El Imperio Bizantino

EL IMPERIO BIZANTINO: JUSTINIANO RESUMEN CÓDIGO DE LEYES CESAROPAPISMO

El Imperio Bizantino: Justiniano Resumen Código de Leyes Cesar o papismo

Introducción: La división del Imperio romano marcó un punto de inflexión en la historia. Situado el Imperio bizantino a las puertas de Asia, la distancia geográfica que separaba a Constantinopla de Roma se convirtió rápidamente en una lejanía aún mayor. Hasta la fe cristiana, que quiso conciliar a Oriente y Occidente, y los sueños de una Iglesia universal se tiñe-ron de polémicas teológicas, rivalidades jerárquicas, acusaciones de herejía y excomuniones, que acentuaron la diferencia de rumbos que separaba a ambos mundos. La tenaz persistencia de las invasiones germánicas, la expansión del Islam y las crisis políticas y económicas pudieron mucho más que los concilios ecuménicos y la reivindicación de las antiguas glorias.

Con el tiempo, Constantinopla se convirtió en el centro de una nueva práctica del cristianismo y también de una sensibilidad particular. La expresión artística, en especial en el dominio de la arquitectura y la técnica del mosaico, configuró un mundo de características propias e inconfundibles. Por otra parte, enclavada en un punto estratégico de las rutas mercantiles que ponían en relación el Mediterráneo y las remotas tierras de la India y China, Constantinopla pasó a ser un centro comercial relevante.

Por esa misma razón, la ciudad se convirtió en un botín codiciado por numerosos ejércitos. De este modo, el Imperio bizantino vivió sus momentos de gloria y de tragedia. Ni el esplendor de sus iglesias, ni la magnificencia de sus emperadores, ni el grosor de sus murallas bastaron para salvar a Bizancio del acero enemigo ni de las aún más temibles luchas por el poder.

EL IMPERIO BIZANTINO: El 11 de mayo de 330, a orillas del Bósforo, Constantino el Grande inaugura solemnemente la segunda capital legal del Imperio. Bizancio, antigua colonia griega fundada por marineros de Mégara en 657 a.C., pasa a denominarse Roma Nova (la nueva Roma) o Constantinópolis (Constantinopla) la ciudad de Constantino. Su localización geográfica es excelente: situada entre Europa y Asia, en el paso entre el mar Negro y el Mediterráneo oriental, Constantinopla lo posee todo para convertirse en un gran centro comercial. La ciudad es prácticamente inexpugnable y puede resistir por mucho tiempo a los ejércitos enemigos. Por tres lados el mar la encierra; el cuarto está defendido por poderosas murallas.

Un ciudadano romano de la época de Augusto no podría reconocer fácilmente a las legiones que desfilan frente al emperador. Su mismo armamento está modificado por la influencia de los bárbaros y la necesidad de adaptarse a la lucha con éstos. Las armas nacionales —el pilo, el gladio, el gran escudo, la coraza metálica— han cedido el lugar a las espadas, lanzas, puñales, escudos redondos y corazas de cuero. Cuerpos enteros de caballería están equipados, a imitación de los persas, con poderosísimos arcos.

En algunos destacamentos los hombres y los caballos están cubiertos de hierro o de cotas de malla. El cambio en el armamento refleja las profundas modificaciones acontecidas en la estructura del mundo romano. Continuos ataques de pueblos bárbaros en las inmensas fronteras marcaron el fin de la política expansionista de los antiguos emperadores. Roma se puso a la defensiva. La seguridad fue incluso comprada a precio de oro.

Las revueltas militares se multiplicaron y cada comandante con algún prestigio se consideraba destinado a ascender al trono. Pocas dinastías llegaron tan siquiera a la tercera generación: el Imperio no era legalmente hereditario y, aunque de estructura jerárquica, cualquier enganchado que llegara a jefe militar podía convertirse en César. La sede imperial se convirtió en un trofeo que podía ser conquistado por el general más fuerte.

Construyéronse fortificaciones en las fronteras. En ellas estaban acantonadas las tropas menos disciplinadas, a las cuales fueron concedidos lotes de tierra. Su misión se tornó más en una tarea de vigilancia que de respuesta al enemigo.

Las mejores unidades, en cambio, estaban emplazadas en el corazón del territorio. Debían garantir el poder del emperador y, al mismo tiempo, repeler a los invasores. La carrera militar se hizo hereditaria, exceptuado un número siempre insuficiente de reclutas, compensado por la incorporación a las filas de bárbaros mercenarios, medio cada vez más usual para obtener nuevos soldados. Simultáneamente, sin embargo, bajo Diocleciano, los jefes militares fueron apartados por completo de la administración civil.

Ya en 212 había tenido lugar una transformación fundamental: el emperador Antonino, apodado Caracalla, había concedido la ciudadanía romana prácticamente a todos los hombres libres del Imperio. Todos quedaron sometidos a las mismas obligaciones fiscales. Se procuró substituir los impuestos sobre la tierra por un impuesto único, la capitación. Pagada principalmente en especies, la capitación se destinaba al abastecimiento del ejército, la administración y la corte, y las grandes ciudades.

La agricultura no era, empero, la única actividad sujeta a impuestos. A pesar de que rendían poco, fueron conservados algunos impuestos indirectos; los súbditos no podían pagar más. Para conseguir recursos, el Estado tuvo que exigir a los particulares gran número de prestaciones de servicios —los muñera—. Los funcionarios imperiales requisaban mano de obra, obligaban a la fabricación de diversos productos, a moler harina y cocer pan, y, además, exigían la percepción de impuestos, es decir, obligaban a alguien a asumir la responsabilidad de que éstos ingresaran en las arcas públicas.

El control de todos esos servicios exigió, a su vez, ampliar cada vez más la burocracia (monstruosamente crecida bajo la Tetrarquía de Diocleciano, quien multiplicó por cuatro las cortes y los ejércitos, y aumentó el número de provincias, con la consiguiente proliferación de los gastos).

Mientras en Occidente la invasión de los bárbaros terminó con la unidad política, en Oriente, el Imperio Romano se mantuvo intacto y sobrevivió durante mil años más. Constantinopla, su capital, emplazada en la antigua colonia griega de Bizancio, contaba con una excelente situación económica que le permitió mantener un ejército bien dotado y una administración eficaz.

Con estos elementos consiguió superar y desviar los ataques exteriores. La historia del Imperio Romano de Oriente comenzó en el año 395, cuando Teodosio el Grande dividió el imperio entre sus dos hijos, y a Arcadio le asignó el bizantino. En el siglo VI surgió un emperador que soñó con unificar el antiguo Imperio Romano y dedicó sus esfuerzos a lograrlo.

Justiniano

Justiniano: “la renovación imperial” Justiniano (527-565), que pertenecía a una dinastía de origen macedónico, considerada a Bizancio como la única sucesora legítima de la grandeza de Roma. Intentó recuperar la unidad romana y para ello atendió dos aspectos fundamentales: la reconquisto de los territorios occidentales y el fortalecimiento del poder real.

En el año 527, al morir el viejo, emperador Justiniano, le sucedió su sobrino. Justiniano. Pertenecía a una humilde familia de campesinos macedónicos, pero poseía gran talento: era sumamente culto y de gran inclinación artística, aunque carecía de energía suficiente. Estaba casado con la célebre TEODORA, mujer de fama escandalosa, pero dotada de extraordinario talento e indomable voluntad. A ella debió Justiniano. gran parte del éxito de su gobierno.

Apenas llegados al trono, el sueño de la pareja imperial fue volver a resucitar el antiguo Imperio Romano. Y para integrarlo, Justiniano planeó numerosas campañas, sirviéndose de los dos militares más grandes de su época, los generales BELISARIO y NARSES

• Comenzó invadiendo el norte de África y apoderándose, en el año 533, del reino que allí habían establecido Los Vándalos.

• Luego sus tropas cruzaron el estrecho y atacaron a los Visigodos, adueñándose de toda la zona sur de España.

• Después emprendió lo más difícil: la reconquista de Italia, dominada en ese entonces por los Ostrogodos. La guerra fue larga y costosa, pero en el 553 los orientales eran dueños de toda la península.

Así estuvieron a un paso de reconstruir el antiguo Imperio: todo el Mediterraneo era nuevamente un ‘lago romano”, y sólo faltaba reconquistar las Galias y las provincias del Danubio.

Pero este sueño no pudo realizarse: en él otro extremo del imperio se habían levantado, una vez mas, los eternos enemigos de los romanos:

Los Persas:

• Los Persas estaban viviendo un período de esplendor, y acaudillados por su rey CÓSROES, obtuvieronn varios triunfos frente a los generales de JUSTINIANO. La lucha se suspendió cuando el emperador se comprometió a pagarles un tributo anual.

• Además, por ese mismo tiempo, a través de la Macedonia se venía abriendo paso nuevas tribus asiáticas: los Avaros y los Búlgaros; en algunas oportunidades llegaron casi basta las murallas de la capital, y costó mucho hacerlos retroceder.

Todos estos contratiempos impidieron que JUSTINIANO realizara su proyecto. Sin embargo tuvo aún mayor mérito al fijar definitivamente las leyes romanas: el Derecho Romano.

La cultura clásica heredada del Imperio romano dejó de ser asumida por el poder imperial, especialmente por la corte, donde comenzó a predominar la influencia oriental. El emperador Justiniano cerró algunas escuelas superiores, como la de Atenas, cuya libre actividad se había traducido en un gran desarrollo de la ciencia y el arte. La biblioteca de Constantinopla redujo su personal a cuatro escribas griegos y tres latinos. En cambio, al amparo de la convicción de que Bizancio era la reencarnación del Imperio romano y el emperador de los antiguos cesares, sí cobró desarrollo la producción historiográfica, destinada a eternizar las glorias de los emperadores bizantinos. Procopio de Cesárea, formado en la escuela de Alejandría, fue uno de los historiadores más destacados del Imperio. Acompañó a Belisario en sus campañas militares en el norte de África, de las que dejó constancia en su Historicón, y registró los hitos arquitectónicos de Bizancio en su libroPeriktismaton. Sorprendentemente, en Anekdota critica duramente a Justiniano, al que describe como “emperador y demonio” y simple títere en manos de Teodora, a la que descalifica permanentemente.

EL CÓDIGO JUSTINIANO: En cuanto a la organización interna, Justiniano dispuso una gran codificación del derecho romano, que contribuía, además, al basamento de su poder. En el año 528 ordenó elaborar un Código que recogía todos los decretos imperiales que se habían redactado a partir del Edicto Perpetuo de Adriano,

A poco de subir al trono, el emperador encargó a su amigo el gran jurista TRIBONIANO que revisara todas las Leyes Romanas a partir del Edicto Perpetuo de Adriano, las armonizara con el cristianismo y finalmente las ordenara por materias. Y en el año 530 promulgó el famoso CÓDIGO que de inmediato se transformó en la base jurídica del Imperio y de todo el Occidente.

Poco después, esta obra se completó 0con una colección de opinión y sentencias de los más famosos jueces romanos, las PANDECTAS,. Digesto, y además un manual para los estudiantes de abogacía, INSTITUTAS. Finalmente, le añadió las NOVELAS, es decir las ley nuevas promulgadas durante su gobierno.

Así, por obra de Justiniano, Roma continuo rigiendo al mundo sus leyes, casi hasta nuestro siglo. También tuvo tiempo este gran emperador para dar un fantástico impulso a las artes: en Constantinopla se multiplicaron los palacios los templos ‘más espléndidos del mundo, y su Corte Imperial fue más fastuosa y brillante que hasta entonces se había conocido.

Pero entre todas las obras sobresalió, sin discusión, la Catedral Santa Sofía (imagen): su lujo y su esplendor en mármoles, mosaicos y pedreria constituyeron el símbolo de la gloria del Imperio.

En Bizancio el poder del emperador era absoluto, no tenía ningún límite de carácter constitucional. La Iglesia también estaba halo su autoridad, existía el cesaropapismo. En Occidente, en cambio, la Iglesia mantuvo su independencia respecto del Estado.

(En azul se puede apreciar los territorios ganados por Justiniano)

Cesaropapismo: intromisión del poder político en las cuestiones eclesiásticas, “el César es el jefe del Estado y el jefe de la Iglesia”. Justiniano intervenía activamente en la religión: designaba a los prelados, resolvía cuestiones de fe, componía cantos litúrgicos

Los territorios recuperados por Justiniano se perdieron para el imperio luego de su muerte.

Y A fines del siglo VI, los lombardos invadieron Italia y los visigodos restablecieron su poderío en las costas de España.

En el siglo VII, un nuevo poder, el de los árabes y el Islam, le arrebató extensos territorios (Egipto, Siria, Palestina y Africa). A partir del siglo IX se instalaron en los Balcanes pueblos de origen eslavo (croatas y serbios).

El Imperio Bizantino quedó limitado al dominio del Asia Menor; su límite Norte era Tracia. Igualmente, con períodos de esplendor y decadencia, Constantinopla fue la única gran ciudad” de la Edad Media; heredera del esplendor y la vida animada de Roma, logró mantenerse independiente hasta el siglo XV, cuando fue conquistada por el poder turco.

Una ciudad codiciada: En el siglo VI, Constantinopla llegó a tener medio millón de habitantes. Pero se convirtió en blanco de diversos expansionismos. Numerosos ejércitos llegaron hasta sus puertas y la sitiaron, sembrando la desolación, la peste y el saqueo.

Constantinopla: “un gran centro comercial’

La actividad básica de la economía bizantina fue agricultura, complementada con una importante actividad artesanal. En las ciudades del imperio se desarrollaron las industrias textiles, la cerámica, la orfebrería, el mosaico Constantinopla, por su privilegiada situación geográfica comerciaba con el Norte, Oriente y Occidente. Actuaban en realidad, como intermediaria comercial, compra de productos de Oriente, generalmente de luto (especies piedras preciosas, oro) y los vendía en Occidente. Constantinopla se convirtió de este modo en un centro comercial muy importante; su moneda de oro, bezante, fue muy utilizada.

La cultura bizantina: punto de unión entre Oriente y Occidente Podríamos definirla como una cultura síntesis en la que confluyeron diferentes aportes: los grecorromanos, los cristianos y los orientales. Constantinopla fue el centro de una civilización que perduró hasta el siglo XV y que actuó como depositaria y salvadora de la tradición de la antigüedad clásica. En Bizancio se preservó gran parte de las obras literarias de griegos y romanos. Justiniano realizó también una importante codificación de las leyes romanas. Además del Código ya mencionado que recogía los decretos imperiales, su labor continuó con:

Y El Digesto o Pandectas: reunía los textos de los juristas romanos importantes.

Las Institutos: destinadas a los estudiantes, contenían los principios básicos del derecho. Y Las Novelas: consunto de leyes nuevas.

El Imperio Bizantino desempeñó además un papel importante en la difusión del cristianismo y la cultura grecorromana en la zona de los Balcanes y las estepas rusas. En suma, fue “el punto de unión” entre Oriente y Occidente.

Ruralización: Entre los siglos IX y XI, la sociedad bizantina sufrió un proceso de ruralización, con la consecuente pérdida de importancia de los núcleos urbanos. La expansión musulmana hizo que Bizancio perdiese prósperas ciudades, como Alejandría y Antioquía. La ocupación musulmana de Egipto, principal proveedor de grano del Imperio, afectó incluso a la ciudad de Constantinopla, cuya población disminuyó considerablemente, al emigrar al campo en busca de sustento. Por otra parte, diversas epidemias generadas por las numerosas guerras diezmaron especialmente a la población urbana. Al mismo tiempo, desarticuladas por las invasiones, las aristocracias rurales fueron perdiendo sus derechos propietarios, y sus grandes latifundios pasaron a manos de los campesinos, hasta ese momento arrendatarios. Así surgieron comunidades rurales que se mantuvieron durante años con un alto grado de autonomía.

Las artes

En ellas podemos advertir las influencias griegas (en el equilibrio y la armonía de las formas orientales y en el predominio del gusto por la decoración) y cristianas (en la elección de temas como la glorificación de Cristo, la Virgen y los apóstoles).

La arquitectura bizantina fue su más bella expresión. Los ejemplos más importantes son la catedral de Santa Sofía, de Constantinopla y la iglesia de San Vital, en Ravena. Su particularidad es el uso de la cúpula en la construcción de las iglesias.

La pintura y la escultura fueron concebidas en Bizancio como artes accesorias o complementarias de la arquitectura. Trabajaron sobre todo los mosaicos para la dec

oración (paredes y bóvedas). En cambio, se destacaron en las llamadas artes industriales’: la fabricación de joyas y toda clase de objetos suntuarios, realizados con oro, plata y piedras preciosas; los tejidos de seda; los bordados y las encuadernaciones, muy apreciadas en las regiones con las que comerciaban.

EL ESCUDO DE EUROPA: Uno de los grandes méritos del Imperio de Oriente fue que durante toda la Edad Media, mientras las jóvenes naciones europeas completaban su formación, Bizancio les sirvió de escudo parando los golpes de los pueblos bárbaros que Asia, vuelta a vuelta, lanzaba contra el Mediterráneo: persas, búlgaros, árabes y turcos. Estos últimos fueron sus más feroces enemigos.

Al final, tras ocho siglos de lucha, la decadencia de Bizancio se fue acentuando. Hacia el año 1400 se presentía el desenlace: los emperadores Paleólogos se reconocieron vasallos de los Sultanes Turcos, y medio siglo después, en 1453, las tropas de Mahomet II(imagen) entraron a degüello en Bizancio. Así concluyó el Imperio de Oriente. Pero para entonces, Europa, ya mayor de edad, estaba preparada para hacer frente a las bordas asiáticas.

El ocaso de Bizancio fue una larga agonía. Cada convulsión interna o externa supuso la pérdida de una nueva porción de su territorio. El siglo XI se reveló como un momento crucial para la historia del imperio. En el primer tercio de esta centuria se iniciaron las incursiones de los selyúcidas, que vinieron a tomar el relevo de los árabes en sus enfrentamientos con Constantinopla. Separaron definitivamente Bizancio de Anatolia, en la cual Constantinopla sólo pudo mantener los territorios de Nicea y Trebisonda.

SOBRE LA VIDA DE JUSTINIANO:

EL HIJO DE CAMPESINOS VISTE EL MANTO IMPERIAL

En la pequeña ciudad macedónica de Tauresium nació, en 482, Petrus Sabatus, hijo de campesinos. La madre tenía, empero, un hermano que se había hecho poderoso en Constantinopla, llamado Justino, quien más tarde fue soberano del Imperio Romano cristiano. Este último había ingresado en el ejército, distinguiéndose en las luchas contra los bárbaros, y llegó a ocupar el cargo de comandante de Palacio del emperador bizantino Anastasio I (491-518). Cuando Anastasio murió, sin dejar heredero directo, Justino fue elegido para sucederlo.

Justino no tenía hijos. Ya en el 502 había mandado a buscar a su sobrino, que vivía en Tauresium, a fin de que fuera su heredero. Como primera medida dio a Petrus Sabatus los nombres aristocráticos de Flavio Justiniano. Este no sería un rudo soldado como su tío. Su inteligencia le permitió comprender los complejos problemas religiosos que conmovían la estabilidad del Imperio. Su privilegiada posición le permitió, a su vez, ampliar en gran medida sus conocimientos.

En 521 Justiniano fue designado cónsul. El cargo era de naturaleza puramente honorífica, y sólo lo obligaba a la organización de los juegos públicos. Cuatro años más tarde recibió el título de “nobilísimo”, que lo calificaba como aspirante al trono. Poco antes de la muerte de Justino, acaecida en 527, el hijo de campesinos fue nombrado “Augusto”.

Ascender al trono era relativamente fácil. Pero mantenerse en él era lo difícil. Justiniano había aprovechado los nueve años de gobierno de su tío para trazar su propio camino hacia el logro del poder. La organización de los juegos del hipódromo (y de otros, como los circenses) le había asegurado el apoyo de la población tumultuosa de Constantinopla. Sus posibles competidores estaban, por lo menos circunstancialmente, anulados.

El circo ya había representado un papel importante en la vida de Justiniano, aun antes de que se convirtiese en emperador. En 520 una compañía de circo ambulante se encontraba en Constantinopla. Cierto día murió el domador de osos, dejando a su familia en la más completa miseria. Su viuda necesitaba obtener socorro.

En una función muy concurrida, expuso en la arena del circo a sus tres hijitas, la mayor de las cuales tenía apenas siete años. La facción de los “azules” (bando deportivo y político), tomó a las pequeñas bajo su protección. No obstante -esa ayuda, las desdichadas terminaron entregadas a la prostitución. Teodora, la menor de las hermanas, que superaba a las otras en belleza, era aplaudida con entusiasmo en el teatro cada vez que intervenía en las representaciones. Allí ejercía el oficio de actriz, entonces ligado estrechamente al comercio sexual, y mostraba su bello cuerpo en escena, entregándolo a quien la mantuviera.

De esas relaciones nació un hijo que, siendo pequeño, fue llevado a Egipto por su padre, y volvió más tarde a encontrarse con Teodora.

Vislumbrando la posibilidad de mejorar su condición social, ella adoptó un tipo de vida menos licencioso, mostrando recato en sus ropas y modales. Justiniano, en esa época patricio, quedó prendado hasta tal punto de la belleza e inteligencia de Teodora, que no descansó hasta convertirla en su esposa.

Las leyes prohibían a los individuos que ocupaban altos cargos casarse con mujeres de origen servil o que hubiesen actuado en la escena. Sin embargo, Justiniano consiguió que le fuese concedido a Teodora el título de patricia, haciéndola ingresar en los círculos más privilegiados de Constantinopla. Pese a ello, el matrimonio sólo se concretó después de que hubo muerto la esposa de Justino, que se oponía a la unión de la actriz con el futuro emperador, aun cuando éste fuese hijo y sobrino de campesinos, y ella fuera también de origen rural.

Después de la muerte de Justino, Teodora, convertida en emperatriz, obtuvo derechos casi similares a los de Justiniano, quien hizo que los grandes del Imperio le prestasen juramento.

Rodeada de servidores, Teodora pasaba largas temporadas en las agradables orillas del mar. Allí concedía audiencia a los personajes más destacados, que venían a solicitarle su favor. Arbitro de la voluntad de su marido, promovía o degradaba según su parecer a los funcionarios y cortesanos. E intervenía también con raro talento en la conducción de los asuntos de Estado. Aconsejado por ella, Justiniano fundó varios establecimientos de ayuda pública, entre ellos uno destinado a quinientas mujeres que habían ejercido la prostitución. Justiniano, modestamente, atribuía a Teodora todo el mérito de esas medidas.

EL EMPERADOR JUSTINIANO, UN GRAN LEGISLADOR Seis meses después de asumir la conducción del Imperio, Justiniano inició su obra legislativa. Encargó a una comisión de juristas la compilación del denominado “Novus lustinianeus Códex” —una revisión y sistematización de las diferentes leyes imperiales—. El nuevo código fue promulgado en abril del 529. “Las armas y las leyes sustentaron siempre al feliz pueblo romano y le dieron el dominio del mundo”. Esa frase definía las ideas rectoras del gobierno de Justiniano.

Justiniano necesitaba, realmente, robustecer su autoridad. El monofisismo de Anastasio (creencia en la naturaleza divina de Cristo, que se apartaba de la doctrina ortodoxa, la cual definía que en Cristo había dos naturalezas, la divina y la humana, en una sola persona), había provocado una oleada de rebeliones y persecuciones. Uno de los motivos que habían promovido el ascenso al trono de su tío Justino fue el desgaste político del partido monofisita.

La quiebra del principio de sucesión hereditaria, inaugurada por Constantino dos siglos antes, dio lugar a la organización de una facción “legitimista”, favorable a la familia de Anastasio. El gobierno de Justiniano preanunciábase sombrío. En 529 fue promulgado el “Código de Justiniano”. “Con la ayuda de Dios, gobernando este Imperio que nos fue entregado por la Majestad Celeste, condujimos la guerra y la paz con felicidad, y sustentamos la vida del Estado”.

Era una nueva afirmación del poder de las armas y de las leyes, apoyada ahora por los hechos. Pocos meses antes el Imperio Bizantino había conseguido su primera victoria importante, bajo el mando del ilirio Belisario, brillante soldado de menos de treinta años de edad, que se convirtió en comandante general de los ejércitos.

Cuarenta mil persas habían atacado la fortaleza de Dará. Los bizantinos contaban con menos de la mitad de esas tropas, y en su mayoría éstas estaban formadas por soldados sin experiencia. Belisario mandó excavar un foso ancho y profundo frente a la ciudad y próximo a sus murallas.

En el interior permanecieron los contingentes más bisónos. Trincheras espaciadas, junto a las cuales se emplazó la caballería, completaban las defensas. Los persas, subestimando a los bizantinos, atacaron. Sus fuerzas se dividieron, a fin de evitar el foso central. Esto era exactamente lo que Belisario esperaba: los soldados persas quedaron completamente desorientados frente a la lluvia de flechas lanzadas desde las murallas y trincheras y ante los contraataques de la caballería. Por primera vez en varias generaciones, el Imperio conseguía una victoria sobre su tradicional enemigo.Siguieron dos años de luchas esporádicas, que terminaron con la firma de un tratado de “paz eterna”.

UN EMPERADOR NO PUEDE ABANDONAR SU TRONO

Crear un ejército poderoso ocasionaba enormes gastos. Los impuestos alcanzaron niveles intolerables. La administración de Justiniano dependía de la habilidad de sus funcionarios fiscales. El descontento se extendía.

En 532 estalló la rebelión Nika. Los “verdes” y “azules” —partidos en que se dividía el pueblo de Constantinopla, originados en los antiguos bandos deportivos—, se congregaron en gigantesca manifestación en el hipódromo. En ese recinto, capaz de contener varias decenas de miles de personas sentadas, el emperador, tradicionalmente, hablaba al pueblo. La multitud solicitó perdón para dos condenados a muerte, que se habían refugiado en una iglesia. Exigió, además, la substitución del prefecto de la ciudad y de dos altos funcionarios, acusados de deshonestidad y extrema severidad en la recaudación de impuestos.

Justiniano atendió a las exigencias, pero no consiguió aplacar a la población enfurecida. Justiniano intentó calmarlos. Pero le respondieron con injurias. Azuzado por los líderes de la oligarquía, parte del pueblo reclamó el trono para un sobrino de Anastasio.

Durante cinco días se sucedieron los desórdenes y las luchas. Constantinopla se transformó en un campo de batalla. La población se adueñó de armas donde pudo hallarlas. Las estatuas fueron destruidas y sus fragmentos lanzados contra las tropas de Belisario. El fuego arrasó barrios enteros. Justiniano se preparaba para huir a Heraclea, cuando Teodora intervino. Ella no dejaría la ciudad. Ante el Consejo de Estado reunido, dijo que quien quisiese huir podía hacerlo, pero un emperador no debía abandonar su puesto. Era preferible la muerte: “la púrpura es la mejor mortaja”.

Justiniano no escapó y, ante el ejemplo de esa mujer, los ministros tampoco lo hicieron. La lucha terminó con la derrota total de los insurrectos, cercados en el hipódromo por los soldados de Belisario. Esa victoria costó miles de vidas, y la destrucción parcial de la ciudad. Los dos sobrinos de Anastasio, Hipatio y Pompeyo, el primero de los cuales había sido nombrado emperador por los facciosos, fueron muertos. Los administradores destituidos terminaron por ser repuestos en sus cargos: serían útiles para recaudar los recursos necesarios para la reconstrucción de la ciudad.

PARA SABER MAS…

CON SU MAGNÍFICO puerto y su emplazamiento fácil de defender, Constantinopla (ant. Bizancio, act. Estambul) era una capital segura para el imperio de oriente. El emperador Justiniano (h. 483-565), coronado en 527, se vio asistido por la sabiduría de su esposa Teodora (h. 500-548) y por su brillante general Belisario (h. 505-565).

CONQUISTAS DE JUSTINIANO

Justiniano logró volver a hacerse con el control de vastas zonas que habían pertenecido al imperio romano de occidente. Italia, el norte de África, las islas Baleares, Córcega y Cerdeña, cayeron bajo su dominio. Entre el 551 y el 624 las costas meridionales del reino visigodo también fueron bizantinas. Asimismo, ordenó la construcción de la iglesia de Santa Sofía. Sus reformas de la legislación romana dieron origen al llamado Código de Justiniano.

LA PESTE Y LAS INVASIONES Las reconquistas de Justiniano, sin embargo, no tuvieron larga vida. Agotado por el flagelo de la peste, el imperio bizantino no fue capaz de resistir a sus enemigos. En el año 647, los musulmanes conquistaron el norte de África y gran parte del Mediterráneo. En el 711, cruzaban el estrecho de Gibraltar y ganaban la batalla del Guadalete a los visigodos.

CAMBIO DE PODERES

Tras las invasiones musulmanas, el imperio bizantino perdió gran parte de sus dominios. El emperador Basilio I (h. 812-886) accedió al trono. Durante su mandato, la lengua griega pasó a sustituir al latín. Hacia el final del cruel reinado de BasÜio II (h. 958-1025), el poder bizantino se extendía desde el Danubio hasta la isla de Creta, y del sur de Italia a Siria.

LUCHAS POR EL PODER

Durante el período de expansión de Basilio II, floreció el comercio, y los misioneros ortodoxos difundieron su fe en Rusia a través de los Balcanes. Pero, en 1071, la victoria de los turcos selyúcidas en la batalla de Manzikert (en la actualidad Turquía) marcó el principio del fin. Las luchas cortesanas por el poder llegaron a ser tan complicadas que la palabra “bizantino” se relaciona con la conspiración y la intriga. Los emperadores caídos y los aspirantes a emperador sufrieron injurias, mutilaciones y en muchos casos la muerte. De los 88 emperadores bizantinos, 29 murieron asesinados.

EL ULTIMO PERÍODO En 1204, los cruzados que llegaron de Occidente para ayudar a Constantinopla contra los turcos selyúcidas, saquearon la ciudad y fundaron el “imperio latino”, de corta vida. Constantinopla no tenía defensas contra el poderoso imperio turco otomano. En 1453, tras dos meses de asedio, el sultán Mehmet II (1432-81) entró en Bizancio, que pasó a llamarse Estambul.

CRONOLOGÍA DEL IMPERIO BIZANTINO

——— 285———

El emperador Diocleciano divide el imperio en dos partes, cada una de ellas con un emperador. A Constantino

le corresponde oriente, mientras que Diocleciano se reserva occidente.

——— 330———

En mayo, Constantino cambia el nombre de Bizancio por el de Constantinopla.

——— 527———

Comienza el reinado de Justiniano I el Grande.

——— 534———

Justiniano publica su reforma de la legislación romana, el Código de Justiniano. Al mando del general

Belisario, el imperio bizantino reconquista el norte de África, en poder de los vándalos (pueblo bárbaro de Europa septentrional que penetró en la península Ibérica a principios del s. V y que en el 429 cruzó el estrecho de Gibraltar para asentarse en el norte de África).

——— 551 ———

Narsés, general sucesor de Belisario, conquista la costa meridional del reino visigodo de la península Ibérica.

——— 552 ———

Bizancio completa la reconquista de Italia.

——— 570———

Nace Mahoma, fundador de la religión islámica, en La Meca, en la actual Arabia Saudí.

——— 627———

El emperador Heraclio derrota a los persas en la batalla de Nínive.

——— 711 ———

Los musulmanes cruzan el estrecho de Gibraltar y penetran en la península Ibérica, derrotando a los visigodos

en la batalla del Guadalete.

——— 717-718———

Constantinopla sufre un prolongado asedio de los musulmanes.

——— 730 ———

El emperador León III intensifica la querella de los iconoclastas al ordenar la destrucción de todos los iconos.

——— 751 ———

Los lombardos arrebatan Rávena a los bizantinos. Es el fin del dominio bizantino en occidente.

——— 843———

Termina la querella iconoclasta.

——— 939———

La boda de la princesa imperial Ana con el príncipe Vladimiro de Kiev marca la conversión oficial de Rusia a la iglesia ortodoxa.

——— 1018———

El emperador Basilio II derrota a los búlgaros. Para corroborar su triunfo, ordena arrancar los ojos de todos los

soldados búlgaros sobrevivientes.

———1071 ———

Los turcos selyúcidas derrotan a los bizantinos en la batalla de Manzikert. Como resultado, los selyúcidas

reinan en Anatolia (act. la parte asiática de Turquía).

———1204———

Constantinopla es conquistada y saqueada por los cruzados, apoyados por el creciente poder de la república

de Venecia. Fundan el imperio latino, de corta vida.

———1453 ———

Tras dos meses de asedio, Constantinopla cae en manos de Mehmet II, sultán de los turcos otomanos. La iglesia de Santa Sofía es convertida en mezquita. Con el nombre de Estambul, Constantinopla pasa a ser la capital del imperio otomano.