Scott Mohaka Adventure

El año pasado (2017) fue mi compañera inseparable una bicicleta reclinada con la que hice un montón de kilómetros. Son, las reclinadas, bicicletas extremadamente cómodas para viajar, para devorar kilómetros y kilómetros sin notar dolores de cuello, espalda, culo o manos. Las piernas sufren pero es lo lógico, son las que hacen el trabajo. Permiten ir viendo en horizontal sin forzar el cuello y eso tiene como premio el poder disfrutar del paisaje y no ver solo asfalto y la rueda delantera. Llaneando y principalmente en descensos su buena aerodinámica las hace muy veloces. Las reclinadas tienen también sus desventajas en tráfico urbano, transporte y principalmente en capacidad de ascenso. No es que no suban, es que suben de modo diferente y en mi opinión peor que una vertical. Hasta un 10-12% no hay problema serio pero de ahí para arriba la cosa se complica mucho. Lo primero es el peso que siempre es bastante superior al de una vertical equivalente. Lo segundo es que la postura pedaleando es siempre la misma y no puede uno levantarse del sillín para cambiar de postura y de músculos implicados en el esfuerzo, siempre son los mismos músculos los que trabajan y cuando se saturan no hay recambio ni alivio más que parar un rato y retomar fuerzas. Lo tercero es que a igualdad de dificultad, una subida con la misma pendiente, en la reclinada siempre tengo que llevar marchas más cortas y eso tiene dos límites, uno de ellos es el técnico -la piñonera usada- y otro la velocidad mínima. En una vertical puedo pedalear a 3 km/h o incluso menos sin el mayor problema. Con mi Scott Mohaka que pesa el doble que una buena de carretera puedo ir casi parado equilibrándome moviendo el cuerpo respecto a la bici mientras que en una reclinada el ciclista y la bici forman una unidad y si la velocidad cae por debajo de unos 6 km/h te vas al suelo lateralmente en un visto y no visto, por lo menos en la mía. No hay cara sin cruz.

Vivo en una zona privilegiada rodeada de montañas cuya altitud supera o anda cerca de 2000 msnm. Lo mejor es que a pocos kilómetros de casa (550 msnm) ya comienzan interesantes rutas por asfalto o pistas forestales con desniveles que no podría afrontar con la reclinada de ninguna manera. Quería poder afrontar esas rutas y cambié el chip. Este año lo enfoqué más a trabajar desniveles que a recorridos llanos.

Como no me va el ciclismo mtb/btt decidí montarme una bici de cicloturismo/gravel a partir del cuadro de mi vieja Scott Mohaka. Ese cuadro es del mismo material (cromoly 4130) y tiene unas cotas casi iguales a las de una Kona Sutra de mi talla, me refiero a ángulos de sillín y horquilla, medida de vainas, etc. Que la barra superior sea horizontal o con caída es algo más estético que funcional. Obviamente la calidad de la Kona está muchos escalones por encima, por supuesto, pero me sirve como referencia. La principal diferencia es una altura del eje pedalier unos 2 cm mayor lo que hace que en subidas del 20% o más la rueda delantera tenga una clara tendencia a levantarse del suelo aunque como contrapartida puedo pedalear en curvas sin temor a tocar con los pedales en el suelo. Un 13-35 atrás y 28-38-48 delante me permiten afrontar casi cualquier cosa y da una velocidad razonable en llano y bajada. Las ruedas son unas 700 de doble pared con 36 radios a tres cruces. Tija y potencia regulables en altura y ángulo. El manillar de aluminio de ruta y las manetas de cambio son recuperados de una bicicleta que tuve en la adolescencia. Prefiero las manetas en la tija o en la potencia que en el fin del tubo de manillar, los cables van pegados al cuadro y no molestan. Cambio no indexado. Manetas Tektro de tiro largo. Frenos V aptos para ruedas de 26 pulgadas a 700c, solo hay que subir o bajar las zapatas. De sillines probé varios que van bien para recorridos cortos pero son una tortura para los largos y al final tiré por lo probado y reprobado, un Brooks B17, que es el mejor dinero invertido en la bici. Potencia regulable en altura y ángulo, ideal para ir probando hasta encontrar la postura más cómoda. Neumáticos 28×622 aptos para uso urbano, ruta y pistas de tierra sin grandes dificultades. Para rutas por terrenos más complicados le coloco unas ruedas de 26" de balón ancho o con tacos. Transportín trasero que se pone y quita fácilmente en caso de necesidad, etc.

El resultado es que ahora puedo disfrutar de todo tipo de rutas y tener una bicicleta ágil en el tráfico urbano. No tiene la comodidad de mi reclinada pero incluso en rutas que superan el centenar de kilómetros no se me resiente el cuello ni la espalda y el sillín no me destroza el trasero. La clave es ir variando ajustes hasta encontrar el adecuado. Una vez alcanzado solo queda disfrutar de la ruta. En eso estamos.