Vida cotidiana Edad Media

Para conocer los distintos aspectos de la vida cotidiana de los vascos de la Baja Edad Media se plantea una supuesta conversación entre dos personajes y a lo largo de la misma se introducen los datos reales que proporciona la documentación de archivo y las investigaciones de los historiadores.

El maestro cantero Jean de Flandes llegó a Vitoria a finales del siglo XV a trabajar en la construcción de la casa palacio del noble Pedro Martínez de Álava. Ante los planos del edificio tuvo lugar una animada conversación que recreamos a continuación.

Álava : Mi buen maese, siento deciros que no me satisface el edificio que me proponéis, pues no guarda relación alguna con las arquitecturas de la tierra.

Jean de Flandes : Mi señor, bien sé que me habéis hecho llamar por mi pericia en el trabajo de la piedra, pero soy extranjero y desconozco los gustos estéticos que siguen las casas nobiliarias. ¿Podríais informarme al respecto?

 Álava : Por aquí predomina un tipo de construcción denominada casa torre o casa fuerte. Son torres de planta cuadrada o rectangular. Sus muros poseen un espesor de más o menos metro y medio, lo que les proporciona gran solidez y para poder derribarlas hace falta usar lombardas, como se hizo con la torre de Diego Sánchez de Basurto. Para dificultar los asaltos por la entrada principal, la puerta se sitúa en el primer piso y se accede a ella a través de una escalinata de piedra situada al exterior ( patín ) y separada de la torre, pero que se une a ella mediante un pequeño puente levadizo. Disponen de pocos ventanales para evitar que una saeta entre por ella, como le ocurrió en 1479 al señor de Contrasta, Juan de Lezcano, que murió atravesado por una de ellas. Alcanzan los 20 metros de altura y están rematadas con ladroneras para arrojar líquido hirviendo a los asaltantes. Algunas torres se asemejan a castillos, pues poseen murallas exteriores, cubos laterales e incluso foso. Las de mayor renombre en la tierra son las de Guevara, Butrón, Muñatones, Martiartu, Muncharaz y Barajuen.

Jean de Flandes : ¿A qué se debe que se construyan estas torres?

Álava : Pues esencialmente a dos motivos: por el prestigio que otorga a su poseedor y por defender al grupo familiar de otros linajes enemigos, sobre todo desde la centuria decimocuarta y buena parte de la siguiente, cuando los nobles se enzarzaron en violentas luchas, llamadas de bandos oñacino y gamboino, y comenzadas como reacción a la disminución de las rentas feudales que percibían los señores rurales.

Jean de Flandes : ¿Todos pueden construir estas casas torre?

Álava : El Fuero de Vizcaya prevé que sólo lo puedan hacer los hidalgos, el resto de los habitantes no nobles deberán edificar casas llanas, es decir, sin elementos defensivos ni militares. Los campesinos, por ejemplo, construyen sus caseríos, denominados baserri en lengua de la tierra, en piedra, entramado de madera, caballete perpendicular a la fachada principal, tejado a dos aguas y con tres crujías (más ancha la central que las laterales). En la planta baja se instala la cocina y la cuadra, en la primera la vivienda y arriba de ésta, en el sobrado, el almacén. Estos caseríos disponen de otros edificios anexos, como el lagar para elaborar sidra, el horno para cocer el pan o el hórreo para almacenar grano, manzanas, etc.

Jean de Flandes : Las casas de las villas, por lo que he podido comprobar desde mi llegada a Vitoria, son diferentes, pues son adosadas a partir de un muro medianil, la mayoría son de madera, con techumbres de paja, las que pertenecen a los artesanos sitúan la tienda en la parte delantera y en las traseras se encuentran huertos, pozos ciegos o pequeños corrales. La mayoría dispone de un mobiliario muy escaso y camas que comparten diversos miembros de la familia. 

Álava : Veo que sois muy observador, pero las cosas han cambiado mucho desde los tiempos de la fundación de las villas, cuando el espacio se repartía en lotes uniformes de 8x12 mts. para edificar casas entre los nuevos pobladores, como ocurrió, por ejemplo, en Villarreal de Urretxua en 1383. Ahora, desde hace unos 50 años, se ha producido un gran incremento demográfico que ha provocado que los lotes se dividan, se construya un tercer piso en altura y que hayan surgido los arrabales (núcleos de viviendas extramuros). En Vitoria hay hasta cinco: Aldabe, San Martín, San Ildefonso, Adurza, Santa Clara y la Magdalena.

Jean de Flandes : Tanta gente y con calles tan estrechas, pues he visto que apenas superan los cuatro metros de anchura, los problemas de higiene serán importantes, ¿no?

Álava :. ¡En efecto, así es! Las calles están mal aireadas, los vecinos arrojan las inmundicias a la calle, los carniceros sangran las reses en plena calle y a ella arrojan los desperdicios, lo mismo hacen pescateros y verduleros, las calles están permanentemente enfangadas en invierno, los animales circulan por ellas, especialmente los cerdos que poseen los vecinos para su alimentación particular,... Afortunadamente desde hace unos 25 años las cosas han cambiado a mejor, pues la situación anterior era un caldo de cultivo para todo tipo de epidemias. Ahora se apuesta por los mataderos y fuera de las ciudades, Tolosa y Segura lo han hecho hace poco y me consta que Vitoria lo hará pronto; se ha construido un sistema cerrado de alcantarillado y cañerías para que las aguas fecales y demás inmundicias circulen fuera de la vista y olfato; se ha comenzado a empedrar las calles para facilitar su limpieza; los vecinos deben limpiar una vez por semana el tramo de calle que ocupan sus casas; se ha prohibido que los animales circulen por las calles y arrojar a ellas cualquier tipo de desperdicio; y además, en Vitoria mismo, desde 1490 disponemos de un " alcalde de las basuras " que vela por el mantenimiento de las condiciones higiénicas de la ciudad, pues no debe olvidar que nos va la vida en ello.

Jean de Flandes : En mi tierra, allá por los Países Bajos, hace tiempo que hemos sustituido la madera en la construcción por los peligros de incendios y veo que aquí todavía la mayoría de las casas son de este material.

Álava : Así es, la experiencia al respecto ha sido muy dura y muchas viviendas y personas se han consumido por las llamas. Vitoria en 1202 fue casi destruida, al igual que en 1436 y 1443, pero también San Sebastián en 1433, 1483, 1489 o 1496, o Bermeo y Lequeitio en 1422. Para evitarlo, de un tiempo a esta parte las autoridades municipales han adoptado una serie de medidas, como construir las casas de "cal y canto", evitar almacenar en las casas materiales altamente combustibles, eliminar las techumbres de paja, proteger los fuegos del hogar con metales, encalar las paredes, vigilar las noches de fuertes vientos los posibles conatos de incendios, o colocar un muro cortafuegos entre diversas partes de la villa, caso de Lequeitio en 1490. Pero si aún así se produce el incendio, todos los vecinos deben acudir a apagarlo con sus cubos de agua que dejan llenos todas las noches a la puerta de casa en previsión de, y los carpinteros se encargan de atajar la progresión del incendio.

Jean de Flandes : Ayer por la tarde, trabajando en mi cámara en los planos, me distrajeron unos cánticos que provenían de un banquete nupcial, ¿cómo son las bodas entre los vascos?

Álava : Mi buen maese Jean os diré que las mujeres pueden contraer matrimonio a partir de los 12 años y los hombres de los 14. No obstante, el acuerdo matrimonial entre las familias de los novios se establece siendo éstos aún niños. Los padres eligen a los candidatos, sin contar para nada con ellos, en función de sus intereses, que no son otros que los de medrar social y económicamente. Por ello el hombre debe aportar unas arras (generalmente la propiedad de la casa solar) y la mujer una dote, cuyas cuantías depende de su importancia social; por ejemplo, Carlos III el Noble entregó la suma de 15. 000 florines de oro a su primogénita Juana. En otras palabras, el matrimonio es un negocio que antes del siglo XV bastaba para ser considerado válido con el simple acuerdo entre las partes y consumar después sexualmente la unión por parte de los contrayentes. Ahora la Iglesia exige que la boda se celebre ante ella, que haya testigos, que se proclamen las amonestaciones (se evita así la bigamia, los matrimonios en grados prohibidos, como entre primos, etc.) y que se sacralice la unión.

Jean de Flandes : ¿No existen casos de matrimonios por amor?

Álava : Ésa es una cuestión que tan sólo afecta a los estratos sociales inferiores; nosotros los nobles y ricos burgueses tenemos que velar por nuestro linaje (apellido y orígenes ancestrales) y patrimonio (casa solar y mayorazgo), y, en consecuencia, no podemos arriesgarlo por un desafortunado enamoramiento. Recuerdo el caso de Gonzalo Gómez de Butrón que en su testamento otorgado en 1487 introdujo una cláusula por la que prohibía a su hija casarse con los hijos de Tristán de Leguizamón. Pero eso no quiere decir que no se hayan producido fugas entre amantes en contra de los deseos de los padres o raptos de doncellas.

Jean de Flandes : En los Países Bajos tenemos un sistema de auxilio social para nuestros mayores, ¿entre los vascos cómo están las cosas?

Álava : En honor a la verdad, algunos mecanismos se han arbitrado para evitar el abandono de los ancianos. En el Fuero de Vizcaya, por ejemplo, se especifica que una vez entregada la casa solar al varón en el momento de su matrimonio, los padres puedan seguir viviendo en la casa y caso de recibir un trato inapropiado se derogará la entrega. También contamos con hospitales que actúan como asilos mediante el sistema de donados . Los ancianos solos y sin muchos recursos donan, de ahí el término de donados , todos sus bienes a un hospital y durante el resto de sus vidas son alimentados, vestidos, cuidados en caso de enfermedad y a la hora de su muerte se les hacen las honras fúnebres pertinentes. Pero también están los gremios y cofradías que de alguna manera auxilian a sus miembros ancianos. Ya a mediados del siglo XIV la cofradía de pescadores de Bermeo obligó a entregar una parte de las capturas para sus mayores pobres.

Jean de Flandes : ¡Ay, don Pedro! Ha mencionado la mayor certidumbre de esta vida, la muerte, término de nuestro peregrinaje por este valle de lágrimas.

Álava : ¡Cuánta razón tenéis maese Jean! Pero ha de saber que desde el siglo XIII nos enfrentamos a ella con algo de mayor tranquilidad gracias al instrumento del testamento. En él ordenamos las cuestiones relativas a la herencia, pero también, y sobre todo, las del alma, para acortar nuestra estancia en el Purgatorio y salir bien parados del Juicio Final. En este punto se encuentran las denominadas mandas pro ánima , que incluyen misas, cuantas más mejor (novenarios, trentenarios, cabos de año, capellanías, etc.), dineros a los pobres para comida y ropa, dineros a doncellas pobres para poder casarse, dineros para las fábricas de las iglesias, dineros para construir hospitales,... ¡Fíjese!, el hospital de San Pedro de Vitoria, que ha podido ver cercano a la parroquia del mismo nombre, fue fundado por Garci Martínez de Estella a finales del siglo XIV mediante una cláusula testamentaria. Como mortaja para realizar el viaje al más allá, lo que más se elige en esta ciudad es el hábito de las órdenes mendicantes, franciscana y dominica.

Jean de Flandes : Pero pasemos a cuestiones más alegres. Las fiestas, ¿cómo son las diversiones? Me han dicho que los vascos saben divertirse como nadie, ¿es verdad?

Álava : A pesar de lo que a priori parezca, los campesinos, jornaleros, artesanos, comerciantes, transportistas,..., no se pasan todo el año trabajando de sol a sol, pues hay muchas oportunidades para el regocijo. Los obispos de Calahorra, Diego de Zúñiga en 1410 y Juan de Quemada en 1480, establecieron un calendario con 53 festividades religiosas a respetar (Pascua, Corpus Christi, San Simón y San Judas, San Juan, los Santos Inocentes,...), que sumandas a los 52 domingos del año, arroja un total de 105 días festivos. A éstos habría que añadir las celebraciones por natalicios, bodas y visitas reales, por victorias de nuestros ejércitos, como cuando el vitoriano Diego Martínez de Álava participó con 400 alaveses en la toma de Granada en 1492, o las coronaciones de nuestros reyes, todavía en Pamplona resuenan los ecos de las de Carlos II el Malo y de su hijo Carlos III el Noble. La celebración de las festividades religiosas principales es muy similar. Empieza con una misa por la mañana, seguida por una procesión por las calles de la localidad. Los actos religiosos dan paso al apartado lúdico. Las formas de entretenimiento usuales implican, obligatoriamente, la celebración de encierros de reses (vacas, novillos o toros), el juego de bolos (denominado birlos ), juegos de destreza con lanza o ballesta, y los bailes, amenizados por un tamborilero y un dulzainero. En ocasiones se invitan a juglares para que con sus chanzas diviertan al público. Luego llega la hora de la comida, reuniéndose en torno a una mesa los vecinos de una misma calle, los miembros de un gremio o cofradía, la corporación municipal, etc. Hoy en día, a finales de la decimoquinta centuria, y sobre todo en las villas vascas situadas en la importante ruta comercial que comunica el interior de Castilla con el norte de Europa, las posibilidades de conseguir vino, especies, frutas, carnes, pescados, productos lácteos, etc. son considerables. Eso no quiere decir que se dé paso expédito a la gula, que como muy bien sabe vuesa merced , es un pecado capital que persigue nuestra religión. Por eso se exige que las comidas sean todo lo morigeradas que puedan en orden a la moral y a evitar gastos excesivos.

Jean de Flandes : ¿Y no hay problemas de orden público?

Álava : ¡Ya lo creo que sí! La gente sale hecha unos bacos de los banquetes. Las autoridades deben estar atentas a los juegos de naipes para evitar que se apueste dinero y surjan disputas violentas. No se puede tolerar el juego de dados por la cantidad de trampas y tramposos que participan. Por las noches hay que iluminar las calles para que no queden a oscuras y esa oscuridad sea coartada para cometer actos de naturaleza deshonesta. Las mujeres no pueden salir por las noches para evitar afrentas, sobre todo de esos bacos que deambulan de un lado a otro. Tampoco se les permite salir de sus calles para seguir las romerías o bailes, que deben hacerlo en las suyas propias, donde pueden ser mejor protegidas. Hay que tener sumo cuidado con los vagabundos, mendigos y falsos pobres que aprovechan estas ocasiones para entrar en las ciudades, pues hay que censar a estas personas para evitar que cometan delitos, como hurtos.