Descartes ha sido a menudo denominado como el padre de la filosofía occidental moderna, el filósofo que con su enfoque escéptico ha cambiado profundamente el curso del pensamiento occidental y sentado las bases del modernismo.
Las dos primeras de sus Meditaciones metafísicas, las que formulan la famosa duda metódica, representan la parte de los escritos de Descartes que más influyó en el pensamiento moderno. Trasladó el debate de "¿qué es verdad?" a "¿de qué puedo estar seguro?", cambiando así la garantía de verdad que proporcionaba Dios en la humanidad. Éste fue un paso revolucionario que planteó las bases de la modernidad y cuyas repercusiones históricas están todavía en curso. Surge una revolución antropocéntrica, donde el ser humano se eleva ahora al nivel de un sujeto, de agente emancipado, equipado con razones propias y autónomas. En concreto, sucede la emancipación de la humanidad de la verdad de la revelación cristiana y de la doctrina de la Iglesia. Ahora es el ser humano quien establece sus propias leyes y toma su propias posturas.
En los tiempos modernos, quien garantiza la verdad ya no es Dios, sino los seres humanos, cada uno de nosotros somos una conciencia propia, moldeadores y garantes de nuestra propia realidad. En este sentido, cada persona se convierte en un adulto racional, un agente sensato, a diferencia de un niño obediente a Dios. Este cambio de perspectiva fue característico en la época que va desde el medievo cristiano a la modernidad, un cambio que ya había sido anticipado en otros campos, y al que ahora Descartes estaba dando una formulación en el campo filosófico. Esta perspectiva antropocéntrica que establece como autónoma a la razón (la hace libre e independiente) sirvió de base para toda la antropología posterior. Se dice que la revolución filosófica de Descartes provocó el antropocentrismo y el subjetivismo, postura filosófica que toma como factor primario para toda verdad y moralidad a la individualidad psíquica y material del sujeto particular, siempre variable e imposible de trascender hacia una verdad absoluta y universal.
Paradójicamente, se ha debatido que el propio Descartes no se dio cuenta del alcance de su gesto revolucionario.