La danza macabra

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El término “Danza macabra” encierra ciertas manifestaciones artísticas que cobraron auge en Europa entre los siglos XIV y XV. En un mundo azotado por plagas devastadoras surge la danza macabra como un memento mori, recordatorio de la fragilidad de la vida terrena y la posibilidad latente de una muerte repentina, aunado a la búsqueda espiritual que exhorta a estar preparado, en cualquier momento, para rendir cuentas al Creador.

Por medio del ámbito literario y plástico, el hombre de la saliente Edad Media manifiesta su inquietud no con la burla ni la representación lúdica de la muerte (como sucede en otras culturas), sino a través de la expresión del horror provocado por la muerte inesperada que es sublimado en tajante resignación que llega a tomar tintes de cinismo y de ironía.

La Danza Macabra del Cementerio de los Santos Inocentes de París, que aquí presentamos, está considerada como el punto de partida de otras Danzas europeas. Fue realizada entre 1424 y 1425 en el muro sur del Convento de Frailes Menores. En 1669, con el fin de realizar una ampliación, dicho muro fue demolido ignorado por la estética vigente durante el reinado de Louis XIV.

Por fortuna, la Bibloteca Nacional de París preservó en dos manuscritos los versos de esta danza. Los grabados, realizados a partir de los frescos originales, provienen de la edición de La Danza Macabra de Guyot Marchant pubicada en 1485, cuyo original se encuentra en la biblioteca de Grenoble.

Por provenir de un libro, sólo podemos admirar escenas aisladas de la danza, y no con la perspectiva usual de estas representaciones: la de una línea completa (un corro) de danzantes y Muertes alternados.