Pueblos del Asia Menor: Hititas, Frigia y Lidia

LOS HITITAS PUEBLOS DEL ASIA MENOR FRIGIA Y LIDIA IMPERIO HITITA

Los hititas Pueblos del Asia Menor Frigia y Lidia Imperio Hitita

Junto a los grandes imperios del Cercano Oriente, ha existido siempre un verdadero mosaico de pueblos menores, de historia difícil de precisar. Aunque la mayoría de ellos han estado siempre sometidos a las grandes potencias, no dejan, con todo, de tener su importancia, ya que puede decirse que ellos han sido los débiles hilos con que se fue tejiendo la historia de los grandes países. Por otra parte, han contribuido grandemente a la formación del común patrimonio humano, pues han servido de verdadero puente entre las viejas civilizaciones orientales y la naciente cultura griega.

De entre todos estos pueblos, vamos a referirnos, someramente, a los tres que más han sobresalido por su importancia.

I) Los Hititas: Fueron ellos probablemente las primeras oleadas de los pueblos arios que a partir del año — 2000 comenzaron a desplazarse hacia la Media luna desde el Cáucaso y el Turkestán.

Sus belicosas tribus atravesaron, como un torbellino, la Mesopotamia y se establecieron finalmente en el Asia Menor. Allí se convirtieron en sedentarios, y a orillas del río Halys fundaron su capital Khati o Hatusas y de la cual derivan los nombres con que hoy se los conoce: katitas o hititas.

En pocos siglos estos pueblos lograron alcanzar un gran poderío. Hacia el año –1600, su rey Mursil I conquistó Siria y parte de la Mesopotamia, realizando, incluso la hazaña de apoderarse de la ciudad de Babilonia, a la que saquearon duramente. Luego sobrevienen varios siglos de oscuridad.

Hacia -1300 los hititas conocieron un nuevo período de esplendor: sus fronteras se extendieron hacia el sur alcanzando los limites del poderoso Egipto. Sus más grandes reyes, Shubiluliuma, y sobre todo Katusil III someten a su dominio a Fenicia y Canaán, llevando a su apogeo el poderío hitita.

Entonces sobreviene el final. Empeñados en guerra contra Egipto, se entabla la gran batalla de Kadesh, cuyo resultado indeciso hace que Katusil firme un tratado de paz desventajoso con Ramsés II. Así detenidos, los hititas ceden nuevamente en importancia; y poco después, de su brillante imperio sólo queda el recuerdo. La hegemonía del Asia Menor pasa a otro pequeño pueblo.

Su Cultura: Los hititas fueron sin duda alguna los más poderosos y civilizados de todos los pueblos del Asia Menor. Las modernas excavaciones efectuadas en su antigua capital descubren los restos de su cultura brillantísima y revelan que existieron estrechísimas relaciones entre los hititas y un pueblo del Mar Egeo, los cretenses, maestros de los futuros griegos…

Se han encontrado, al mismo tiempo, más de 10.000 tablillas de arcilla, referentes a relaciones diplomáticas, asuntos comerciales, y demás, constituyendo un valioso archivo de documentos sobre la vida de los hititas.

Su escritura era de tipo cuneiforme, como la de los sumerios de la Mesopotamia, y su lengua —una variante del idioma ario o indoeuropeo— poseía muchas raíces similares a las de nuestro actual alemán o inglés.

La gran influencia ejercida en toda la antigüedad por este pueblo tiene un origen religioso. En efecto, su máxima divinidad era la “Gran Madre”, la Luna, encamación de todas las fuerzas germinativas y reproductoras de la tierra y su culto daba lugar a prácticas violentas y licenciosas. Estas creencias sirvieron de base a numerosos ritos supersticiosos que se extendieron por todo el Oriente. Incluso, fueron asimilados por los etruscos, pueblo costero del Asia Menor, que posteriormente emigrarán a Italia y serán los antecesores directos de los romanos.

Los bajorrelieves hallados en Karkemish, sobre el Eufrates, en Siria del Norte, han sido uno de los jalones que permitieron a los sabios “redescubrir” la existencia de un pueblo, desaparecido prácticamente de la historia. Vemos un rey hitita y su familia (niños reales: bajorrelieve del “Séquito del rey Araras”—Karkemish—. Hacia el 770 a. C).

Diosa amamantado a un joven, Karatepe. Siglo VIII a. de J. C. Los dioses hititas eran numerosos y variados. El culto oficial se rendía, sobre todo, a la diosa solar de Arina y a su esposo, el dios de la Tormenta. Divinidades indoeuropeas se mezclan a los dioses locales, hurritas y babilónicos. Los textos rituales están

escritos en todas las lenguas del Oriente antiguo.

EL LEGADO DE LOS HITITAS

Sociedad esencialmente militar, el Imperio de los hititas desaparece en medio de una tormenta de guerras e invasiones. Se observaban reglas jurídicas estrictas que limitaban el poder de los reyes, suavizando las relaciones entre individuos—cosa insólita en Oriente—; incluso en los tratados con sus vecinos se establecían normas que eran un esbozo de derecho internacional. Pero no idealicemos: la casta guerrera reinaba sobre una masa de campesinos, clasificados según los grados de servidumbre. Los hititas extendieron el uso del hierro y descubrieron la fabricación del acero.

Sus ejércitos eran temibles y numerosos. En Kadesh, Mutallu alineó a 20.000 hombres y 500 carros de combate. Sus movimientos y su habilidad en los asedios habían sido poco frecuentes hasta entonces. Grandes constructores (la muralla de Hattusas tenía más de cinco kilómetros de longitud) fueron los primeros en introducir ventanas en sus edificios. Tolerantes, acogieron todas las divinidades, añadiendo a los dioses indoeuropeos, los dioses hurritas y babilónicos. Su cultura era cosmopolita, y los archivos de Hattusas contenían textos en todas las lenguas de Anatolia, en sumerio, en akkadio, transcritas en caracteres cuneiformes.

En los anales reales se intentaba reconstituir la historia pasada, y, por tanto, los de los hititas ocupan, gracias a esto, un lugar importante entre los archivos del mundo antiguo. Sin embargo, resulta un poco difícil hablar de cultura hitita. Esto se debe, sin duda, a que el “Imperio” estaba constituido por un conglomerado de pueblos muy diversos, que no se sometían a su administración directa.

Gran número de tratados reglamentaban las relaciones de vasallaje, que comprendía el pago de tributos y el envío de contingentes militares. A cambio, el soberano hitita garantizaba a sus vasallos el mantenimiento de sus Estados, que conservaban sus lenguas, sus costumbres y su originalidad. Esta ausencia de cultura uniforme limita, asimismo, las influencias posibles de este pueblo, que dominó la parte septentrional del Oriente durante siglos, en el transcurso del segundo milenio.

Algunos especialistas piensan que los antiguos griegos, a través de los aqueos, mantenían con ellos ciertos contactos, tomando de este pueblo algunos nombres de dioses, la forma de los cascos de guerra y algunos instrumentos de música. Aportaciones muy modestas, si las comparamos con la herencia egipcia o babilónica.

II) Frigia: Fueron los sucesores de los hititas en el dominio del Asia Menor. Hacia el año–900, su capital Ancira, edificada en el lugar actualmente ocupado por Angora (Ankara), capital de Turquía, se convirtió en el centro político más importante del Asia Menor.

Los orígenes del poderío de Frigia están enlazados a extrañas leyendas: Gordio, un simple campesino, se convirtió en su primer rey, por haber sido el primer hombre llegado al templo, cierto día, de acuerdo a lo determinado por su dios. El carro del nuevo monarca quedó consagrado a la divinidad, y un oráculo predijo que quien lograra desatar su complicado nudo sería dueño del mundo. Alejandro Magno lo cortó de un golpe con su espada.

El rey siguiente Midas, fue un monarca muy codicioso, llegando a pedir a los dioses fue todo cuanto el tocara se convirtiera en oro. Para castigarlo, los dioses le concedieron la gracia: todo cuanto tocaban sus manos se convertía en oro, incluso la 2omida. A punto de morir de hambre, sólo pudo librarse de su poder bañándose en el río Pactolo, que desde entonces arrastra arenas auríferas.

Leyendas aparte, la gran importancia de este reino consistió en que su religión influyó notablemente en las costumbres de todos los países orientales y además, sobre toma y Grecia.

En Frigia, la “Gran Madre” —divinidad recibida de los hititas— se denominaba Abeles a causa de la montaña donde se hallaba su célebre santuario, y era igualmente a encarnación de todas las fuerzas fecundantes de la naturaleza. Los ritos sanguinarios escandalosos en honor de esta diosa y de su esposo Atis, fueron muy populares en todo el Mediterráneo, y se puede afirmar que en ciertas épocas, en Roma, la diosa Cibeles llegó a tener más adeptos que los mismos dioses romanos.

III) Lidia: Hacia el año — 600 surgió este pequeño reino que pronto lograría el dominio de toda el Asia Menor. Su primer rey Giges, tras vencer y someter a los frigios, estableció su capital en Sardes, convirtiéndola en uno de los mayores centros culturales del Oriente. Su sucesor Aliates, durante 40 años engrandeció el pequeño reino llevándolo al apogeo y dejando a su hijo Creso la fama de gobernar el estado más rico del mundo.

Muy buen administrador de su colosal fortuna, Creso fue uno de los primeros monarcas que acuñó monedas con la garantía del gobierno. Así extendió muchísimo el comercio por todo el Oriente, facilitando el nacimiento de las civilizaciones mercantiles del Mediterráneo.

La caída de Creso significó el sometimiento de su patria: Atacado por Ciro, rey del Irán, la ciudad de Sardes cayó en — 545 en manos del enemigo. Creso se trepó sobre una pira para perecer con toda su familia, pero Ciro ordenó apagar las llamas, le perdonó sus agravios y le nombró su tesorero, aunque anexó todo el país a su imperio.

La cultura de Lidia nos es bien conocida: son muy numerosos los vasos, joyas, y demás objetos artísticos que nos quedan, y todos manifiestan claramente que ya se había producido la declinación de la influencia egipcia y mesopotámica, para dar paso al temprano influjo de los primeros pueblos griegos. Las viejas civilizaciones orientales estaban en decadencia, y se asistía al nacimiento de una nueva era.

Así, los reinos del Asia Menor fueron como las avanzadas de la cultura helena, que ya se insinuaba en el horizonte. Entonces, se hizo realidad la amalgama del nuevo espíritu griego con las viejas civilizaciones orientales.

DOCUMENTOS: LEYENDAS

El anillo de Giges: Giges, rey de Lidia, fue un humilde pastor que alcanzó el poder real y poseía un anillo que lo tornaba invisible.

Las orejas de Midas: En una competencia musical entre los dioses Apolo y Pan, Midas, a quien nadie había pedido opinión, declaró que el canto de Pan era superior al del dios del sol. Irritado Apolo por su intromisión, considerando que sólo un asno podía opinar así, le condenó a llevar orejas de burro eternamente.

Al principio, Midas, de vuelta en su reino, pudo ocultarlas con un amplio gorro, pero cuando tuvo que cortarse el cabello, pese que eligió para ello a su esclavo de mayor confianza, tuvo que pedirle el más riguroso secreto y no pudo vivir tranquilo, temiendo que el siervo lo traicionara. El esclavo, desesperado por no poder confiar a nadie la vergüenza de su orgulloso rey, hizo un pozo y, metiendo la cabeza adentro, le conté a la tierra el secreto de Midas, quedando aliviado. Pero en el lugar crecieron unas cañas y cuando el viento las agitaba, susurraban bien claramente: “¡El rey Midas tiene orejas de burro!”…

El nudo gordiano: Este nudo, imposible de deshacer, ataba al yugo, la lanza del carro de Gordio, antiguo rey de Frigia. El oráculo pronosticó el Imperio de Asia a quien lograra desatarlo. Como ‘no se veían los cabos, nadie conseguía separarlo. Alejandro, rey de Macedonia, solucioné el problema, cortando el nudo con un solo tajo de su espada.

Leyenda de Esopo: Esopo, esclavo frigio de Janto, encargado por su amo de procurar para un banquete lo más exquisito y mejer que hubiere en el mercado, compré sólo lenguas, que hizo aderezar de varios modos. Disgustado el amo por, lo que creía torpeza de su esclavo, iba a castigarlo, pero los amigos, que conocían la agudeza de Esopo, solicitaron su perdón, a condición de que se explicara. Esopo hizo el elogio de la lengua, como el más noble instrumento que posee el hombre. Ordenado otro día que adquiriese lo peor del mercado, volvió a servir diversos platos de lengua. Janto, irritado, lo reprendió, pero Esopo se disculpé graciosamente, presentando a la lengua como el peor de los males, cuando está al servicio de la torpeza, la falsedad y la maledicencia. Los convidados alabaron la sagacidad del esclavo frigio.

AMPLIACIÓN DEL TEMA:

PROCEDENTES DEL centro de la actual Turquía, los hititas contaban con un ejército disciplinado. Conquistaron Babilonia en el 1595 a.C. y se transformaron en uno de los mayores poderes de Oriente Medio. Los hititas gobernaban su imperio desde Bogazkoi, en la actual Turquía, donde habían construido una fortificación de unos 5 km de largo.

PROEZAS MILITARES El éxito militar de los hititas dependió en gran medida de sus carros y de la manera de utilizar las armas. Los soldados hititas eran versátiles. Peleaban con lanzas en las llanuras y con espadas cortas en las colinas.

LOS HITITAS INVADEN EGIPTO

Alrededor del 1304 a.C., los hititas atacaron a los egipcios en la batalla de Kades. Ambos bandos se atribuyeron la victoria. Un tratado de paz estableció la frontera egipcio-hitita en una línea que pasaba por el norte de Damasco.

IMPORTANCIA DEL HIERRO

En su tierra de origen, los hititas comenzaron a practicar la técnica de extracción de hierro de las menas. Eso los hizo extremadamente poderosos. El hierro era mejor para fabricar armas, menos caro que el bronce y más duro que el cobre o el latón. Por otra parte, las menas de hierro eran más abundantes que las de cualquier otro mineral. Los hititas también empezaron a usar el hierro para fabricar sus armas y herramientas. Los arados de hierro, por ejemplo, podían utilizarse en terrenos muy duros. Se perfeccionó, por lo tanto, el comercio y la agricultura. Los hititas mantuvieron en secreto el descubrimiento del hierro hasta la caída de su imperio.

FIN DEL IMPERIO HITITA

El imperio hitita perduró desde el 1460 a.C. hasta el 1200 a.C. Después sobrevino el predominio de los asirios, quienes conquistaron su propio imperio. Al mismo tiempo, a la tierra de origen de los hititas (en la act. Turquía) habían llegado muchos pueblos extranjeros procedentes del noroeste.

EL IMPERIOASIRIO

El reino de Asiría se había concentrado en el valle del Tigris alrededor del 2000 a.C. En el s. IX a.C., los asirios comenzaron a conquistar territorios en Mesopotamia. En los doscientos años siguientes, el ejército asirio se hizo con el control de la región. Forzaron a los reyes a pagar tributos e impuestos y provocaron la migración de muchos pueblos. A comienzos del s. VII a.C., el imperio asirio conquistó Mesopotamia.

LAS PRINCIPALES CIUDADES

Los asirios tuvieron varias capitales. El rey Sargón II (que gobernó del 721 al 705 a.C.) construyó la capital en Jorasabad. Después de su muerte en el campo de batalla, su hijo, el rey Senaquerib (que gobernó del 704 a.C. al 681 a.C.) construyó la última ciudad, Nínive. Era una ciudad amurallada provista de 15 anchas puertas. Una ciudadela interior albergaba los palacios reales. En el 689 a.C. Senaquerib saqueó Babilonia. Fue asesinado por su propio hijo, quien restableció la gloria de Babilonia.

LA CONQUISTA DE ASIRÍA

El siguiente rey, Asurbanipal (que reinó del 668 al 627 a.C.), fue un gran militar y llevó a cabo grandes proyectos. A su muerte, Asiria era un estado poderoso. Pero los babilonios se aliaron con otros estados para conquistarla. En el 612 a.C. saquearon la ciudad de Nínive lo que significó la caída del imperio asirio.

IMPERIO NEOBABILÓNICO

Babilonia se convirtió en el centro de un gran imperio. Nabopolasar (que reinó del 626 al 605 a.C.) hizo de Babilonia la capital de su reino y fundó la dinastía neobabilonia. Su hijo Nabucodonosor (que reinó del 605 al 562 a.C.) fue el más famoso de sus descendientes y reinó durante más de 40 años. Restauró Babilonia, construyendo nuevas avenidas, un palacio, un templo y una magnífica entrada a la ciudad, la puerta de Ishtar. Durante su reinado se construyó la torre de Babel, enorme templo del que se habla en la Biblia.

LA CAUTIVIDAD DE BABILONIA

Nabucodonosor emprendió duras campañas contra los judíos y sofocó todas sus rebeliones. En el 586 a.C. el rey destruyó Jerusalén, con el templo de Salomón. Los sobrevivientes fueron llevados prisioneros a Babilonia. Esto es lo que se conoce como Cautividad de Babilonia. Los judíos no recobraron la libertad hasta el 539 a.C., tras la invasión persa de Babilonia. El último imperio mesopotámico fue el persa.