Que es tu Papel

EL MUNDO ES UN TEATRO DEL ABSURDO

¿CUÁL ES TU PAPEL?

En el fondo, todos sabemos que el mundo es un escenario y que todos los actores caminan de aquí para allá haciendo como si todo fuera de verdad. En realidad, todos llevamos máscaras. Sí, máscaras. No sólo una, sino cuatro. Está la máscara visceral que pretende ser sensible, la máscara discriminadora que pretende discernir, la máscara pensadora que intenta presentar apariencia de inteligencia siempre que es posible, y la máscara ideal que pretende ser lo que los demás aprecian y aman.

Sí, somos grandes farsantes y lo cierto es que el mundo entero es un teatro.

Pero ¿no es cierto que el ser humano es sensible y discriminativo por naturaleza y tiene inteligencia natural? Sí, así es.

Entonces, ¿para qué nos hacen falta las máscaras? Ésa sí que es una buena pregunta...

Es porque nuestra sensibilidad natural, que es nuestro potencial, no es útil a la hora de reportarle a nuestra Identidad Visceral todo el confort que desea, así que ésta sigue su curso, pretendiendo que está dotada de sensibilidad natural. A la Identidad Visceral se le da tan bien este juego que casi engaña a todos, pero como todos saben que el mundo es un teatro, nadie está seguro en el fondo de si el otro está actuando o no. Hay por tanto una gran desconfianza hacia la sensibilidad de los demás. Tu Identidad, que en realidad no es sensible, quiere poseer esa sensibilidad en los demás. Quiere recibir sin correr el riesgo de dar lo que está oculto tras la máscara de la Identidad.

Es porque nuestra discriminación natural, el afecto natural que no es consciente, se ve tapado por la Identidad -que desde el nacemiento ha tenido el refuerzo de padres, amigos, iglesias, Estado, la cultura dominante y el sistema educativo- ha desarrollado gustos, desagrados y una indiferecia intelectual que trabaja en pro de la satisfacción de la Identidad emocional.

De la misma manera, dado que nuestra Inteligencia natural, que genera una comprensión de la unidad de todos los fenómenos, no es útil en nuestra civilización, se coloca sobre ella la inteligencia académica o el sentido común como máscara sofisticada para asegurarnos un lugar entre los ricos y famosos, si es que tenemos la formación y habilidades para conseguirlo.

Mientras tanto, con estas tres máscaras de la Identidad reveladas sólo de tanto en tanto, nuestra máscara ideal nos granjea amistades e influye sobre nuestro entorno social.

En un gran "show" y todos se colocan un rostro, pero detrás de la máscara sufren por los deseos que nunca pueden conseguirse. De vez en cuando, cuando parece que se alcanza un deseo, surge tanta tensión y estrés por seguir en posesión de ese estado que hay un gran apego y, por supuesto, sufrimiento.

Tan sofisiticadas son las obras de este teatro que cada identidad tiene cientos de caras y la reina de los disfraces es, por supuesto, la Identidad de codicia. Uno puede imaginarse la complejidad de este mundo en el que siempre hay capa sobre capa de máscaras cambiantes.

¿Qué es lo que hace la verdadera naturaleza de cada uno, sumergida todo el tiempo bajo la presión de estos disfraces?

De hecho, grita reclamando libertad. Pero nadie escucha; de hecho, el teatro es tan real para la mayoría de la gente que creen que su propia máscara es de verdad y que la falsa felicidad que la Identidad siente a veces es tan maravillosa, que el sufrimiento que se siente es un precio aceptable para tener un lugar en el centro del escenario.

Sí, llora pidiendo libertad y nadie la escucha.

Ah sí, cuando el sufrimiento es intenso hay una búsqueda interna del "yo" verdadero, pero una vez que se relaja la presión se vuelve a la trama principal, que es la búsqueda de la felicidad, que por supuesto es falsa.

La trama ocurre en realidad un teatro del absurdo, y mientras todos desempeñan sus papeles el teatro está en llamas, el escenario está ardiendo y el aire está lleno de humo.

Y la tragedia es que ninguno de los actores se da cuenta de que el teatro se está quemando en torno a ellos.