Tras la necesidad de conseguir un cambio de los modelos metodológicos empleados y dotar a las instituciones de calidad educativa surge la idea de construir modelos innovadores que consigan mejorar la educación en contextos de diversidad cultural y complejidad, abogando así por una inclusión educativa.
Vivimos en una sociedad en la que cada vez más, las tecnologías están ocupando un papel fundamental en nuestro día a día. Esta evolución hacia una sociedad tecnológica y del conocimiento, también está teniendo lugar en la educación. Es por ello que se hace latente la modificación de los roles del profesorado y alumnado, lo que implica la adaptación de estrategias de enseñanza-aprendizaje que incluyan las nuevas tecnologías y sus diversas herramientas como parte trascendente en las prácticas educativas. Además, las redes sociales se han convertido en una herramienta que permite el aprendizaje colaborativo e involucra espacios de intercambio de información que fomentan la cooperación.
La innovación ocupa un lugar fundamental en este proceso y tal como queda recogido por Medina (2015) en su obra “Innovación de la educación y la docencia”, la innovación ha de entenderse como algo nuevo, una aportación singular en un espacio determinado. Esto es, la incorporación de algo novedoso y no de un simple cambio o rejuvenecimiento, sino una aportación que facilita resolver algunos de los problemas presentes o limita la influencia de condiciones adversas para el desarrollo y el desenvolvimiento del sistema. Se trata de desarrollar un modo de trabajar distinto, con la concurrencia de factores que introducen ese carácter innovador: selección original y creativa tanto de recursos humanos como materiales, procesos de organización y acción que introducen novedades que favorecen la consecución de fines y objetivos.
Así pues, dado que estamos en una sociedad en continuo cambio debemos avanzar con ella y no acomodarnos. Los cambios van sucediendo a nuestro alrededor y esto es cada vez más inminente en todos los ámbitos, laboral, social, cultural… por ello, como he resaltado ya, debemos avanzar en la dirección de la innovación para no quedarnos atrás y seguir evolucionando. Mediante la innovación vamos a conseguir que el alumnado, los docentes, la institución y la sociedad se desarrollen y si consiguen que su proceso innovador sea óptimo estaremos en estrecha relación con la calidad educativa, entendiendo ésta como “el rasgo atribuible a entidades individuales o colectivas cuyos componentes estructurales y funcionales responden a los criterios de idoneidad máxima que cabe esperar de las mismas, produciendo como consecuencia aportaciones o resultados valorables en grado máximo, de acuerdo con su propia naturaleza” (Gento, 2002, p. 11).
Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) han facilitado procesos y han dado al ser humano una mayor ventaja de tener información en tiempo real y desde cualquier lugar del mundo. Es por ello, que tras conocer la situación del centro, tras un diagnóstico inicial del mismo, y la percepción que los docentes que forman parte de él tienen del uso de las TIC en el mismo podemos sacar en claro que se debe propiciar un uso más eficaz y extendido de las TIC en el centro, ofreciendo formación tanto al profesorado como al alumnado a través de una dotación suficiente de recursos para de esta forma poder promover la interculturalidad en los entornos virtuales y reales de interacción.
De este modo, a lo largo de esta propuesta educativa se pretende promover una educación de calidad y equidad en el mismo tomando como base el desarrollo de la Inteligencia Emocional a través de las TIC.