En lo más esencial de El lcuhador está el corazón tierno de un hombre que se pelea no sólo en el ring con sus oponentes con aspecto de villanos de cómic, sino también contra el daño que la vida le ha inflingido en cuerpo y alma. La película se despliega en base a dos panoramas. Uno es el mero espectáculo, la pura acción visceral, con esa intensidad marginal, de uno de los más emblemáticos y singulares deportes de Estados Unidos. El otro es ese espacio obsesivo, terrible, en el interior de un hombre que busca desesperadamente un lugar al sol, desafiando sus muchas debilidades.Mickey Rourke interpreta a un Randy "el Carnero" Robinson que tan sólo quiere seguir haciendo la única cosa que sabe cómo hacer. Sin embargo, también es un hombre que ha perdido todas las oportunidades. Antaño un héroe de la clase trabajadora que se vio aupado como icono en el circuito de lucha libre profesional, ahora combate para inquebrantables admiradores en los auditorios de los institutos, sin embargo, apenas puede satisfacer el alquiler del remolque donde vive mientras combate los estragos de la edad perceptibles en su maltrecho cuerpo. Encaja las brutalidades y las derrotas en su vida con humildad y humor autodevaluante, pero cuando un combate particularmente encarnizado evidencia la mortalidad de Randy, todo indica que su carrera ha llegado por fin a una resolución definitivamente: quedarse sin futuro, sin resquicio de propósito en la vida. A duras penas apartándose del borde del oscuro abismo, Randy intenta reinventarse. Puede que no esté seguro de cómo amar, pero ahora se halla demasiado solo y asustado como para no intentarlo. Y así se dispone a enmendar la relación con una hija perdida (EVAN RACHEL WOOD) cuyo corazón él rompió irrevocablemente muchos años antes. Procura bastir un romance improbable con su única confidente, una veterana bailarina exótica (MARISA TOMEI) y compañera de afición por el hard-rock en un club local. Incluso logra una ocupación de atención al público. Pero finalmente, a Randy no le es posible resistirse por más tiempo al impulso de revivir el único momento de gran gloria de toda su vida, mientras desafía la adversidad y se prepara para la revancha contra quien ha sido la horma de su zapato desde los ochenta: "El Ayatollah", en el único terreno en el que todavía cree que puede enfrentarse absolutamente a cualquier cosa.
Pese a integrar una buena parte de la cultura norteamericana desde hace décadas con su insólita mezcla de comedia, patetismo, y crudo realismo, nadie ha realizado nunca un film serio sobre la lucha profesional. Eso es algo que Darren Aronofsky ha querido cambiar desde que comenzó a hacer películas. Ahora, con EL Luchador (The Wrestler), emprende un nuevo rumbo con este drama descarnado, áspero, directo, e intensamente emotivo. Aunque Aronofsky no ha sido nunca un fanático de la lucha libre, sí recuerda haber ido de niño a ver el enfrentamiento entre Hulk Hogan y Tony Atla en el Madison Square Garden. Desde entonces, siempre le ha intrigado la cuestión de cómo debía ser realmente vivir en ese mundo.
EL Luchador (The Wrestler) tiene elementos de film deportivo, pero siempre la he entendido como un drama humano, mucho más en la línea del retrato íntimo de una vida" —comenta Aronofsky—. "No hace falta ser un seguidor de la lucha libre para disfrutar el film. Habla de una persona cualquiera que un buen día se despierta y se da cuenta de que ya no puede hacer lo que llevaba haciendo habitualmente, las cosas que le importaban. Se trata de ese momento en la vida que mucha gente afronta".
En lo más esencial de EL Luchador (The Wrestler) está una interpretación estimulante, muy física, capaz de diseccionar las aceradas capas que integran a un Randy “el Carnero” Robinson —quien resulta pura roca en la lucha, levanta pesas en todo momento y no duda a inyectarse esteroides— para evidenciar el corazón igualmente emotivo y divertido que reside debajo del hombre.
Cuando Mickey Rourke decidió encarnar a Randy, los realizadores se mostraron entusiasmados de que hubiera sido él quien finalmente asumiera el papel. "Al minuto de que Mickey Rourke se hubiera incorporado al proyecto, ya comenzamos a perfilar detalles del papel específicamente pensados para él, y estábamos encantadísimos de hacerlo". —comenta Scott Franklin.
Rourke apareció en el ruedo en la década de los ochenta como una de los más prometedores actores jóvenes de su generación, con aplaudidos papeles en películas como Diner (Diner, 1982), El corazón del ángel (Angel Heart, 1987), y El borracho (Barfly, 1987). Sin embargo, tras hundirse en su propio infierno, Rourke desapareció del mapa prácticamente. Recientemente, había hecho un regreso a la pantalla en la adaptación gráfica del cómic de Frank Miller, Sin City-Ciudad del pecado (Sin City, 2005), de Robert Rodríguez, pero hacía muchos años que a Rourke no se le veía en un papel de la complejidad y sensibilidad de Randy “el Carnero” Robinson.
Sólo las exigencias físicas del papel ya eran del todo extremas, pues Rourke entrenaba con auténticos luchadores, hacía todas las escenas de lucha en que debía aparecer, y aumentó en casi 14 kgs su masa muscular para su personaje. Aunque ha mantenido combates de boxeo en el ring tanto en calidad de aficionado como de profesional, y pese a mantenerse en buena forma, durante varios meses Rourke trabajó estrechamente con un entrenador físico para lograr crear el singular cuerpo de Randy, que debía ser a un tiempo fuerte y atlético, aunque también debía parecer cansado y desgastado. Asimismo, sobrellevó un intenso entrenamiento con un integrante del Salón de la Fama de la lucha libre profesional conocido como Afa the Wild Samoan en su célebre Wild Samoan Training Center, con miras a aprender los movimientos y trucos de este negocio.
Randy Robinson aplaca la soledad que embarga a su vida fuera del ring principalmente en el club de striptease local, donde hace tiempo que se permite flirtear amistosamente con una bailarina exótica que se llama Cassidy (o Pam), quien también va acercándose al límite de edad que su carrera permite. Cuando las cosas comienzan a irse a pique, es Randy quien expone sus emociones a Cassidy en un esfuerzo por hallar una conexión emocional con la única persona con quien puede relacionarse fuera del ring. Tan pronto como el personaje emergió, Aronofsky pensó para el papel en Marisa Tomei, con quien había ido al instituto. Ganadora de un Oscar por el enfoque cómico de una chica explosiva del Bronx en Mi primo Vinny (My Cousin Vinny, 1992), la actriz ha alcanzado a interpretar un destacada variedad de personajes, logrando otra nominación a los Oscars por su trabajo como amante con sentimiento de culpabilidad en En la habitación (In the Bedroom, 2001).
Tomei nos dice que sintió una conexión instantánea con Rourke, lo que contribuyó grandemente a construir una relación orgánica entre los personajes. "Rourke puede ser al mismo tiempo muy dulce y muy duro; tremendamente encantador y, sin embargo, del todo directo" —comenta la actriz—. "Me ha ayudado muchísimo, lo que me vino muy bien porque mi primer día de rodaje me vi desnuda y ¡bailando en las rodillas de los clientes!"”
Rourke concluye: "El día en que el rodaje tocaba a su fin me sentí enormemente feliz porque ésta había sido la película más dura que jamás había afrontado. Todo el mundo se dejó el alma en la realización de esta película, y me siento en verdad orgulloso de ella, pero también inmensamente agradecido por el hecho de que esté ya terminada".