La inclusión educativa implica reconocer y atender la diversidad de todo el alumnado, garantizando que cada niño y niña pueda participar, aprender y desarrollarse plenamente en el aula. Desde la neuroeducación, entendemos que cada cerebro es único y que la variabilidad no es una excepción, sino la norma. Esto exige diseñar experiencias de aprendizaje accesibles, flexibles y motivadoras, que eliminen barreras y ofrezcan múltiples oportunidades de éxito.