Observación, entrevista y registro en el Proceso de Inserción


La inserción[1] es un primer acercamiento a la trama social que los sujetos establecen en su vida cotidiana con relación a la satisfacción de sus necesidades; desde esta perspectiva se observa el sujeto con su problemática particular y demandas.

En cuanto a nuestras prácticas, iniciamos el conocimiento del contexto particular en primer lugar situándonos frente y en interrelación con los actores de la intervención profesional, haciendo un primer acercamiento a la relación sujeto- necesidad como expresión de la cuestión social; estableciéndonos interrogantes sobre el qué de la intervención, preguntándonos sobre las necesidades de los sujetos como elemento fundamental para la construcción del campo problemático.

Este proceso se fue profundizando a medida que avanzó la intervención, debido a un mayor manejo de información sobre el contexto. La principal herramienta teórico-metodológica que utilizamos desde la primer visita al barrio y al centro de prácticas fue la observación, la cual resulta esencial para acercarse y comenzar a conocer aspectos del territorio tales como la infraestructura, el acceso a los servicios, la dinámica social, cultural y comunitaria, entre otros aspectos.

La observación es un proceso constante que se da por medio de nuestros sentidos (vista, oído, olfato), constituyéndose en una técnica profesional, ya que la misma fue realizada en respuesta a objetivos previamente definidos en el marco de nuestra práctica; la observación fue sistematizada y registrada; en base a esta herramienta produjimos análisis y reflexiones con propósitos teóricos y no meramente anecdóticos. El objetivo de la misma es detectar las situaciones en que se expresan y generan los universos culturales y sociales en su compleja articulación y diversidad.

Otra de las herramienta que utilizamos para adentrarnos en la dinámica cotidiana del centro de prácticas fue la entrevista, la cual nos permitió captar relatos, historias e información sumamente valiosa y esclarecedora. Los entrevistados desde su subjetividad aportan múltiples puntos importantes de análisis sobre el territorio y la comunidad, permitiéndonos llevar a cabo nuevas reflexiones y formularnos nuevos interrogantes.

El tipo de entrevista utilizada fue la etnográfica, que consiste en un intercambio entre entrevistador y entrevistado sumamente abierto y libre, con preguntas previamente formuladas pero que en el momento se reformulan, o se formulan nuevas, también permitiendo al entrevistado que se exprese cuánto y cómo desee.

Ambos métodos antes nombrados requieren del registro, el instrumento que proporciona la materia prima de análisis de nuestras prácticas de formación profesional. El registro[2] debe mantener la interrogación permanente, la construcción de hipótesis de análisis, orientando la búsqueda de marcos referenciales específicos. Éste, es un medio por el cual se duplica el campo en forma de notas (registro escrito), imágenes (fotografía y cine) y sonidos (registro magnetofónico).[3] En primer lugar, es necesario, mediante la aplicación crítica e inteligente de técnicas de obtención de información que permitan al investigador ver y oír lo inesperado, y distinguir las reflexividades que confluyen en el trabajo de campo. En segundo lugar, mediante el registro de la información considerada diversa, inesperada o múltiple. En tercer lugar, resulta fundamental consignar el proceso de apertura de la percepción y exposición de la propia reflexividad como distinta de la reflexividad de la comunidad y de la del trabajo de campo en sí.

El registro implica que el investigador logre una sucesión de imágenes instantáneas del proceso de apertura hacia otras reflexividades; es una especie de cristalización de la relación vista desde el ángulo de quien hace las anotaciones. Un registro implica un recorte de lo que el investigador supone relevante y significativo. Es una valiosa ayuda para: 1) almacenar y preservar la información 2) visualizar el proceso por el cual el investigador va abriendo su mirada, aprehendiendo el campo y a sí mismo, y 3) para visualizar el proceso de producción de conocimiento que resulta de la relación entre el campo y la teoría del investigador.

Lo que el investigador tiene en su registro es la materialización de su propia perspectiva de conocimiento sobre una realidad determinada. En este sentido, conformamos de manera individual un cuaderno de campo, donde cada integrante realiza su registro de cada visita al territorio, debido a que consideramos que éste se encuentra inmerso en la subjetividad de quien lo realiza; pero también, realizamos un cuaderno de campo grupal, en el cual recopilamos la información y datos más importantes de cada visita, el mismo va circulando por todas las integrantes del grupo, ya sea para leer lo ya escrito, como para redactar información sobre nuevas visitas.

También se utilizó la técnica de la cartografía social, en la realización de un mapeo colectivo, que sirvió para que les estudiantes expresen sentimientos y valoraciones sobre distintas zonas del barrio y visibilizar los lugares de pertenencia.


[1] Margarita Rozas. Una perspectiva Teórico- Metodológica de la intervención en Trabajo Social.

[2] Terzaghi; Lugano. Ficha metodológica N°1: Guía para el registro y su recuperación analítica.

[3] Rosana Guber. (2011). La etnografía, método, campo y reflexividad. Buenos Aires: Siglo XXI; cap. 3 y 5