El papel del consumo en la economía
El consumo es justamente la actividad económica relacionada directamente con la supervivencia de la humanidad puesto que los bienes de consumo se definen como aquellos destinados a satisfacer las necesidades corrientes de la población (vestido, calzado, alimentación etc).
El consumo no sólo incluye los bienes básicos que permiten esa supervivencia sino todos aquellos que definen el nivel de vida de las personas (educación, sanidad, ocio...).
En el plano macroeconómico el consumo es, con mucho, la parte más importante del PIB (las tres cuartas partes del PIB mundial y europeo).
Por tanto, cualquier tipo de teoría y de modelo explicativo del funcionamiento de la economía a través de la renta y sus fluctuaciones debe partir del análisis de la función de consumo. Esto hace que las diversas teorías sobre el consumo (y consecuentemente sobre su complementario, el ahorro) se hayan constituído desde hace tiempo en el eje mismo del análisis de la economía.
¿Cómo funciona y de qué depende el consumo? Repasemos sucintamente algunas de las teorías que tratan de precisar esta importante cuestión.
El consumo depende de la renta, pero ¿de qué tipo de renta?
Esto significa que los individuos aumentan su consumo cuando la renta crece pero lo hacen de forma menos que proporcional. Es lo que Keynes llamaba su “ley psicológica fundamental”. Es la concepción dominante en los años 40 y 50, sin una visión de futuro por parte del agente económico que sólo atiende a su renta presente. Estos planteamientos se ven mejorados al considerar que es más realista considerar que el consumo del propio período depende no de la renta de ese período, como en la formulación básica keynesiana, sino de la renta del período anterior, es decir, Ct = a +bYt-1, introduciendo así una cierta consideración temporal más realista.
Ya a partir de los años 50 las diversas teorías conectan el consumo con todo el horizonte temporal de la vida del agente económico, relacionándolo así con los períodos futuros.
¿Cómo se justifica el aumento del consumo impulsado por el efecto demostración si no hay un incremento previo de renta? Duesenberry postulaba que se haría a expensas del ahorro. ¿Y si no se puede ahorrar como, por ejemplo, en el caso de los países subdesarrollados? Él creía que este fenómeno sería precisamente una fuente de cambio social colectivo y reivindicativo, al tratar los consumidores de emular a aquellos de su propia comunidad que disfrutaran de un nivel de consumo más alto. Estos planteamientos han quedado relegados casi al olvido pero hay razones para pensar que hoy la hipótesis del efecto emulación se reivindica por sí misma como explicación importante, aunque no única, de los estímulos a la emigración en un mundo globalizado.
Hay otras formulaciones que matizan de diversas formas estas teorías para soslayar sus puntos débiles a la hora de explicar los comportamientos en las últimas etapas de la vida pero todos ellos tienen algo en común:
Por todo ello, la función de consumo para cada período dependerá de la renta corriente, de las rentas futuras, de la riqueza (heredada o acumulada hasta el momento presente), de la edad y de otras variables diversas como las preferencias de los agentes, los tipos de interés esperados, la percepción del entorno económico esperable como la inflación, la seguridad jurídica y estabilidad institucional etc.
Clasificación de estas teorías:
En todas estas se producen transferencias entre generaciones, haya o no herencias. Pero hay que recordar que estas transferencias tienen doble dirección, no sólo de padres a hijos sino que pueden ser también de hijos a padres en forma de regalos, cuidados, etc. y revisten dos modalidades:
1.- HERENCIAS, que es el caso más tenido en cuenta. Es preciso distinguir distintos tipos de herencias:
2.- DONACIONES INTERVIVOS.
En este modelo las donaciones intervivos (típicas de los modelos altruistas) pueden tener más peso que las propias herencias. Hay datos que incluso evidencian que las donaciones intervivos suponen la gran mayoría de todas las transferencias intergeneracionales (caso de EEUU)
Volvemos a la pregunta anterior ¿De qué depende el consumo?
De forma recapitulativa, el consumo es una función creciente:
En consecuencia, un individuo va estimando su renta y riqueza, y va decidiendo qué parte de su riqueza total va a gastar, normalmente elegirá una fracción de su riqueza que le permita mantener aproximadamente el mismo nivel de vida todos los años de su vida. Para ello va ajustando su consumo-renta de forma que:
Si el Consumo > que renta actual: pediría prestado por el importe de la diferencia y/o acudiría a una merma de su riqueza (disminución capital ahorrado)
Si Consumo < que renta actual: ahorraría la diferencia (incrementando su capital ahorrado)
En definitiva, debe elegir qué parte de su consumo depende de la riqueza total (incluyendo las expectativas sobre la renta futura) y qué parte depende de su renta actual.
Consumo en respuesta a la renta
A.- El consumo oscila menos que la renta actual
B.- Sin embargo, puede darse una situación diferente: El consumo incluso puede variar aunque no lo haga la renta actual
Papel crucial de las expectativas
Por ejemplo, en épocas de recesión ó de auge, el agente económico espera que estas etapas tengan una duración más corta por lo que no ajusta totalmente el consumo a las nuevas circunstancias con la expectativa de que pronto se volverá a la situación anterior.
Por ejemplo por el influjo de las expectativas con respecto a los futuros movimientos al alza ó a la baja de la renta (cambios esperados en la política económica y regulatoria, ilusión por un cambio institucional o político, aumento o disminución de la confianza en la economía general etc.)
Pero la acumulación de su riqueza exige una sucesión de decisiones sobre el ahorro, por lo que las teorías estudian las distintas motivaciones del ahorro y su evolución en el tiempo.
La función de consumo implica, por tanto, una función implícita de ahorro, que es la forma de acumular riqueza por parte del agente económico, capitalizando así las rentas obtenidas a lo largo de su vida activa, con vistas a la estabilización del consumo a lo largo de su vida y, especialmente, en la última etapa.
El agente económico llega al ahorro por una doble vía:
• La reducción temporal de la renta debida a períodos de desempleo, posibles enfermedades o discapacidades laborales etc.
• Duración incierta de la vida y el momento de la muerte
• Inflación no esperada
• Perturbaciones graves del entorno económico general etc.
La respuesta del agente económico a estas incertidumbres es la búsqueda de la seguridad mediante EL AHORRO con el fin de poder cubrirse de estas contingencias. A su vez la intensidad de ese ahorro relativo variará según sus circunstancias particulares como edad, aversión al riesgo, situación socioeconómica de la sociedad etc. Por ejemplo, en un joven tendrá más peso la incertidumbre sobre contingencias en el empleo mientras que en una persona mayor pesará más el riesgo de incurrir en necesidades médicas extraordinarias, como es lógico.
De cara al futuro, cabe pensar en un nuevo escenario que previsiblemente provocará importantes cambios en la función de consumo. ¿Están cambiando las pautas de consumo? No tenemos aún perspectiva temporal para sacar conclusiones de los estudios empíricos, pero es evidente que presenciamos unos factores decisivos que impulsarán el cambio, entre los que podemos mencionar: