Cuando Poppy (Emma Roberts), una auténtica princesa malcriada de Malibú, destruye su casa situada en la playa para dar “la bienvenida” a la nueva novia de su padre (Aidan Quinn), este pone en práctica una vieja amenaza y la manda a un internado en York, Inglaterra. Espera que allí aprenda a comportarse, descubra la lealtad y la amistad.
Fuera de su elemento, Poppy tiene un muy mal comienzo en la Escuela para Chicas Abbey Mount. Se crea una enemiga de por vida al rehusar reconocer la autoridad de Harriet (GEORGIA KING), la delegada del colegio, una chica cruel y esnob, representante de la quinta generación de su familia en el internado. Tampoco entiende por qué debe llevarse bien con sus compañeras. Total, Poppy está convencida de que habrá vuelto a la playa al cabo de unas semanas.
Unas cuantas compañeras de dormitorio, como Drippy (JUNO TEMPLE), Kiki (SOPHIE WU) y Josie (LINZEY CROCKER), no quieren saber nada de Poppy, sobre todo cuando pierden algunos privilegios por culpa de sus gamberradas. Pero Kate (KIMBERLY NIXON), más madura que las demás, le tiende la mano cuando Poppy le cuenta que su madre murió en un accidente de coche hace cinco años y que no se ha sentido bien desde entonces. Naturalmente, las chicas deciden ayudar a la joven estadounidense a volver a casa. Y para eso, deben hacer que la expulsen..
Empieza la Operación Libertad.
Una serie de bromas pesadas y audaces no tienen el resultado esperado. La Sra. Kingsley (Natasha Richardson), directora del colegio, no castiga a Poppy, y las chicas comprenden que deberán subir el listón. Kate le sugiere a Poppy que coquetee con Freddy (Alex Pettyfer), el hijo de la Sra. Kingsley. Mandaron a casa a la última chica a la que pillaron metiéndose mano con él.
Harriet descubre que Poppy va a por Freddy y pierde los estribos. Está colada por él y, en su opinión, sólo ella puede aspirar a su afecto. Al ver que Poppy no respeta lo más sagrado, la abeja reina inicia una campaña de sabotaje. Su intención es doble: dejar a Poppy sin amigas y sin Freddy.
Entretanto, Poppy se acopla cada vez más a la vida del colegio. Cuando la Sra. Kingsley le pide que haga un esfuerzo, no se le ocurre nada mejor que entrenar al equipo de lacrosse1... al estilo americano. Poco a poco, Poppy empieza a entender que las chicas que la rodean son sus amigas y la quieren. No tienen nada que ver con las sanguijuelas de su antiguo instituto. Se esfuerza en dejar el colegio y ligarse a Freddy, pero empieza a darse cuenta de que la felicidad quizá esté escondida más cerca de lo que parece.Pero Harriet no se rinde. Al ver que pierde terreno, decide falsificar correos electrónicos en los que Poppy deja claro que usa a sus nuevas amigas y se burla de ellas, tratándolas de idiotas e insultando a Freddie. Sus compañeras se sienten muy heridas. Poppy, desamparada, se esconde en una esquina de la cocina. Mientras piensa en su desgracia, juega con un mechero. Sin querer, prende una esquina de la cortina. Asustada, consigue apagar el fuego y sale corriendo del lugar, olvidándose del mechero.
Poppy cree haber apagado el fuego, pero se ha reavivado. El pánico se apodera del colegio. La chica le confiesa a la Sra. Kingsley ser la responsable del incendio. Poco después, descubre una foto del equipo de lacrosse de 1977 y se entera de que su madre estudió en el colegio y capitaneó el equipo de lacrosse. La Sra. Kingsley no tiene más remedio que proponer su expulsión ante un tribunal formado por sus compañeras. Por suerte, Kate y las otras chicas han descubierto el engaño de Harriet y apoyan a su amiga.
Durante el interrogatorio, Harriet se equivoca y acaba revelando que fue ella quien reavivó el fuego. Poppy es declarada inocente y consigue que el equipo de lacrosse gane el torneo. Poppy y su feliz padre disfrutan viendo a Freddie y a las chicas descubrir el mundo de la megapetarda. Poppy entiende por fin que ahora es la hija que su madre habría querido tener.