Ernestina de Champourcin

(Vitoria 1905 - Madrid 1999)

Desde pequeña aprendió a hablar, leer y escribir a la perfección en inglés, francés y español.

Creció con las obras de Victor Hugo, Lamartine, Valle-Inclán, Rubén Darío y Ramón Jiménez, entre otros, quienes la inspiraron a escribir poesía desde muy pequeña.

Sus versos hacían referencia al progreso social, la modernidad, el amor y el jazz. Además de las decenas de poemarios que llegó a publicar, solía escribir en diferentes periódicos, y siempre se negó a que sus artículos estuvieran en la sección femenina: debían estar en la de poesía junto a los del resto de hombres.

Vivió la guerra y el exilio en México, y a su vuelta recibió numerosos galardones, entre los cuales destaca el premio Euskadi de Literatura en 1989. En 1992 fue candidata al premio Príncipe de Asturias.

No quiero saber nada...

«No quiero saber nada…

Ni de esa luz incierta

que retrocede vaga

ni de esa nube limpia

con perfiles de cuento.

Tampoco del magnolio

que quizá aún perfume

con su nieve insistente…

No saber, no soñar,

pero inventarlo todo»