He aprendido a integrar teorías y prácticas de tecnología educativa con un enfoque en la pedagogía contemporánea. Este aprendizaje se dio a través de la exploración de herramientas digitales y estrategias pedagógicas, aplicando el contenido para desarrollar actividades que fomenten el aprendizaje activo y significativo. El proceso incluyó analizar casos prácticos, estudiar las necesidades de una población diversa y reflexionar sobre cómo adaptar estas herramientas a esos contextos educativos.
El mayor desafío ha sido alinear el uso de tecnología educativa con las necesidades pedagógicas específicas de los estudiantes, asegurando que las herramientas seleccionadas no solo sean funcionales, sino que también enriquezcan el proceso de enseñanza-aprendizaje de manera efectiva. Igual, evitar que se vuelvan monótonas.
Identifiqué y seleccioné herramientas tecnológicas apropiadas, evaluando su pertinencia para cumplir con objetivos educativos concretos. Por ejemplo, la creación de una plataforma de aprendizaje interactivo para diseñar actividades que fomenten la participación activa de los estudiantes, asegurándose de que su uso esté basado en teorías constructivistas de aprendizaje. El proceso fue más llevadero al realizar revisiones críticas de las funcionalidades de las herramientas, las necesidades de los estudiantes y las capacidades del docente para entender cómo se podían alinear con los resultados de aprendizaje deseados.
La tecnología educativa se pudo integrar de manera efectiva al diseñar actividades que promovieran la colaboración y el pensamiento crítico entre los estudiantes. Por ejemplo, se emplearon herramientas de trabajo colaborativo como páginas web editables y foros de discusión para desarrollar habilidades de análisis y síntesis en temas curriculares relevantes. La implementación necesitará estar guiada por principios pedagógicos contemporáneos, como el aprendizaje centrado en el estudiante y el desarrollo de competencias.