Ana Rosa Díaz Naranjo
Desidia
Fuimos débiles y la indulgencia nos convirtió en culpables.
Anatole France
Con qué razón aclamar si no hay conciencia,
vivir serenos, sin que el combate fluya.
Qué pasará cuando el mundo se diluya
y se pierda en el adiós nuestra existencia.
Por qué razón compartir ambivalencia,
la incertidumbre constante, (el alma aúlla),
la alevosía, el ardid de quien arrulla
en su esqueleto derrotas y violencia.
Cuando no hay luz ni salida, el pensamiento
va disipándose al borde del vacío.
Gana la furia, el dolor, su desafío.
No habrá Noé que nos avise del fracaso
ni quien nos ceda cobija con su abrazo.
Somos botín para potros de tormento.
Pericia de ave fénix
Cansada del anzuelo varado en la tristeza
desnudo en las cortinas el verso cuando es nube
y venzo mis frialdades, como una luz que sube
al último despojo de fiebres y agudeza.
Se desgarra mi rostro si en la inquietud el hecho
de ir camino a la gloria de este mundo es falacia
que te mata de espanto y ante tanta desgracia
se destierra la sombra que brindaba tu pecho.
Romperé los corales contra el mundo, y un día
estaré en los confines, tan distante del mal,
como pez, mariposa, catarata o fluvial.
Y volar, redimirme, confrontar mi armonía,
encumbrarme al extremo, retener la energía
que atribuye a mi alma dureza de cristal.
Concordia
He visto los embates del naufragio,
raíles como mástiles —anzuelo
anclado a la señal de mi desvelo,
impulso inverosímil del adagio.
La máscara escabrosa del presagio
es místico sainete a violonchelo,
embates de aversión con escalpelo
que anima la hecatombe y su contagio.
¿Y a esto llaman gajes?, ¡meretricio!,
es prisa hereditaria recurrente,
tratado, liga, pacto inconveniente,
etapa indisoluble al artificio,
desgaste que reduce el subconsciente
y ruina del Creador en su armisticio.
El poder de Pigmalión
Puedo pintar un soneto por clausura a mi partida,
y estos muros a trasluces contra el excusado mar,
si Can Cerbero es salvaje repleto de hostilidad,
mi retorno es marejada del peligro en su rencilla.
Vengo desnudo al desplome, sin mi destino altruista,
sin alas, ni beneficios. He olvidado mi antifaz.
Yo también tengo mis garras, también mis bielas tranquilas
y en mis reversos, auroras, aullidos tras el vitral.
Mas, regreso hasta tus flancos para romper vendavales
en tu cuerpo polvareda, hendir mi piel, escurrirme
entre tus piernas de barro, rememorar los abriles,
saber si fueron testigos a tantos viejos amarres.
Esa vez serás mi cómplice glorificada y terrible
y abordaré con mi aliento la plenitud de tu oleaje.
Ana Rosa Díaz Naranjo (Cuba-España, 1973) Poeta, narradora, artista de la plástica y actriz. Egresada del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Graduada de lengua inglesa. Ha publicado los libros de poesía Pasos en el borde, (Editorial Sanlope, 2003); Profecías del Arquero, (Editorial Sanlope, 2008); Otra vez el cielo (editorial Negro sobre Blanco, Venezuela, 2013), Poemas Oral Traumáticos y Cósmicos en Profecías del arquero, (Frente de Afirmación Hispanista, A.C. México, 2018) y las novelas El hueco, (Ilíada Ediciones, Alemania, 2019) y Rani y la charca misteriosa (Editorial Primigenios, Estados Unidos, 2020) Textos suyos han sido publicados en antologías y revistas en Cuba y el extranjero. Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y de la Unión Internacional de la Marioneta.