Actividades económicas

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Desde la segunda mitad del siglo XIII la economía de Vasconia acentuó la evolución del proceso de diversificación que venía conociendo desde el siglo XI. La base de la misma sigue siendo la actividad agropecuaria, pero adquieren cada vez más importancia otros sectores, como la pesca marítima, la construcción naval, el comercio, el artesanado urbano o algunas industrias extractivas, especialmente del hierro y, en menor medida, de la sal.

Agricultura

A finales del siglo XIII culminó un proceso de expansión agraria, que impulsado por el propio crecimiento demográfico, había extendido los cultivos hasta zonas de dudosa productividad. En la primera mitad del siglo XIV, con una demografía en retroceso, fueron abandonados los terrenos menos favorables y numerosas aldeas de reducido tamaño quedaron despobladas, como se comprueba en Álava o en Navarra. Esta tendencia cambiaría de signo a partir del segundo tercio del siglo XV, al impulsarse la roturación de nuevas zonas de cultivo y la recuperación de otras que habían sido abandonadas con anterioridad. En algunos casos se produjo una reordenación de los cultivos, como es el caso de la Rioja alavesa donde se potenció el cultivo del viñedo a costa de los cereales. En otros territorios, como Guipúzcoa y Vizcaya o los valles alaveses de Ayala y Aramaiona se impulsó notablemente la agricultura, aumentando el área roturada, en detrimento de la ganadería y de la explotación del bosque. La roturación de tierras comunales para dedicarlas al cultivo de cereales y su paso a manos privadas produjo en ocasiones enfrentamientos con ganaderos y ferrones. En el siglo XV Navarra tiene una agricultura próspera, que es excedentaria en la producción de cereales, aceite y vino.

Pesca

Ya en los siglos centrales de la Edad Media la pesca había tenido un notable desarrollo en las costas de Vizcaya, Guipúzcoa y Labourd, si bien dicha actividad era fundamentalmente de bajura. Se pescaban numerosas especies, estando entre las más apreciadas y que eran objeto de comercialización el besugo, el congrio, la sardina, la merluza, la lubina, el chicharro, etc. A partir del siglo XIV los marineros vascos, cuya fama era desde antiguo muy notable, buscaron nuevos caladeros más alejados de la costa y empezaron a faenar en aguas de Inglaterra, Irlanda, Bretaña o Normandía, donde pescaban anchoas, bacalao o atún. Especial significado tuvo la caza de la ballena, que en un principio se hacía entre octubre y marzo cuando los cetáceos se acercaban a la costa. Guetaria, Motrico, Lequeitio, Bermeo, Zarauz o Biarritz, entre otros puertos del Golfo de Vizcaya, destacaron en la caza de la ballena, de la que se aprovechaba especialmente la grasa, que se exportaba a Castilla, Francia, Inglaterra y Flandes. En el siglo XV el progresivo alejamiento de las ballenas de la costa forzó a los marinos vascos a buscar nuevos caladeros en zonas muy distantes, llegando posteriormente hasta Terranova o la Península del Labrador, donde descubrieron también ricos bancos de bacalao, y se instalaron factorías permanentes para preparar la grasa de la ballena y secar el bacalao.

Desde la Plena Edad Media la actividad marítima fue objeto de una minuciosa reglamentación. Bayona, desde 1255, disponía de unas ordenanzas regulando la venta del pescado. Pero el mejor testimonio lo constituye la formación de cofradías, que asociaban a las gentes de la mar y regulaban toda la actividad pesquera, jugando en ocasiones un papel destacado en el gobierno de la villa. La de Bermeo, de 1353, se cuenta entre las más antiguas cofradías.

El desarrollo de la actividad marítima no hubiera sido posible sin el soporte de una importante actividad: la construcción naval. Tanto Vizcaya como Guipúzcoa disponían de la infraestructura material, bosques y ferrerías, y de un artesanado bien preparado y de larga tradición en la construcción de naves. Desde el siglo XIII la flota vasca había participado en empresas militares de la Corona de Castilla, intensificándose dicha participación en los dos siglos siguientes. Entre las novedades tecnológicas aportadas por los marinos vascos destaca la coca bayonesa , una nave de tres mástiles y gran capacidad de carga, precedente de la carabela, y el timón de codaste , también llamado timón a la bayonesa o a la navarra.

Comercio

En la Baja Edad Media el territorio vasco, estratégicamente situado en relación con las rutas marítimas, conoció un desarrollo comercial importante, estimulado por la necesidad de buscar fuera algunos productos alimenticios de los que era deficitario, como los cereales, y dar salida a otros en los que era excedentario, como el hierro. La defensa de los intereses comerciales de las villas de la costa cantábrica oriental llevó a las mismas a la formación en 1296 de la llamada Hermandad de la marina de Castilla con Vitoria o Hermandad de las marismas, integrada en un primer momento por San Sebastián, Fuenterrabía, Guetaria, Bermeo, Laredo, Castro Urdiales, Santander y Vitoria, la única villa del interior pero que a fines del siglo XIII había alcanzado ya un importante desarrollo comercial, como lugar de paso en la ruta que unía Burgos con los puertos vascos. Esta ruta, que en su máxima extensión unía los puertos del Cantábrico oriental con los de la Andalucía atlántica, tenía una enorme importancia para el conjunto de la economía castellana, en la medida que permitía la exportación del hierro vasco y de la lana castellana así como la importación de paños flamencos y de otras manufacturas del norte de Europa, negocio al que sirvieron con diligencia los transportistas vascos.

Actividad artesanal

Con el nacimiento de las villas, a partir del siglo XI, la sociedad vasca conoció un proceso de diversificación social, con la aparición de la burguesía, y económica, en la medida que la población urbana pudo dedicarse a los sectores secundario y terciario. En mayor o menor grado los centros urbanos fueron focos de una variada actividad artesanal, que atiende a las más complejas necesidades del abastecimiento urbano y permite los intercambios comerciales, tareas que se realizan a través de los mercados semanales, que suelen estar institucionalizados en los propios fueros fundacionales de las villas o a través de ferias de carácter anual, de mayor envergadura económica, que eran otorgadas por los monarcas. Vitoria, con su mercado semanal de los jueves y sus ferias, constituye un buen ejemplo, al tiempo que los documentos de principios del siglos XIV nos ofrecen los nombres de numerosos oficios que se practicaban en la ciudad, muchos de los cuales tenían relación con el trabajo del hierro. En algunas villas, como Durango, Vergara y Vitoria, alcanzó una cierta importancia la industria textil, orientada hacia la producción de paños de escasa calidad destinados a una clientela de reducido poder adquisitivo, tanto del medio urbano como campesino. En el caso de Navarra merece la pena destacar los intentos llevados a cabo por Carlos II el Malo por revitalizar la industria textil mediante la creación de un centro pañero de calidad en Tudela, aunque el éxito no acompañó a la iniciativa.

Minería

La extracción de mineral de hierro y su posterior elaboración en las ferrerías ha constituido en los dos últimos siglos medievales una actividad económica esencial, centrada en Guipúzcoa y, principalmente, en Vizcaya, que heredaron el protagonismo que en dicho sector había tenido Álava hasta principios del siglo XIV. La existencia de abundantes venas de mineral (yacimientos), distribuidas prácticamente por toda la geografía vasca, y de bosques y de cursos de agua para su posterior elaboración justifica la generalizada presencia de ferrerías, que proporcionaban la materia prima, el hierro, con el que se procedería a la fabricación de los más variados utensilios y herramientas, desde clavos, anclas, cuchillos, aperos de labranza, etc. hasta armas blancas y de fuego así como balas de cañón. La industria armera se localizó preferentemente a fines de la Edad Media en el valle del Deva, y tendrá una gran desarrollo en el siglo XVI en relación con el amplio despliegue militar del Imperio hispánico.

Aunque no alcance la importancia de la minería del hierro, no se puede olvidar otra industria extractiva, la de la sal, que constituye un elemento esencial para la alimentación humana y del ganado y la conservación de los alimentos, especialmente del pescado. Los centros productores de sal más importantes se localizan en Salinas de Añana, Salinillas de Buradón, ambos en Álava, y Salinas de Léniz, en Guipúzcoa.