Sancho: de tontilisto a un discreto cristiano viejo
El trabajo sobre Sancho Panza, uno de los personajes principales de El Quijote, se trata de su evolución como personaje “discreto”. El concepto de discreto viene de la habilidad de un individuo de cuestionar su alrededor. Al principio de la novela de Cervantes, Sancho Panza no es un personaje discreto. Solamente se enfoca en comer, beber y dormir. Pero, acaba siendo capaz de hacer análisis crítico de varias situaciones y personajes. Sin embargo, no toma el último paso en dudar de y criticar la iglesia católica. Entonces, este trabajo analiza la trayectoria de Sancho y el por qué llegó a ser un personaje discreto. Escogí este tema porque abarca no solamente el escepticismo, sino la idea de cómo se llega a definir “lo verdadero”. Sancho, poco a poco, aprende a dudar de sus alrededores y crear su propio sentido de la realidad. Pienso que, al leer El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, yo también he empezado a ver las cosas con una perspectiva distinta. Voy cuestionando por qué los sistemas sociales tienen que operar de esta manera. Así, al descubrir mi propio recorrido a la discreción, también fui con Sancho Panza en su viaje a ser un personaje discreto.
Sancho Panza: From an Ingeniously Clever Man to a Discrete Old Christian
The paper concerning Sancho Panza, a main character in El Quijote, deals with his evolution as a “discrete” character. This concept, discretion, comes from one’s ability to question everything that surrounds them. At the beginning of Cervantes’ book, Sancho Panza is most definitely not a discrete character. He only focuses on eating, drinking, and sleeping. However, he finishes the novel as a critical thinker. He is able to analyze various situations and other characters. Ultimately, he does not take the final step, which is doubting and criticizing the Catholic Church. Therefore, this paper analyzes Sancho’s trajectory as a discrete character. I picked this topic because it covers not only skepticism, but how we define the “truth.” Sancho, little by little, learns to question his surroundings and create his own reality. While reading El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, I felt as though I also started to see my world with a different perspective. I now try to question why social systems operate the way they do. So, on my own path to discretion, I found Sancho Panza and joined him on his way to becoming a discrete character.
Sancho: de tontilisto a un discreto cristiano viejo
Las figuras de don Quijote y Sancho Panza se han convertido en imágenes universales desde la publicación de la primera parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha en 1605. Según su imagen popular, don Quijote es un hombre de mediana edad que enloqueció por leer demasiados libros de caballería y que se transformó en caballero andante. Su escudero Sancho, para el lector, sirve para representar al hombre común y corriente del siglo XVII: un labrador católico y analfabeto. Durante la mayoría de la primera parte de la novela, Sancho sólo se preocupa por el comer y el dormir. Como no sabe leer ni escribir y su educación sólo consiste en la sabiduría oral, no le interesa el conocimiento abstracto que viene de los libros que tiene don Quijote, sino las cosas concretas: la comida y el bienestar de su cuerpo. Es un hombre simple que sólo quiere comer y evadir el trabajo duro. Es cierto que lo que persuadió a Sancho a ser el escudero de don Quijote fue la promesa de gobernar una ínsula, otra cosa concreta. Al contrario de don Quijote, en la primera parte de El Quijote Sancho sólo siente interés por las cosas materiales. Sin embargo, en la segunda parte de la novela Sancho va cambiando. Todavía le interesa la comida y ser gobernador de una ínsula, pero ya puede formar argumentos lógicos y distinguir entre la realidad y la ficción, habilidad que no tiene su amo. ¿A qué se debe este cambio? Yo diría que viene de la influencia de don Quijote y el conocimiento de la tradición libresca que lleva en sus diálogos y discursos. En la segunda parte Sancho no solamente tiene más conocimiento de la tradición escrita, sino que puede usar el conocimiento que viene de la tradición oral para tomar decisiones informadas y distinguir entre diferentes ilusiones. Por andar con don Quijote y escuchar sus discursos, Sancho se sitúa en la confluencia de ambas tradiciones, la oral y la escrita, lo cual le transforma en un personaje discreto. “El Quijote es un libro fronterizo entre oralidad y literatura, publicado cuando aún la escritura no había suplido por completo a la oralidad como principal medio de difusión cultural” (Martín Morán 338). Así que, Sancho absorbe la habilidad de argumentación de la tradición libresca. Pero, eso no significa que cuestiona todo lo que le enreda: Sancho acepta como verdad la fe católica y todas las estructuras sociales que esta propone. Aunque la quijotización de Sancho se debe a la influencia de la tradición escrita, Sancho todavía no cuestiona algunas partes de la identidad monolítica que ha recibido desde la iglesia católica y sus enseñanzas.
Un ejemplo muy obvio de la oralidad de Sancho en la primera parte de la novela es cuando tiene que recitar de memoria al cura y al barbero la carta de don Quijote a Dulcinea. El buen caballero escribe una carta a su amada y quiere que Sancho viaje al Toboso y para darle la carta a Dulcinea. Pero, don Quijote se olvida de darle el papel a Sancho. Así que, cuando el escudero se da cuenta de que no tiene la carta, le pide ayuda al cura. El problema de este episodio es que Sancho no recuerda bien el contenido de la carta y termina destruyéndola. Por ejemplo, en lugar de decir “soberana y alta señora” (Cervantes 200) recita las siguientes palabras: “‘el principio decía: “alta y sobajada señora . . . proseguía, si mal no me acuerdo, ‘el llego y falto de sueño, y el ferido besa a vuestra merced las manos, ingrata y muy desconocida hermosa’; y no sé qué decía de salud y de enfermedad que le enviaba; y por aquí iba escurriendo hasta que acababa en: ‘vuestro hasta la muerte, el Caballero de la Triste Figura’” (Cervantes 208). Como Sancho pertenece al mundo de la oralidad no se concentra en las palabras mismas, sino en el mensaje en general. Por eso dijo sobajada y no soberana. Pero, lo irónico es que, al confundir las palabras, el mensaje cambia radicalmente. “Sancho no se rige por la palabra, sino por el dicho, por la frase, la sentencia, el proverbio. No es importante para él recordar la forma concreta de la palabra precisa. Lo que importa es el discurso completo, el saber qué encierra y la posibilidad de aplicarlo en un momento determinado” (Martín Morán 351-352). Esto se puede atribuir a la tradición oral: se trata de memorizar el mensaje general y no el significado de cada palabra. Luego veremos con los refranes que Sancho también se equivoca con algunas palabras, pero entiende bien la moraleja. Para Sancho no importa la diferencia entre “soberana” y “sobajada” si sabe el contenido de una carta, un refrán, o lo que sea. No tiene la educación de la tradición escrita, así que no le importa la pronunciación de varias palabras; lo que merece ser memorizado es el conocimiento concreto dentro de un refrán.
Si don Quijote representa la tradición libresca, Sancho Panza ejemplifica la tradición oral. Pero, a diferencia de la segunda parte, el Sancho de la primera parte no sabe utilizar muy bien el conocimiento que recibe de esta tradición. Por ejemplo, Sancho cuenta una historia a don Quijote sobre cabras: Para conformarse con la tradición oral, tiene que describir cada paso por el río que toma el personaje con las cabras. Pero, don Quijote no puede aguantar esta manera de contar historias, interrumpe la historia, y critica a Sancho porque contó la historia conforme la tradición oral. Sancho responde, “‘de la misma manera que yo lo cuento . . . se cuenta en mi tierra todas las consejas; y yo no sé contarlo de otra; ni es bien que vuestra merced me pida que haga usos nuevos’” (Cervantes 143). Esta historia demuestra que Sancho saca su forma de contar historias de la tradición oral y “da muestras de un conocimiento que ha recibido de su contacto con la realidad y que está basado en el conocimiento del pueblo” (Becerra Bolaños 134). También conforme con la tradición oral a través de la repetición: sus descripciones son “redundant and copious” (Almoguera, Regan 187-188). No basta con resumir; tiene que contar cada una de las cabras que pasa por el río porque así aprendió a comunicarse y a contar historias siguiendo la tradición oral. Vemos que Sancho piensa no en lo abstracto, sino en cosas concretas.
Como he dicho antes, Sancho se deja guiar por cuestiones materiales y no por conceptos abstractos y platónicos, o sea, las ideas. Decide ser el escudero de don Quijote no porque cree en la orden caballeresca, sino porque su amo le promete una ínsula: “‘tanto le dijo, tanto le persuadió y prometió, que el pobre villano se determinó salir con él y servirle de escudero. Decíale, entre otras cosas, don Quijote, que . . . tal vez le podía suceder aventura que ganase en quítame allá esas pajas alguna ínsula, y otras tales, Sancho Panza (que así se llamaba el labrador) dejó su mujer e hijos, y asentó por escudero de su vecino’” (Cervantes 54). Vio una oportunidad para mejorar su vida—que para Sancho significa enriquecerse y ser poderoso—y la tomó. Sancho acepta “la posibilidad de que su viejo amo esté en condiciones de conquistar un reino, de asegurarle el gobierno de una ínsula, a pesar de la acumulación de locuras a las que va asistiendo como testigo. Su cualidad de bobo, de estulto, lo acomuna a don Quijote en su falsa percepción de la realidad, en su facilidad para dejarse engañar, y en la incapacidad para deslindar lo que es sensato de lo que no lo es” (Jurado Santos 107). Para seguir con este tema, durante la mayoría de la primera parte de la novela, Sancho le pregunta a don Quijote cuándo van a comer. No le pregunta sobre cómo puede ser un buen escudero, sino como puede satisfacer su estómago. De nuevo, es una cuestión práctica de materialismo (y no de idealismo). Don Quijote—el idealista—se queda satisfecho con comer poco porque está pensando en Dulcinea, la orden caballeresca o cómo se comparan los educados y los soldados. Al mismo tiempo que don Quijote está casi perdido en su pensamiento, Sancho está preocupado por el no comer y por la falta de materiales.
Otra característica muy importante del Sancho de la primera parte es su falta de habilidad para argumentar. Cuando discute con don Quijote no puede formar un discurso lógico ni convincente. Por ejemplo, en el famosísimo episodio de los molinos-gigantes, Sancho sí intenta convencer a don Quijote que los gigantes, en realidad, son molinos de viento diciendo que “‘aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas por el viento, hacen andar la piedra del molino’” (Cervantes 57). Sin embargo, Sancho no sabe comunicar bien su argumento. El escudero describe los rasgos físicos de los molinos, pero cuando don Quijote va hacia los “gigantes”, éste va “sin atender las voces que su escudero Sancho le daba” (Cervantes 57). Esta cita demuestra que la solución que encuentra Sancho es gritar (un acto oral). Como don Quijote pertenece a la tradición escrita, este tipo de argumento no funciona. Sancho no tiene la educación para formar un argumento bueno (por ejemplo, un argumento que saldría en un libro) porque no ha tenido acceso a ese mundo.
Otra muestra de la oralidad de Sancho es que, en la primera parte, cree ciegamente en la palabra de don Quijote, sin cuestionar la veracidad de ella. Desde su introducción en la novela Sancho ha confiado en la palabra de su amo: cuando don Quijote le prometió la ínsula, Sancho nunca dudó de la posibilidad de que un labrador como él pudiera ser gobernador. Cervantes nos presenta a “un tontilisto. Tonto porque no duda, porque no piensa que las acciones de su señor son simples locuras y las toma por realidades y realizables; listo porque tiene ambiciones y busca el modo de satisfacerlas” (Jurado Santos 109). El primer ejemplo de la credulidad de Sancho es en el episodio de los dos ejércitos de “Alifanfarón” y “Pentapolín”. En realidad, vienen dos grupos de animales, uno de cabras y el otro de ovejas. Pero, don Quijote le cuenta a Sancho que son los ejércitos del musulmán Alifanfarón y el cristiano Pentapolín. Los dos hombres están en guerra porque el musulmán está enamorado de la hija del cristiano. Don Quijote va describiendo los signos y nombrando a los soldados de cada lado. Y, don Quijote es tan descriptivo que Sancho casi se lo cree. Exclama que “‘¡hace muy bien Pentapolín! Y que le tengo de ayudar en cuanto pudiere’” (Cervantes 124). Sancho es un viejo cristiano y por eso no es sorprendente que tome el lado del cristiano. Pero, cuando Sancho ve con sus propios ojos que no son dos ejércitos, sino dos bandas de animales, duda de la palabra de su amo. Es importante notar que sólo las pruebas físicas hacen que Sancho cuestione lo que dice don Quijote, lo cual demuestra que Sancho no piensa de forma abstracta porque esa es la única manera de concebir el mundo para una persona educada en la tradición oral. Antes de eso se lo creía todo porque no es un personaje discreto.
El otro episodio de la primera parte de El Quijote que demuestra la ingenuidad de Sancho tiene lugar en la venta es el del gigante hecho de cueros de vino. El barbero y el cura montan una farsa sobre una tal Princesa de Micomicona. Para liberarla, don Quijote tiene que pelear con un gigante que está muy lejos. Convenientemente, el gigante aparece en la venta. Consecuentemente, don Quijote le dice a Sancho que está peleando con el gigante y le va a cortar la cabeza. Cuando alguien pregunta sobre el ruido que viene de otra sala, Sancho explica que ‘No tienen que pararse a escuchar, sino entren a departir la pelea, o ayudar a mi amo . . . Aunque ya no será menester, porque sin duda alguna el gigante está ya muerto y dando cuenta a Dios de su pasada y mala vida; que yo vi correr la sangre por el suelo, y la cabeza cortada y caída a un lado, que es tamaña como un gran cuero de vino.’ (Cervantes 309) Pero, sucede que don Quijote no venció al gigante, sino que “‘¡[rompió] los cueros y [derramó] el vino!’” (Cervantes 311). Cuando Sancho y los demás descubren que el gigante estaba hecho de vino, él se queda perplejo. No puede creer que la palabra de su amo y la realidad no cuadren. Vemos “a un Sancho plenamente inmerso en la fantasía quijotesca, con la misma visión de una realidad “invertida” . . . El contraste inicial entre un don Quijote que ve gigantes y castillos y un Sancho en grado de descifrar correctamente los molinos y las ventas” (Jurado Santos 108-109). Una vez más, Sancho no actúa como un ser discreto o analítico. En la primera parte Sancho está contento con escuchar la palabra de don Quijote; sólo la cuestiona cuando hay pruebas físicas contra ella.
Si el Sancho de la primera parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha pertenece solamente a la tradición oral, no puede usar el conocimiento que tiene para divisar un argumento lógico, es materialista e ingenuo, tiene sentido que el narrador le llame al Sancho de la segunda parte el “Sancho apócrifo”. Esta nueva versión de Sancho puede hablar de una manera más elocuente, distinguir entre la realidad y la ilusión, crear argumentos lógicos, y utilizar bien la sabiduría popular. En una de las primeras escenas de la segunda parte Sancho habla con su esposa, Teresa. Pero, ya no es el Sancho que confunde “soberana” con “sobajada”. Hasta corrige la pronunciación de su mujer—cosa que hizo don Quijote a Sancho en repetidas ocasiones. Después de un discurso el narrador nos dice que “llegando a escribir el traductor desta historia este quinto capítulo, dice que le tiene por apócrifo, porque en él habla Sancho Panza con otro estilo del que se podía prometer de su corto ingenio, y dice cosas tan sutiles, que no tiene por posible que él las supiese” (Cervantes 485). E incluso, más adelante en la novela, Sancho se presenta a la duquesa de una manera muy elocuente y formal—algo que no pudo hacer en la primera parte. ‘Hermosa señora, aquel caballero que allí se parece llamado el Caballero de los Leones, es mi amo, y yo soy un escudero suyo, a quien llaman en su casa Sancho Panza. Este tal Caballero de los Leones, que no ha mucho que se llamaba el de la Triste Figura, envía por mí a decir a vuestra grandeza sea servida de darle licencia para que, con su propósito y beneplácito y consentimiento, él venga a poner en obra su deseo, que no es otro, según él dice y yo pienso, que de servir a vuestra encumbrada altanería y fermosura; que en dársela vuestra señoría hará cosa que redunde en su pro, y él recibirá señaladísima merced y contento.’ (Cervantes 640) Casi parece que está hablando don Quijote y no Sancho Panza. En eso está la clave: la manera en que Sancho habla ha mejorado porque lleva tiempo escuchando las palabras de don Quijote, que vienen directamente de los libros. Aunque Sancho sigue siendo analfabeto, heredó la manera de hablar de la tradición escrita. Aprendió a hablar como alguien educado, y también aprendió a argumentar.
Con la influencia de la tradición escrita, Sancho también empieza a formar argumentos lógicos y bien organizados. El primer ejemplo que quiero subrayar es cuando discute con don Quijote sobre su sueldo. Para empezar, Sancho le recuerda a su amo que, cuando trabajaba para Tomé Carrasco, ganaba un sueldo apropiado para un labrador. Después dice que, por ser un escudero, y no labrador, perdió algunos lujos—como dormir en una cama y tener comida nutritiva.[1] Por eso, debe ganar más por su trabajo como escudero. “‘Con dos reales más que vuestra merced añadiese cada mes me tendría por bien pagado. Esto es cuanto al salario de mi trabajo; peor en cuanto a satisfacerme a la palabra y promesa que vuestra merced me tiene hecha de darme el gobierno de una ínsula, sería justo que se me añadiesen otros seis reales, que por todos serían treinta’” (Cervantes 631). Cuando Sancho termina su discurso, don Quijote accede a los términos y Sancho le recuerda a su amo que le había prometido una ínsula. Si echamos un vistazo al argumento vemos que está bien organizado. Empieza con un estándar de pago; después Sancho subraya las diferencias entre su trabajo viejo y él que hace ahora. De ahí, Sancho sostiene que don Quijote le debe treinta reales cada mes. “Sancho, testigo, ayudante u oponente según la ocasión, conforme va comprendiendo el código de don Quijote, desarrolla a su vez un lenguaje y una mirada imaginativa ante la realidad” (Jurado Santos 108). En la primera parte Sancho no tenía esa capacidad de argumentación: cuando quería convencer a don Quijote de algo, sólo le gritaba (como en el episodio de los molinos-gigantes). Pero, ahora puede construir un argumento a base de dos principios: Tomé Carrasco le pagó una cierta cantidad de dinero, y con don Quijote tiene más responsabilidades. Así que, es lógico que debe ganar un sueldo más alto, incluyendo el dinero que don Quijote le debe por la ínsula. Vemos a un Sancho “apócrifo” –un Sancho lógico.
A través de la segunda parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, Sancho mejora su habilidad de distinguir entre la realidad y la ilusión, como recibió la lógica desde la tradición escrita de don Quijote. Como ya he dicho, el Sancho de la primera parte sólo empezó a cuestionar la realidad cuando tenía pruebas físicas que chocaban con la palabra—e imaginación—de don Quijote. Al principio de la segunda parte, Sancho todavía tiene dificultades separando las ilusiones de la realidad. Ver el teatro de la muerte “puso miedo en el corazón de Sancho” (Cervantes 519). En realidad, era un grupo de actores todavía en sus trajes de una obra que trataba sobre la muerte; incluso hay un hombre vestido de la Parca. Parece que Sancho no puede distinguir entre la realidad y el teatro porque no confía en los actores. “‘Nunca se tome con farsante, que es gente favorecida. Recitante he visto yo estar preso por dos muertes y salir libre y sin costas. Sepa vuesa merced que como son gentes alegres y de placer, todos los favorecen, todos los amparan, ayudan y estiman, y más, en sus trajes y compostura parecen unos príncipes’” (Cervantes 522). Parece que Sancho entra en el mundo del teatro porque no puede ver que un asesinato que sale de una obra de teatro no es real. Cree la ilusión de la muerte. Pero, Sancho, a través de la segunda parte de El Quijote, va a convertirse en un personaje discreto.
Vemos el Sancho discreto en los capítulos con los duques. Los dos montan burla tras burla. Pero, Sancho ya puede averiguar qué es ilusión y qué no lo es. Cuando sale el grupo de actores, Merlín y Dulcinea empiezan a hablar con don Quijote y Sancho Panza. Sin embargo, los duques encontraron a gente para actuar como Merlín y Dulcinea; es básicamente teatro. “Dulcinea” y “Merlín” dicen que Sancho tiene que darse tres mil trescientos azotes para que la amada de don Quijote salga de su encantamiento—lo cual inventó Sancho. Sin embargo, Sancho nota algunas contradicciones en la farsa de los duques y se las hace saber a Merlín. “‘Dígame vuesa merced, señor Merlín: cuando llegó aquí el diablo correo, y dio a mi amo un recado del señor Montesinos, mandándole de su parte que le esperase aquí, porque venía a dar orden de que la señora doña Dulcinea del Toboso se desencantase, y hasta agora no hemos visto a Montesinos, ni a sus semejas’” (Cervantes 677). Vemos aquí que Sancho está prestando atención a la situación y que la analiza. Porque es “discreto”, escucha bien lo que dice el diablo correo, pero cuando ve que sus palabras no cuadran con lo que pasó en frente de él, duda de la veracidad de la situación. Es un ejemplo de que “the problematic relationship between appearances and reality, which is often discussed by the characters themselves, and the problem of the veracity of the tale itself” (Ribeiro de Menezes 593). Sancho obtiene esta habilidad de analizar a través de la tradición libresca. Es verdad que no sabe leer ni escribir, pero, por escuchar a don Quijote, Sancho hereda parte del conocimiento que viene de la escritura. El Sancho de la segunda parte de El Quijote puede construir argumentos lógicos, y también puede criticar argumentos—u obras teatrales—que no fueron bien construidas. Este Sancho también se fija en los detalles de las farsas diferentes para criticarlas. Por ejemplo, cuando la condesa Trifaldi hablaba con nuestros personajes principales de la novela, Sancho se acordó de la cara de esta mujer. Luego, Sancho vuelve a ver ese mismo rostro, pero está unido a la cara del mayordomo de los duques. “‘Señor, o a mí me ha de llevar el diablo de aquí de donde estoy, en justo y en creyente, o vuestra merced me ha de confesar que el rostro deste mayordomo del duque, que aquí está, es el mesmo de la Dolorida’” (Cervantes 719). Aunque don Quijote no toma en serio lo que dice Sancho, se da cuenta de que Sancho ya no es el tonto de la primera parte de El Quijote. Sancho utiliza de una manera casi académica la lógica de la tradición libresca que ha recibido de don Quijote.
Otro rasgo del Sancho “apócrifo” es que utiliza el conocimiento de los refranes para construir sus argumentos. Los refranes son frases cortas que conllevan sabiduría de la tradición oral. En la segunda parte, Sancho dice refranes a cada momento. “La comunidad, a través de la tradición oral, va acumulando saberes que corresponden a la herencia de los viejos, cuya sabiduría va ligándose con la del presente y se proyecta hacia el futuro. En este sentido, Sancho Panza representa esa vinculación la tradición popular y esa tradición es la que se impone cuando obtiene el gobierno de la Ínsula Barataria” (Becerra Bolaños 140). Durante sus diez días como gobernador, Sancho recita una variedad de refranes. Yo pienso que esto es un cambio de la primera parte de la novela porque Sancho nunca había usado los refranes para comprobar sus opiniones y decisiones. Su habilidad de analizar es tan buena que los insulanos “tuvieron a su gobernadora por un nuevo Salomón” (Cervantes 730). A partir de los refranes, Sancho también utiliza el conocimiento que le ha dado don Quijote. “El repertorio de temas tratado por don Quijote en sus discursos, los consejos que da a Sancho, sus ideas sobre los libros de caballerías y la literatura en general, proceden sobre los libros; al igual que los refranes, los chascarrillos, los cuentos y anécdotas en los que Sancho apoya sus afirmaciones proceden de la cultura oral” (Martín Morán 337). Cuando algunas personas acuden a él con un problema moral, básicamente cita las palabras que le dio su amo. “‘Que le dejen pasar libremente, pues siempre es alabado más el hacer bien que mal . . . se me vino a la memoria un precepto, entre otros muchos que me dio mi amo don Quijote la noche antes que viniese a ser gobernador desta ínsula, que fue que cuando la justicia estuviese en duda, me decantase y acogiese a la misericordia’” (Cervantes 772). Durante la mayoría de la segunda parte, Sancho usa el conocimiento de la tradición oral—refranes—y lo mezcla con el de la tradición libresca que ha recibido a través de don Quijote.
A la vez que usa la sabiduría de la tradición oral y lo que ha aprendido de la tradición escrita, Sancho utiliza los refranes para apoyar a sistemas sociales que vienen de la cristiandad. Uno de ellos es la distinción clara entre clases.[2] En la segunda parte, don Quijote y Sancho conocen a Quiteria, Camacho, y Basilio. Aunque Basilio y Quiteria se quieren, los padres de ella y Camacho decide que los dos deberían casarse por el dinero. Sancho usa un refrán para demostrar que piensa que Quiteria debe casarse con Camacho y no con Basilio. “‘¡A la barba de las habilidades de Basilio!; que tanto vales cuanto tienes, y tanto tienes cuanto vales. Dos linajes solos hay en el mundo, como decía una agüela mí, que son el tener y el no tener, aunque ella al del tener se atenía’” (Cervantes 582). Aunque Sancho se va haciendo más “discreto”, no cuestiona los sistemas sociales que provienen de la cristiandad.
Aunque el Sancho discreto de la segunda parte puede averiguar que es teatro y formar argumentos lógicos, le falta cuestionar algunos aspectos de su vida: primariamente el cristianismo y sus implicaciones. Al principio de la novela, Sancho expresa su disposición para dejar de ser escudero para ser un santo. Su razonamiento es que los santos supuestamente viven de una manera pacífica. Sin embargo, Cervantes demuestra que varios santos fueron caballeros andantes que cometieron actos violentos. Como Sancho no puede leer, no ha leído la Biblia; solamente la ha escuchado a través de un cura, quien tiene el poder para hacer cualquier interpretación que quiera del texto. La experiencia oral de escuchar la Biblia, y las interpretaciones católicas: "conforma la realidad [de Sancho]. Define asimismo cómo se va fraguando la conciencia lingüística en los personajes, que tratan de encontrar, en el ejercicio del diálogo, el conocimiento del mundo en el momento en que hablan. La capacidad de aquellos por comprender el contexto en el que se encuentran, que es en oposición con la memoria, esto es, en el choque que se produce entre lo que es, lo que acontece en un tiempo real, y lo que es traído por el recuerdo, que surge en un tiempo fuera de lo real y cuyas relaciones con la realidad están mediatizadas por una interpretación, que . . . es “alfabética”, literal, cuando realmente surge de una conciencia analfabética, porque son producto de un juego." (Becerra Bolaños 128) Hemos visto que, en la segunda parte de El Quijote, Sancho cuestiona los sucesos en el palacio de los duques, las razones por qué no tiene un sueldo, etc. Pero, Sancho no duda de la religión y sus enseñanzas. La fe que tiene Sancho en las ideas que provienen del catolicismo se puede ver en sus acciones también. Cuando es gobernador, Sancho implementa leyes que favorecen a algunas personas: los virtuosos y los religiosos. Es importante destacar que con “los religiosos”, Sancho quiere decir cristianos viejos, como él. Según la Inquisición, los conversos y moriscos no merecían vivir en España; los que no fueron expulsados fueron asesinados en los autos de fe. Aunque Sancho no está diciendo directamente que apoya a la Inquisición, vemos que Sancho no quiere partir de los valores católicos—como la homogeneidad religiosa. Sancho toma eso muy en serio porque cuando se encuentra con su viejo amigo y vecino Ricote y se niega a ayudarle. Lo que pide Ricote—un morisco—es que Sancho le ayude a buscar su tesoro, que está enterrado en su pueblo. Pero, Sancho replica que “‘como por parecerme haría traición a mi rey en dar favor a sus enemigos, no fuera contigo, si como me prometes doscientos escudos, me dieras aquí de contado cuatrocientos’” (Cervantes 794). Sancho no cambia de opinión incluso cuando Ricote habla de cuánto echa de menos a España, su patria natural. Ricote explica que se siente español: habla en castellano, nació en España y creció allí. A pesar de todo eso, Sancho sigue pensando que ayudar a un morisco sería traición. Sancho se va haciendo discreto a través de la segunda parte de la novela, pero no cuestiona los sistemas y perjuicios cristianos. En ese sentido, Sancho no ha cambiado tanto de la primera parte de El Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.
La confluencia de la tradición oral y escrita es evidente en el personaje de Sancho Panza. Empieza como un labrador simple, a quien solamente le interesa comer y dormir. No tiene la capacidad de formar argumentos lógicos y bien organizados ni cuestionar la palabra de don Quijote. Pero, a través de la segunda parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, Sancho se convierte en un personaje discreto. Esto significa que utiliza el conocimiento de la tradición oral, compone argumentos lógicos, y cuestiona las ideas de don Quijote. Para construir argumentos bien hechos cuando duda de la palabra de don Quijote, Sancho hace uso de la tradición libresca que ha aprendido de su amo. Además de cuestionar la palabra de don Quijote, Sancho pone en duda la veracidad de las ilusiones de los duques. Pero, Sancho no toma el paso siguiente, que es cuestionar la cristiandad y sus implicaciones. Sancho se define antes de nada como un cristiano viejo, y por eso no está dispuesto a criticar las enseñanzas de la iglesia. Dice varias veces que no puede ir en contra de las reglas del rey (no puede ayudar a un morisco) ni de la institución católica (tiene que favorecer a los cristianos viejos). Nunca se para a criticar los sistemas sociales rígidos que provienen de la iglesia. Tiene sentido porque Sancho, como “cristiano viejo”, recibe la mayoría de su identidad de la religión. Su forma de ser viene directamente del catolicismo, así que no puede cuestionar la esencia de su identidad.
Obras Citadas
Almoguera, Rosa, and Kathleen Regan. “Erasing Boundaries: The Confluence of Oral and Written Traditions in Don Quixote.” Don Quixote: Interdisciplinary Connections, edited by Matthew D. Warshawsky and James A. Parr, Juan de la Cuesta, 2013, pp. 185–201. EBSCOhost, stmarys-ca.idm.oclc.org/login?url=http://search.ebscohost.com/login.aspx?direct=true&db=mzh&AN=2013322891&site=ehost-live&scope=site.
Becerra Bolaños, Antonio. “Oralidad y Memoria Oral En Don Quijote de La Mancha.” Los Espacios de La Sociabilidad En La Narrativa Cervantina, edited by Jorge Chen Sham, Editorial Arlekín, 2011, pp. 123–141. EBSCOhost, stmarys-ca.idm.oclc.org/login?url=http://search.ebscohost.com/login.aspx?direct=true&db=mzh&AN=2011043173&site=ehost-live&scope=site.
Cervantes Saavedra, Miguel de. El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Editado por Salvador J. Fajardo y James A. Parr, Library of Congress Cataloging-in-Publication Data, 2017.
Martín Morán, José Manuel. “Don Quijote En La Encrucijada: Oralidad/Escritura.” Nueva Revista de Filología Hispánica, vol. 45, no. 2, 1997, pp. 337–68. EBSCOhost, stmarys-ca.idm.oclc.org/login?url=http://search.ebscohost.com/login.aspx?direct=true&db=mzh& AN=2003041625&site=ehost-live&scope=site.
Ribeiro de Menezes, Alison. "'En el principio de la literatura está el mito': reading Cervantes through Juan Goytisolo's Reivindicacion del Conde don Julian and Juan sin Tierra." Bulletin of Hispanic Studies, vol. 77, no. 4, 2000, p. 585+. Academic OneFile, http://link.galegroup.com/apps/doc/A333066031/AONE?u=mora54187&sid=AONE&xid=e5316f5e. Accessed 10 Nov. 2018.
Jurado Santos, Agapita. "Estructuras binarias en el Quijote: la locura especular de don Quijote y Sancho." EHumanista, vol. 36, 2017, p. 105+. Academic OneFile, http://link.galegroup.com/apps/doc/A497053747/AONE?u=mora54187&sid=AONE&xid =c2c6de9a. Accessed 29 Nov. 2018.
End Notes
[1] Aparte de en la casa de don Diego Miranda y en las bodas de Camacho cuando tenía un exceso de comida y lecho.
[2] En el principio de la novela, Sancho quiere que su hija se case con un hombre noble. Parece que cuando le conviene, está en favor de mezclar las clases sociales.