Aceptaras que la omnipresencia no es característica humana.
Como se ha hecho posible estar conectado a todos en todo momento y lugar, se ha resuelto que es intolerable no tener el celular a la mano todo el tiempo de manera que el usuario no vaya a perderse nada de lo que pueda estar ocurriendo y le pueda interesar. De esta creencia se derivan varios síndromes que pueden presentarse a la vez o en secuencias diversas:
a- síndrome del ringtone (ringtone) insoportable. Como el dichoso usuario ha resuelto que no se puede perder ninguna llamada, ha escogido los más grotescos sonidos: una ranchera estridente, un perro ladrando, un grito desesperado, una ruidosa papayera, un inodoro desocupando, la alarma de los bomberos, madrazos, risotadas, gritos de niños. Y claro, como se trata de no dejar de oírlo, ajusta el volumen al máximo. Para complementar, quien padece este síndrome, ignora la ubicación de los botoncitos de volumen o el de silenciar. Y además cree sinceramente que es gracioso y divertido, porque mientras suena su espantoso ruido siempre le sonríe a la molesta concurrencia. Así que el cuadro de la señora buscando afanosamente, durante minutos enteros, el celular en la cartera, mientras emite los ruidos más esperpénticos, en la mitad de un entierro o una consulta, se complementa muy bien con el del despistado medio sordo que no cae en cuenta que la escabrosa ruidaja sale del aparato que está en su cintura. Desde luego que el afectado desconoce que existe la funcion de vibrador que anuncia en forma segura, confiable y discreta cuando entra llamada o mensaje
b- síndrome del apéndice celular. Consiste en que el celular se convierte en un apéndice más y no se puede tolerar que se separe del cuerpo. Así los aparatos terminan en inodoros, duchas, piscinas, debajo de la almohada o en el pecho del afectado. No suele tener consecuencias molestas en los demás. Con frecuencia se asocia con el siguiente
c- síndrome de la contestitis. Consiste en que el afectado no puede dejar de contestar llamada alguna. Los afectados ignoran que se puede configurar para que tanto el sonido como la pantalla muestre quién está llamando. Ignoran también que hay una función de “no molestar” en la que se pueden bloquear llamadas exceptuando a los contactos que se han designado como favoritos, y así evitar perderse alguna noticia familiar o laboral importante. Ignoran también que se puede configurar para contestar la llamada con un texto que puede decir “estoy ocupado, si es urgente mandame mensaje escrito”
Todo eso lo ignora quien padece de contestitis y ha establecido que es gravísimo no contestar toda llamada que le entre, así que el afectado tomará el teléfono y contesta, sin importar que esté haciendo: puede ser en la mitad de una conversación, en la mitad de una entrevista, puede estar en consulta con un médico, contestandole a un juez, a un oficial de inmigracion, en la mitad de una misa, quien padece de contestitis, invariablemente, le echara mano a su aparato para pronunciar las palabras que mejor demuestran su ignorancia :”ahora no puedo hablar, te llamo cuando termine..”. El pobre ignora que la llamada le queda registrada en su listado de llamadas perdidas y puede contestar por texto sin molestar a nadie o efectivamente contestar por voz cuando termine. Se complementa maravillosamente con el siguiente
c Síndrome de la insistitis. Consiste en que el afectado desconoce que las llamadas perdidas quedan registradas como tales en la pantalla del llamado. Así que basta con una llamada no contestada para haberle informado al contacto que se desea hablar con él. Quien padece este síndrome ignora que puede usar la aplicación de mensajes de texto para mandar algo como “necesito hablar urgente” por escrito. A pesar de la extensa diseminación es posible que ignore que existe whatsapp con el que puede hacer lo mismo, pero gratis. Es muy probable que ignore que en caso de extrema urgencia podría usar la aplicación buscar para hacer sonar una alarma en el destinatario que sería imposible de ignorar. En lugar de estos sencillos recursos quien padece de insistitis llama una y otra vez, sin cansancio. Hemos tenido la oportunidad de registrar hasta 18 llamadas seguidas, para dar una información intrascendente.
Esto hace que cuando el destinatario padece del sindrome del ringtone insoportable en su variante completa (no encontrar como silenciarlo), la conjuncion de estos dos personajes se pueda convertir en una verdadera tortura.
Va con frecuencia acompañado del
d- síndrome de la urgencia. Consiste en que para el afectado, TODO se tiene que resolver en forma inmediata. Considera que hasta los asuntos menores de la vida diaria requieren ser comunicados y hay que insistir hasta que se logre. No importa si es el último chisme, una película, o lo que cobró el plomero, hay que comunicarlo al instante e insistir hasta que se logre.