Roberto Gomez

Amarás La ciruela. ( Dos historias a destiempo)

I

Yo quisiera volver -ya viejo -a mi casa de hace cuarenta años. Abrir la reja, oler la albahaca y atravesar la puerta. Ver a mi madre dándose sillón, con su vieja bata de casa, y escuchar a Mimalala gritarle insultos a la pantalla rusa con el monstruo de los discursos largos . Mi padre , molesto , exigirle a mi abuela que baje el tono ... las paredes escuchan y nos podemos meter en problemas.

Pasar el primer cuarto y ver a mis hermanas, planeando una disculpa que ofrecerme por haber cortado las flores que sembré en el patio ... Dejar atrás la cocina y la repetida frase de mi padre a mi madre: hierve papa, la papa ayuda... mientras tomaba un café en cuclillas, desafiando al más experimentado fakir . Continuar hacia el último cuarto , el tercero, justo al lado del comedor, ahí dormían mis hermanos. A Lachi le diría sobre su vicio : vas a morir de cáncer si no renuncias, el cigarrillo te va a matar ! ( ya es demasiado tarde) ... Al compadre - el más disidente de todos - le anunciaría que mami iba a morir en Cuba, que se la llevara con él, que la curara, que no la dejara morir enferma y consumida.

Después saldría al patio, me comería un mango y llamaría a mi gata: no pienses que me olvidé de ti - le diría- ... Me he vuelto viejo y soy feliz, pero tenía que volver y dejarles saber, contarles de mi esposa, de mis hijos y mis nietos ... darles las gracias a todos e intentar evitar algunos tristes desenlaces …


II


El viejo sabía que había hecho lo correcto. Vio la patrulla desaparecer y se sintió feliz de la oportuna denuncia.

Se removió la máscara ya en el interior de su asignado espacio, trató de escuchar el sonido y no lo logró. El maldito huésped que por los últimos dos años le había hecho la vida imposible ya no volvería a hacerlo. Sonrió pensando en la estúpida intrepidez del ahora prisionero de estado: Salir en tiempos de luna ! Arriesgarse a ser acusado ! ... El viejo estaba feliz !

No se sentía culpable. Desde la pandemia del 2020 ya era conocimiento común la prohibición de vagar por las calles después de la caída del sol. Por qué no acatar las leyes ? - se preguntó en voz alta - Recordó la palmada en el hombro del funcionario policial y sonrió satisfecho: Era la satisfacción del deber cumplido. La delación oportuna y discreta le hizo recordar los años en que los confundidos habitantes de la tierra pidieron por la eliminación de los derechos básicos del hombre. Si, es cierto que la muerte por asfixia parecería un castigo demasiado excesivo por el delito de caminar libremente, pero él había heredado estas leyes de sus antepasados y no eran las dudas apropiadas.

Había escuchado que la sentencia era humana, se aplicaba rápidamente para evitar el sufrimiento del sentenciado, el asfixiante virus se le inoculaba directo en la sangre y casi siempre la víctima era rematada con un tiro en la cabeza .

Era casi la hora del almuerzo y decidió olvidarse del evento. Preparó la mesa e introdujo la bandeja vacía por el orificio en la puerta de su cubículo, inmediatamente, otra bandeja le fue suministrada por el mismo orificio : Murciélago! - exclamó al ver el contenido- ...La boca se le hizo agua.