PRIMERAS OPINIONES / LA INFINITA CAPACIDAD DE LAS PALABRAS
La línea entre el agua y el aire, de José Víctor Martínez Gil, un gran descubrimiento por esa inmensa capacidad de lo poético-breve. ¡Toda una lección de la infinita capacidad de las palabras para presentarse en su pequeñez llenas de vida, amor y sensibilidad.
Eduardo Rodríguez Merchán (España)
Critico y profesor universitario, por dos veces Vicerrector
de la Universidad Complutense de Madrid (UCM)
José Víctor Martínez Gil con La solidez de lo invisible, ha logrado presentar una obra que se mueve en esa "otra dimensión", sólo alcanzada por las obras nacidas desde la más lúcida razón y la más ardiente pasión. Los textos que integran esta colección evidencian, por ello, un preciso dominio de los secretos del antiguo arte de contar. Más, también, resultan ejemplares ejercicios de síntesis, de compendio, de reflexión, de la sabiduría y la experiencia del ser humano a lo largo de su devenir histórico. Y, por último, no por ello menos importante en este libro excelente, estos cuentos tienen su génesis en los preceptos, las enseñanzas, las lecciones, que la narración oral escénica ha legado al mundo de este tiempo y del tiempo por venir.
Fernando Rodríguez Sosa (Cuba)
Periodista, crítico y promotor cultural.
Premio Nacional de Periodismo Cultural del Ministerio de Cultura de Cuba
La solidez de lo invisible, es un libro, para adultos y en mucho sin edad, que cautiva como cautiva el beso infantil al globo, dispuesto a renunciar al aire a cambio del sutil roce. El lector disfruta de una obra poblada por paradojas que se convierten en realidad e incluso constituyen norma, en la que otros muchos mundos son posibles solo con desearlo lo suficiente. José Víctor nos regala un libro que barre las nubes de tormenta. Nos descubre la magia que habita lo cotidiano, igual que la madre del caballo de mar desvela a la inexperta criatura su singular futuro como habitante del azul submarino.
La solidez de lo invisible es una obra tejida con palabras etéreas que encierran principios robustos, con sentimientos tiernos que brotan de una pluma firme. Es un libro de extraordinarias simbiosis y desenlaces sorprendentes, donde el amor, que todo lo completa, nos redime de nuestra condición de cíclopes, es fuerza motriz y fin último, poderoso argumento capaz de hacer que palomas y gusanos se unan en improbables nupcias y traigan al mundo cándidas palomas emplumadas.
José Víctor Martínez Gil se revela, como hiciese ya en su anterior libro La línea entre el agua y el aire, un escritor de innegable valía. Pero también, y no menos importante, una persona de desbordante humanidad, un hombre bueno. Nos encontramos ante un autor dotado de la ternura y la sencillez de un niño, feliz propietario de su mirada ingenua y esperanzada; pero también dispuesto al compromiso, a la filantropía consciente y responsable propia de un adulto devoto de sus semejantes. Descubrimos a un hombre decidido a revalorizar un mundo invisible y delicado, pero no por ello menos real ni menos consistente que la piedra.
La solidez de lo invisible no puede pasar desapercibido porque es la creación de un autor comprometido con una causa trascendental, la misma por la que trabaja desde los escenarios, siempre por y para el ser humano, con ese poder de fascinación tan poco usual que lo caracteriza, con un embrujo que no surge únicamente de su incontestable profesionalidad y talento, sino de esa aura especial que irradia, de eso que algunos denominan ángel y que sin duda ha de ser un don del cielo.
Salomé Guadalupe Ingelmo (España)
Escritora y Doctora (orientalista), profesora honoraria de la Universidad Autónoma de Madrid
Premio Internacional de Microtextos "Garzón Céspedes" 2010
Impresionantes los textos de José Víctor Martínez Gil en La solidez de lo invisible. Una lírica muy refinada y de exquisita factura. Son textos cortos desde lo narrativo que juegan con lo irónico, pero que tienen una intensidad en su dramaturgia que realmente estas creaciones vibran con las palabras. Son como epigramas o sentencias o fábulas, pero a partir de una visión más plural que
la hacen diferente.
Luis Manuel Pérez Boitel (Cuba)
Poeta. Premio Casa de las Américas, 2002
Premio Internacional de Poesía "Manuel Acuña" en Lengua Española (Castellana) 2013
OPINIONES MÁS RECIENTES
LOS CUENTOS DE MÍRAME CON LOS OJOS CERRADOS
BRILLAN Y ALETEAN
Maruja Vieira White (Colombia)
Premio Vida y Obra del Ministerio de Cultura de Colombia
Orden Gabriela Mistral del Gobierno de Chile
En una tarde inolvidable, leí el libro (los libros reunidos) del escritor mexicano José Víctor Martínez Gil: Mírame con los ojos cerrados, publicado por Ediciones COMOARTES en Madrid. Estoy asombrada y feliz al ver cómo el idioma, el amor, la ironía, la gracia, la filosofía más profunda, caben en unas letras tan breves, que brillan como bandadas de cocuyos en la noche y aletean como bandadas de pájaros en el día. Mi corazón infantil dice como el gato: ¡guau!
APORTE DEFINITIVO A LA MICROFICCIÓN
Daniel Gallegos Troyo (Costa Rica)
Académico de la Lengua de Costa Rica
Premio de Cultura “Magón” del Estado Costarricense
Mírame con los ojos cerrados, el libro de José Víctor Martínez Gil, me cautiva por el encanto que tiene este conjunto de elaboradas miniaturas que son un tesoro del relato breve. Con pocas palabras este autor construye historias, crea mundos y estados de ánimo que sorprenden, gracias a su agilidad narrativa y extraordinaria capacidad de síntesis, cualidades fundamentales de este género literario.
Relatos que nos colocan ante un espejo cuyas imágenes reconocemos y nos reconocen; descubrimiento que induce a la reflexión sobre diversos aspectos de la condición humana. Trozos de humanidad vistos con amor y desamor, donde también nos divierte el sentido de humor, la sátira y los desenlaces insólitos, pero nunca desprovistos de compasión.
Sin duda alguna este libro es un aporte definitivo al género de la microficción.
FESTEJO
MÍRAME CON LOS OJOS CERRADOS
Silvia Braun (Argentina)
Premio Iberoamericano “Chamán” de Comunicación, Cultura y Oralidad
He leído con entera satisfacción el libro Mírame con los ojos cerrados, de José Víctor Martínez Gil. Verdaderamente, el inconsciente baila entre medio de los verbos. El mensaje transita entre líneas. Lo festejo. Una obra tremenda y bella.
MÍRAME CON LOS OJOS CERRADOS:
LA MAGIA TOMA LA PALABRA
Thelvia Marín Mederos (Cuba)
Orden “Félix Elmuza”
Al leer dos veces de un tirón, el libro Mírame con los ojos cerrados, de José Víctor Martínez Gil, reaccioné, también de un tirón, de la manera en la que reacciono cuando lo leído posee valores que le aportan a la obra un carácter sui géneris, capaz de hacerla trascender más allá del habitual despliegue de recursos literarios, presentes en toda pieza que se respete.
Es así como, cuando los pueblos originarios de Nuestra América aprenden a utilizar el idioma castellano para hacerse escuchar, aparece una nueva forma dialogística, donde la palabra adquiere otra manera de comunicarse, con un nuevo sentido; y alcanza la dimensión real-maravillosa que la caracteriza. Es por ello que en la voz de José Víctor Martínez Gil, subyace un mundo que obliga a "mirar con los ojos cerrados", aquello que, de tan evidente, no hemos podido ver con los ojos abiertos.
Diré por qué únicamente un autor nacido en esos pueblos, México en este caso, puede escribir este libro:
¡Claro que en "la oscuridad". No se ve con los ojos abiertos! Y en todos y cada uno de los cuentos del libro, o tan mayoritariamente, el "humor negro", con su oscuridad sutil, envolvente, lacerante, permanente, ancestral y opresiva, como una serpiente emplumada, protagoniza esa gran variedad de situaciones y personajes que devienen actores circunstanciales en la entraña de lo narrado.
No importa si es el amor, un afilador, la mujer con piel de arena, el bebé que añora el líquido amniótico de lo nunca realizado, el hombre que quiebre su rostro en el espejo o el caballito de mar que sueña con volar.
Siempre en tercera persona, sólo una vez el autor dice "yo" y está presente-ausente. Esto ocurre porque José Víctor destila una droga eficaz que logra atrapar al inocente consumidor que lo lee y obedece cuando él lo pide: "mírame con los ojos cerrados".
Sólo he traído a primer plano, el aporte que, a mi juicio, representa, en este genero literario, la eficaz y original manera de utilizar un metalenguaje coloquial, en el humor negro subyacente. Ese metalenguaje nunca hiere, sino que se filtra sutil con un código de señales inescritas, hasta lograr su objetivo.
Los restantes y no menos eficaces altos valores de los cuentos, se aprecian mientras, al leerlos, descubrimos que estamos en un teatro donde deviene la narración oral escénica en ese diálogo que únicamente se establece cuando la magia toma la palabra.
A JOSÉ VÍCTOR MARTÍNEZ GIL
HAY QUE MIRARLO
CON LOS OJOS ABIERTOS
Mildred de la Torre Molina (Cuba)
Orden “Félix Varela”
Mirarlo, eso sí, con todos los sentidos despiertos porque hay mucha mirada en su palabra. Él sabe penetrar en el fondo de los entendimientos, con todos los recursos de un excelente narrador, para decirle al mundo que la poesía es palabra sabia cuando la inteligencia corre hacia los despertares de la belleza. Hay poema en lo que se dice, como él lo dice, en la imaginación de los que rara vez ocupan espacios en la tradición de pensar la escritura. Esta se piensa cuando se siente el espacio de los sabios simples, de los singulares comunes, de los marchantes pobladores de las historias que se cuentan para hacer sentir la vida inacabada.
José Víctor Martínez Gil apuesta por lo real imaginable con la sensibilidad propia de quien reafirma la validez de lo original auténtico. Sus personajes están dentro de la aguda mirada del pensador. Cuando se lee más allá de lo dicho se siente el verbo del sensible hacedor de almas buenas. Así se conquista el universo de los sueños.
CERRAR LOS OJOS
PARA ABRIR CLARIDADES
Froilán Escobar (Cuba/Costa Rica)
Premio Nacional d la Crítica 1991 y 1993, Cuba
Premio Áncora de Literatura 2006, Costa Rica
Matsuo Basho abrió un huequito en la pared para tener el tokonoma que le permitiera ver el infinito del otro lado. Para su sereno asombro se encontró que, por aquél camino que ya nadie recorre, salvo el crepúsculo, venían a su encuentro estos versos-poemas-cuentos-novelas pequeñitas, que le permitían atisbarse, reconocerse de otra manera, con otros arrimos y perplejidades, que le hacían pensar que venían desde mundos diferentes. Porque, aunque desde esas mismas levedades y afinidades con que el crepúsculo recorre el camino, cambiaban el camino: no solo para dar estos pasos con vocación de cercanía participante a los pies, sino para que el camino de la poesía, en su inesperada e hiperbreve eternidad, no recorra el crepúsculo en una única dirección.
LOS CUENTOS DE
LA SOLIDEZ DE LO INVISIBLE…
Elena Arribas Delgado (España)
Periodista y narradora oral escénica
Los cuentos de La solides de lo invisible, de José Víctor Martínez Gil, ¡me han encantado!, son una maravilla; muy sorprendentes y originales sobre todo los cuentos "del hombre que"; muy tiernos sobre todo los "pequeños suspiros" y los "amares" (una belleza especialmente el del bicíclope). También me ha gustado mucho, de los cuentos de nunca acabar, el de la fuerza de la gravedad (me parecen magistrales los tres de las fuerzas); de la serie "Innaturaleza" el de la mosca que se posó en la ventana; y me ha parecido sensacional, en los cuentos cortos, encontrar más de un excelente final que cierra con broche de oro textos que mezclan a la perfección ternura y dramatismo.
LA MIRADA DEL QUE DOMINA
LOS ELEMENTOS Y LOS ESPACIOS
Fátima Martínez Cortijo (España)
Premio Iberoamericano “Chamán” de Comunicación, Cultura y Oralidad
Leer "Mírame con los ojos cerrados", de José Víctor Martínez Gil es depurar los sentidos para dejarse envolver en un derroche de sensibilidad y tersura.
Hay vida y fuerza ya en los títulos, son promesas que cumple: “Gravitación”, “Imprevisión”, “El cuento del cuento”, “Fuerza centrípeta”…, cada uno de ellos avanza sin descubrir, propone sin bloquear.
Es inevitable sentir cada palabra, selecta, plena, cargada de pasión de escritor, cuando nos hallamos ante "La línea entre el agua y el aire"; o sonreír con "La solidez de lo invisible"; o sorprendernos con "Ella es como el día". Y cuando acabamos, tal vez deseemos releer los textos porque con un solo trago no podemos paladear la amalgama de texturas y sabores. El narrador, como un mago, es capaz de elevar lo real a ensueño, y, al tiempo, depositar en nuestro imaginario cualquier elemento material que él tome del entorno más cercano. Nos seduce con una actualización concisa del realismo mágico. Pero no solo eso, también hay en "Sencillos modos de barrer con todo", por ejemplo, diseños surrealistas que Dalí hubiera deseado para sí mismo. Es un hallazgo tras otro.
Personalmente, cansada tal vez de tantas palabras inútiles y de la agitación de nuestro siglo, agradezco degustar, ignorando los números de las páginas, las hiperbrevedades de Víctor, sus píldoras de humanidad e ingenio. Consigue toda una historia solo con el título y unos puntos suspensivos como todo contenido, en "Enmudeció". Y corriendo este riesgo logra excelencias. ¿Quién encontrará un cuento con menos letras? La medida es un don en el autor, el don de quien conoce perfectamente el valor de la palabra. Pero sabe extender más su percepción de la vida y las personalidades, sobre todo las femeninas, como buen observador que es, en "Mujeres con piel de arena". De un modo u otro, es un cirujano experto, trabaja con precisión milimétrica para decirnos lo que quiere, para curar la vulgaridad con sobres monodosis llenas de su encanto.
Dentro del libro hay una gama de emociones que Víctor nos regala. Así dota de sensualidad los movimientos de sus imágenes, de aparente fragilidad los personajes, en las escenas de "Amores" o de "Gotas saladas". Conmueve la visión cuidada y respetuosa de la mariposa, la mujer, la flor, el espejo… "Ja por diez" y "Afiladurías" llevan en cambio la carga crítica que también está presente en el libro, con un cuidado inteligentísimo. Incluso ironía, en “Cordial saludo”. No podemos sustraernos a la sonrisa cómplice en "Je o metrías" porque el humor es tan sutil y elegante que descubrimos tras él la ternura que hay en lo cotidiano en un alarde de personificaciones. Tantas sensaciones generan inevitablemente complicidad entre quien lee los textos y el autor, tras un cuento deseamos otro, atrapados por la voz de José Víctor, y otro más, y nunca nos defrauda.
Me agrada sobremanera la fusión de elementos naturales que hay en algunos textos: cómo maneja el cielo, el agua, la burbuja, el aire… la gravedad. El narrador combina todo con una sabiduría admirable, convierte el conjunto en símbolos que el lector debe interpretar, ¿o no? Tal vez su pureza de líneas sea el resultado de la capacidad que posee de descubrir imágenes que nunca habíamos apreciado, de darles el valor justo con la mirada profesional del que domina los elementos y los espacios.
JOSÉ VÍCTOR MARTÍNEZ:
UN ESCRITOR CON GARRA
Josefa Aurora (Pepa Aurora) Rodríguez Silvera (I. C., España)
Premio Iberoamericano “Chamán” de Comunicación, Cultura y Oralidad
José Víctor Martínez Gil se ha transformado en un escritor con garra, me han gustado todos los cuentos de su libro impreso Mírame con los ojos cerrados, en especial los agrupados en “Amores” y en “Amares”, que tienen un tono tierno que emociona, sobre todo espero que a los jóvenes de corazón sensible. Creo que son cuentos sin edad, que gustan a todos.
"MÍRAME CON LOS OJOS CERRADOS”
Armando José Sequera (Venezuela) / Premio Casa de las Américas 1979, Cuba; Premio Iberoamericano "Chamán"
Aunque sabemos que es imposible ver algo con los ojos cerrados, la imaginación nos induce a pensar que no existe tal rotundidad. Puede que no veamos fuera directamente, pero vemos hacia dentro, que es donde está el mundo del escritor. Ese mundo que es un espacio único en el cual se refleja y reformula todo cuanto ocurre en el exterior.
El libro de José Víctor Martínez Gil –Mírame con los ojos cerrados–, puede considerarse un prodigio de invencionero.
En sus poco más de cien páginas, vemos cómo el humor y el gusto por la palabra precisa se entrelazan en contrapunto para recordarnos que el hecho literario, como todo el arte, tiene ese algo lúdico que, de adultos, creemos exclusivo de los niños.
Prueba de ello es este maravilloso relato titulado “Bella”, en el que el juego de la seducción no se circunscribe solamente a la acción que se cuenta, sino también a las frases que precisan cuanto ocurre:
Quería estar más bella que nunca. Por eso tejía en su cabellera la trenza más perfecta, más larga y elaborada. Cuando la terminó, observó con detenimiento lo que ella consideraba su obra maestra. Al llegar la noche acudió a verlo. Más guapa que nunca, más radiante que nunca, más entregada que nunca, a pesar de que él no la merecía en absoluto. A la mañana siguiente, ella, delicadamente, deshizo su trenza y se marchó. Y a él lo encontraron, ahorcado, sin que pudiera determinarse el arma del crimen.
José Víctor Martínez Gil nació en México y su contar es mexicano, como lo prueba el gusto por las frases cortas y la musicalidad que las impregna.
Mírame con los ojos cerrados es también la obra de un maestro de la oralidad, que ahora tenemos la oportunidad de escuchar sobre el papel.