Terreno Sagrado o las Tres Grandes Ofrendas

 La Plancha de Trazar del Primer Grado nos enseña que nuestras Logias están en Terreno Sagrado porque la Primera Logia fue consagrada en recuerdo de Tres Grandes Ofrendas que alcanzaron la Aprobación Divina.

 

Estas fueron:

- La humilde obediencia de Abraham al ofrecer en holocausto a su hijo Isaac, a quien Dios evitó el suplicio sustituyéndolo por  una víctima irracional;

- Las fervorosas oraciones y jaculatorias del Rey David que detuvieron una espantosa epidemia que asolaba a su pueblo, y

- Los innumerables sacrificios y valiosas ofrendas hechas por el Rey Salomón a la conclusión, dedicación y consagración del Templo de Jerusalem.

 

Estos tres hechos memorables hacen que el suelo de nuestras Logias sea por siempre sagrado. Por ello, es necesario recurrir a la fuente que trasmitió estos hechos memorables y la hallaremos allí, sobre el Ara.

 

En el Génesis, Cap. 22  que nos dice:

«Después de estas  cosas sucedió que Dios tentó a Abraham y le dijo:

- ¡Abraham!, ¡Abraham!

El respondió:

- ¡Heme aquí ...!

Díjole entonces:

- Toma a tu hijo, al único, al que amas, a Isaac, vete al país de Moria  y ofrécele  allí en holocausto   en uno de los montes, el que yo te diga.

Levantose Abraham de madrugada, aparejó  dos asnos y tomó consigo a dos mozos y a su hijo Isaac. Partió leña para el holocausto y se puso en marcha hacia el lugar que le había dicho Dios. Al tercer día levantó Abraham los ojos y vio el lugar desde lejos. Entonces, dijo Abraham a sus mozos:

 

- Quedaos aquí con  el asno. El muchacho y yo iremos hasta allí, haremos adoración y volveremos donde vosotros.

 

Tomó Abraham la leña del holocausto, la cargó sobre su hijo Isaac, tomó en su mano el fuego y el cuchillo y se fueron los dos juntos.

 

En el camino, preguntó Isaac a Abraham:

 

- Padre, aquí está el fuego y la leña, pero, ¿dónde está el cordero?

Abraham contestó:

- Dios  proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío -y continuaron su camino.

 

Llegados al lugar que había dicho Dios, construyó allí Abraham el altar y dispuso la leña; luego ató a Isaac, su hijo, y  le puso sobre el ara, encima de la leña. Alargó Abraham la mano y tomó el cuchillo para inmolarlo.

 

Entonces le llamó  el Angel de Yahveh desde los cielos diciendo:

-  ¡Abraham, no alargues tu mano contra el niño, ni le hagas nada, que ahora ya sé que tú eres temeroso de Dios, ya que no me has negado a tu hijo, el único.

 

Levantó Abraham los ojos, miró y vio un carnero trabado en un zarzal por los cuernos. Fue Abraham, tomó el carnero y lo sacrificó en holocausto en lugar de su hijo. Abraham llamó a aquel lugar «Yahveh provee», de donde se dice hoy en día: En el monte, Yahveh provee.

 

El  Angel de Yahveh llamó a Abraham por segunda vez desde los cielos y le dijo:

- Por mí mismo juro, oráculo de Yahveh, que por haber hecho esto, por no haberme negado a tu hijo, el único, yo te colmaré de bendiciones y acrecentaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como las arenas de la playa y se adueñará tu descendencia de los campos de tus enemigos. Por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra, en pago de haber obedecido tú mi voz».

 

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Con David sucedió algo similar ya que después de haber vencido a los filisteos y con la gloria entre sus manos, Yahveh lo tienta a realizar el censo del pueblo de Israel. En aquel entonces, conocer el número de súbditos era un  privilegio que sólo le correspondía a Dios y así se aprecia en el Libro II de Samuel, Cap. 24. Sin embargo, el redactor, en Crónicas l, Cap. 21, atribuirá esta iniciativa a Satán. En todo caso, David insistió y sucumbió ante lo que ahora podría llamarse la tentación del poder, pero su pueblo tuvo que pagar por ello:

 

« Alzose Satán contra Israel e incitó a David a hacer el censo del pueblo. Dijo David a Joab y a los Jefes  del ejército:

- Id y contad los israelitas desde Berseba hasta Dan y volved después para que yo sepa su número.

Respondió Joab:

- ¡Multiplique Yahveh su pueblo cien veces de lo que es! ¿Acaso no son, oh Rey mío, todos ellos siervos de mi señor? ¿Por qué pide esto mi señor? ¿Por qué acarrear culpa sobre Israel?

 

Pero prevaleció la orden del rey sobre Joab de modo que éste salió y recorrió todo Israel volviéndose después a Jerusalem. Joab entregó a David la cifra del censo del pueblo: Había en todo Israel 1,100,000 hombres capaces de manejar las armas y había en Judea 470,000. No incluyó a las tribus de Leví y Benjamín porque Joab detestaba la orden del rey.

 

Desagradó esto a Dios, por lo cual castigó a Israel. Entonces, dijo David a Dios:

 

- He cometido un gran pecado haciendo esto. Pero ahora perdona, te ruego, la falta de tu siervo, pues he sido muy necio.

Y Yahveh habló a Gad, vidente de David, y le dijo:

- Anda y di a David: Así dice Yahveh: Tres cosas te propongo, elige una de ellas y la llevaré a cabo: Elige para ti tres años de hambre, o tres meses de  derrotas ante tus enemigos, con la espada de tus enemigos en la espalda, o  bien, tres días durante los cuales la espada de Yahveh y la peste  andarán por la tierra y el Angel de Yahveh hará estragos en todo el territorio de Israel.

Ahora pues, mira qué debo responder al que me envía dijo Gad, el vidente.

- Estoy en gran angustia -respondió David-, ¡pero caiga yo en manos de Yahveh, que es grande su misericordia y no caiga en manos de mi pueblo!

 

Yahveh envió la peste sobre Israel y cayeron  70,000 hombres. Mandó Dios un Angel contra Jerusalem para destruirla pero cuando ya lo estaba haciendo miró Yahveh y se  arrepintió del estrago y dijo al Angel Exterminador:

- ¡Basta ya, retira tu mano!

El Angel de Yahveh estaba junto a la era de Ornán, el jebuseo. Alzando David los ojos vio al Angel que estaba entre la tierra y el cielo con una espada desenvainada extendida contra Jerusalem. Entonces, David y los ancianos, cubiertos de sayal, cayeron rostro en tierra. Y dijo  David a Dios:

 

- Yo fui quien mandó a hacer el censo del pueblo. Yo fui quien pecó, yo cometí el mal; pero estas ovejas, ¿qué han hecho? ¡Oh, Yahveh, Dios mío, caiga tu mano sobre mí y sobre la casa de mi padre y no haya plaga entre su pueblo!

 

Entonces el Angel de Yahveh dijo a Gad que diera  a David la orden de subir para alzar un altar a Yahveh en la era de Ornán, el jebuseo. Subió David y Ornán que estaba trillando, al volverse, vio al ángel, y él y sus cuatro hijos se escondieron. Cuando David llegó junto a Ornán, éste le miró y viendo a David salió de la era y se postró ante él rostro en tierra. Entonces, David le dijo:

 

- Dame el sitio de esta era para levantar en él un altar a Yahveh. Dámelo por su justo valor en plata para que la plaga se retire de mi pueblo.

 

- Tómalo y haga mi rey, lo que bien le parezca -dijo Ornán- Mira que te doy los bueyes para el holocausto, los trillos para leña y el trigo para la ofrenda; todo te lo doy, mi señor.

 

- No me lo regales. Quiero comprártelo por su justo precio -replicó David- pues no tomaré para Yahveh lo que es tuyo, ni ofreceré holocausto sin cargo.

 

Y David dio a Ornán  por el sitio la suma de  seiscientos siclos de oro.

David erigió allí un altar a Yahveh y ofreció holocaustos y sacrificios de comunión e invocó a Yahveh el cual le respondió con fuego del cielo sobre el altar del holocausto. Entonces, Yahveh ordenó al Angel que volviera su espada a la vaina.

Luego, David exclamó:

 

- ¡Aquí está la Casa de Yahveh Dios y aquí el altar de los holocaustos para Israel!».

 

Es aquí, RR y QQHH:., que David, el rey, mandó reunir a los forasteros  residentes en Israel y designó canteros que preparasen piedras talladas, hierro en abundancia, bronce y madera de cedro para la construcción de la Casa de Dios, es decir, el Templo. Después llamó a su hijo Salomón y le dijo:

 

«- Hijo mío, yo había deseado edificar una Casa a nombre de Yahveh, mi Dios. Pero me fue dirigida la palabra de Yahveh que me dijo: no podrás tú edificar la Casa a mi nombre, porque has derramado  mucha sangre delante de mí. Mira que te va a nacer un hijo que será hombre de paz con todos sus enemigos alrededor, porque  Salomón será su nombre y en sus días concederé paz y tranquilidad a Israel. El edificará una Casa a mi nombre; él será para mí un hijo y yo seré para él un padre y consolidaré el trono de su reino sobre Israel para siempre.

 

Ahora pues, hijo mío -continuó David-, que Yahveh sea contigo para que logres edificar la Casa de Yahveh tu Dios, como él de ti lo ha predicho».

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En la Conclusión, Dedicación y Consagración del Templo se aprecia en Crónicas ll, Caps.6 y 7:

 

¡Que tus ojos, Dios mío, estén abiertos y tus oídos atentos a la oración que se haga en este lugar!

 

Y ahora, ¡Levántate Yahveh Dios hacia tu reposo, tú y el Arca de tu fuerza!

 

¡Que tus sacerdotes, Yahveh Dios, se revistan de salvación y tus fieles gocen de felicidad! Yahveh, Dios mío, no rechaces el rostro de tu Ungido; acuérdate de las misericordias otorgadas a David, tu siervo.

 

«Cuando Salomón acabó de orar, bajó el fuego del cielo que devoró el holocausto y los sacrificios; y la gloria de Yahveh llenó la Casa. Los sacerdotes no podían entrar en la Casa de Yahveh, porque la gloria de Yahveh llenaba su Templo. Entonces, todos los hijos de Israel viendo descender el fuego y la gloria de Yaveh, se postraron rostro en tierra sobre el pavimento y lo adoraron y alabaron porque es bueno, porque es eterno su amor.»

 

«Salomón consagró el interior del patio, que está delante de la Casa de Yahveh, pues ofreció allí los holocaustos y las grasas de los sacrificios de comunión ya que el altar de bronce que había hecho Salomón no podía contener el holocausto, la oblación y las grasas. Entonces Salomón  celebró  la fiesta durante siete días y con él todo Israel, en magna asamblea, venida desde la entrada de Jamat hasta el Torrente de Egipto. El día octavo tuvo lugar la asamblea solemne. Después, Salomón envió a su pueblo a sus tiendas alegre y contento en su corazón por el bien que Yahveh había hecho a David, a Salomón y a su pueblo Israel».

La respuesta de Yahveh también fue clara:

 

«Apareciose entonces Yahveh a Salomón por la  noche y le dijo:

- He oído tu oración, y yo he elegido este lugar como Casa de  sacrificio. Si yo cierro el cielo y no llueve; si yo mando la langosta a devorar la tierra o, envío     la peste entre mi  pueblo;  y mi  pueblo, sobre el cual es invocado mi Nombre, se humilla, orando y buscando mi rostro y se vuelve de sus malos caminos, yo les oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra. Mis ojos estarán abiertos y mis oídos atentos a la oración que se me haga en este lugar; pues ahora he escogido y santificado esta Casa para que en ella permanezca mi  Nombre por siempre. Allí estarán mis ojos y mi corazón todos los días».

 

Como veis RR y QQHH:., la Plancha de Trazar del Primer Grado nos enseña que nuestras Logias están en Terreno Sagrado porque la Primera Logia fue consagrada en recuerdo de Tres Grandes Ofrendas que alcanzaron la Aprobación Divina.

La  Plancha de Trazar  nos invita  a la reflexión y a la búsqueda de aquel conocimiento que sólo encontraremos ahondando en todo aquello que ha servido a la Masonería para construir una filosofía y consagrar un Templo en cada uno de sus Eslabones.


Jorge Briceño Miller

M:.M:. Concordia Universal Nº14