Carrera mixta con dos modalidades: 5K y 10K. El circuito está diseñado con un tramo de zona asfaltada por el pueblo y otro por pista de tierra, por la huerta y ribera del río. Mide un pelín más de 5 kilómetros y se da una o dos vueltas según la modalidad elegida. También hay marcha senderista y carreras infantiles. Como en estas fechas ya hace calor, se pusieron tres avituallamientos: uno en el kilómetro 4, otro en el 6 y otro en el kilómetro 8 antes de llegar a meta. Hay que resaltar que el circuito no era totalmente llano, sino que tenía un par de subidas y sus correspondientes bajadas muy suaves.

La edición de este año contó con unos 250 participantes en los 10K y otros 150 en los 5K (senderistas e infantiles aparte). Los dorsales se entregaron de forma ágil en dos veces: el día de la carrera y el día anterior. La bolsa del corredor es pésima: solo lleva una camiseta bastante fea y barata y la propia bolsa en sí (bueno, y los imperdibles que quieras). Además, las camisetas se empezaron a entregar de color negro y en un momento dado se agotaron y se siguieron entregando otras de color blanco.

La llegada a meta, por suerte, estuvo mejor. Por lo menos había refrescos, agua, cerveza, gazpacho fresquito y frutos secos. Eso hizo más amena la espera para la entrega de trofeos, que también se realizó de forma bastante ágil. Y bueno, lo de llamarlos “trofeos” es bastante atrevido, porque los galardones eran simples medallas de cartón.

Como conclusión podemos decir que esta es otra carrera más, del montón, que no tiene mucho interés especial. Se puede repetir, pero sabiendo que no se te va a quedar grabada en el recuerdo por nada en concreto, ni bueno ni malo.