejemplares, pues, ante el miedo, han reaccionado dando la propia vida. Es la fuerza operante del Espíritu derramada y plasmada en valientes y generosas entregas. Es la vida del Espíritu capaz de rescatar, valorar y mostrar cómo nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes —corrientemente olvidadas— (…): médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos, pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo”.
∙ “Cuántas personas rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos. La oración y el servicio silencioso son nuestras armas vencedoras”.
La fuerza del Señor nos ayuda a mantenernos unidos
∙ “Al igual que los discípulos, experimentaremos que, con Él a bordo, no se naufraga. Porque esta es la fuerza de Dios: convertir en algo bueno todo lo que nos sucede, incluso lo malo. Él trae serenidad en nuestras tormentas, porque con Dios la vida nunca muere. El Señor nos interpela y, en medio de nuestra tormenta, nos invita a despertar y a activar esa solidaridad y esperanza capaz de dar solidez, contención y sentido a estas horas donde todo parece naufragar.
∙ “Tenemos un ancla: en su Cruz hemos sido salvados. Tenemos un timón: en su Cruz hemos sido rescatados. Tenemos una esperanza: en su Cruz hemos sido sanados y abrazados para que nadie ni nada nos separe de su amor redentor. En medio del aislamiento donde estamos sufriendo la falta de los afectos y de los encuentros, experimentando la carencia de tantas cosas, escuchemos una vez más el anuncio que nos salva: ha resucitado y vive a nuestro lado”.
∙ “Repites de nuevo: «No tengáis miedo» (Mt 28,5). Y nosotros, junto con Pedro, “descargamos en ti todo nuestro agobio, porque sabemos que Tú nos cuidas” (cf. 1 P 5,7).
Para la reflexión
1. ¿Cómo está siendo nuestra reacción ante una situación dura y difícil que dura tanto tiempo? ¿Dónde buscamos la paz y las certezas?
2. ¿Qué lugar ocupa la oración en esta crisis?
3. En la situación que nos crea esta pandemia ¿Dónde centramos nuestros pensamientos y nuestra mirada del corazón? ¿En las causas de los temores? ¿En la necesidad de cuidar y acompañar a quienes lo necesitan?