La casa de la Riva

La casa de la Riva

joya de la arquitectura virreinal limeña

La Sociedad “Entre Nous” está cumpliendo el centenario de su fundación,

habiendo desarrollado, a lo largo de tantos años,

una gran labor de promoción cultural y educativa en nuestra ciudad.



Por: César Coloma Porcari

Presidente del Instituto Latinoamericano de Cultura y Desarrollo


En la obra de don Cipriano A. Laos, titulada “Lima, la ciudad de los virreyes” (Corbeil, Imprimerie Crété, 1927, página 70), se registra que esta institución estaba ubicada, en ese entonces, en la calle Minería (Av. Emancipación) N° 188 y que “La biblioteca cuenta en la actualidad con 3,500 volúmenes de los más selectos autores”.

Se indica allí que “Otra de las actividades de la Sociedad ‘Entre Nous’ es el dar frecuentemente conferencias sustentadas por los principales intelectuales del país, a quienes se debe, en parte, el desenvolvimiento alcanzado”. Y “En el periodo de su iniciación, las conferencias tenían lugar en los teatros de la Capital, hoy en día en el local de la Sociedad”. Presentaron, también, varias exposiciones de pintura y escultura.

Como todas esas conferencias y exposiciones están anunciadas y reseñadas en las revistas y periódicos de la época, sería necesario compilar toda esa información. Cabe destacar, además, que en la institución se ofrecían “Clases de inglés, francés, italiano, alemán, literatura y labores”, que “se dictan con el mayor éxito”.

Después de haber estado ubicada en varios lugares, la Sociedad decidió contar con un local propio, y para ello se adquirió la “casa de la Riva”, ubicada en la calle del mismo nombre, hoy Jr. Ica N° 426, inmueble que se encontraba sumamente deteriorado por el paso del tiempo.

La casa de la Riva se encontraba en un inminente peligro de destrucción, por haber sido convertida en un gran tugurio, al extremo que habitaban en ella catorce familias de escasísimos recursos, tal como figura en la “Guía Lascano”, 16ª edición (Lima, 1940, página 666).

La Sociedad “Entre Nous” tiene el mérito inconmensurable de haber salvado de su destrucción este importantísimo ejemplo de la arquitectura virreinal limeña, ya que de no haber sido por esa institución, el histórico inmueble no existiría hoy día y probablemente habría sido reemplazado por un antiestético edificio moderno o una playa de estacionamiento.

La casa fue admirablemente restaurada por el destacado arquitecto don Rafael Marquina y Bueno, entre 1948 y 1955, y fue declarada Monumento Nacional por Resolución Suprema N° 2900-72-ED, del 28 de diciembre de 1972, con el nombre de “Casa La Riva” (César Coloma Porcari: “Los Monumentos Históricos del Perú y las normas legales que los declaran”, Lima, Instituto Latinoamericano de Cultura y Desarrollo, 1999, página 80).

El arquitecto don Héctor Velarde, al referirse a la casa de la Riva, afirma que “Se trata de una de las casas de más prestancia de la ciudad. La fachada llama la atención por su severidad y por sus grandes proporciones. La misma está conformada por un vasto paramento cuya monumentalidad está acentuada por la pequeñez de los vanos y su considerable espaciamiento” (“Itinerarios de Lima”, Lima, Editorial Universitaria S. A., 1971, páginas 38-39).

Además, “Por su gran tamaño y extrema sobriedad, la portada constituye un acento digno de esta bella fachada. Los balcones de celosías, pequeños y colocados sobre el entrepiso y, por lo tanto, a gran altura, acusan la influencia del rococó y son pulcros y elegantes.

Agrega que “El patio es también uno de los más vastos que se conservan. Contrasta con esa amplitud la pequeñez y el carácter íntimo de los vanos que se abren en los paños laterales. Esbeltas galerías de madera, de tipo andaluz, rodean el patio en sus cuatro lados. Las puertas, ventanas y rejas son en su mayoría del siglo XVIII; entre ellas destacan las dos grandes y elaboradas rejas a cada lado de la entrada al principal”.

El segundo patio, de estilo neocolonial, tiene, según Velarde, un “singular encanto, con galerías de gráciles arcos rebajados en dos de sus lados. El ambiente sorprende por su singular frescura y su delicada poesía”.

El salón principal, con su mobiliario dorado, está iluminado con valiosas arañas de cristal de varios colores. Es éste el ambiente más lujoso de la casa. El segundo salón, más pequeño, luce también muebles del siglo XIX, y el pequeño oratorio, con un altar neocolonial, completa el evocador ambiente de la vieja Lima.

Marquina y Bueno diseñó también el teatro de la institución y otras dependencias (como la galería del segundo patio), en el bellísimo estilo neocolonial. Según Velarde, “armonizan agradablemente con la parte antigua que ha sido atinadamente restaurada”. Este teatro, muchos años, tuvo singular importancia en la vida artística de la ciudad.

(Publicado en "Voces", Revista Cultural de Lima, año 13, N° 49, Lima, 2012, páginas 38-39).