La pintura románica
La pintura románica
Tipos de pintura románica
Miniaturas: pequeñas pinturas que decoraban textos en documentos o libros, realizados sobre pergamino. Usaban colores variados y representaban todo tipo de escenas, tanto bíblicas como de la vida cotidiana.
Pintura sobre tabla: se hacían pequeños retablos o frontales de altar en madera, que se pintaban al temple (los colores se mezclaban con huevo o cola y agua templada).
Pintura mural: decoraba los muros, ábsides y bóvedas de las iglesias y se realizaba con la técnica del fresco (los pigmentos se diluían en agua y se aplicaban sobre el muro húmedo, preparado previamente con una capa gruesa de cal, arena y agua sobre la que se daba otra más fina de polvo de mármol, cal y agua).
Características de la pintura románica
Figuras esquemáticas y planas, en posturas rígidas, con rostro severo.
Los personajes más importantes son de mayor tamaño que el resto (tamaño jerárquico).
No hay paisajes de fondo; este es de un solo color o bandas de colores superpuestas.
El contorno de las figuras se perfila con una gruesa línea negra.
Se pintaban con colores intensos (rojos, azules, amarillos...), aplicados de forma plana, sin volumen.
Temas: se pintaban sobre todo temas religiosos. Destacaban especialmente dos: el Pantocrátor (Cristo como juez, sentado en un trono, bendiciendo con la mano derecha mientras en la izquierda sostiene la Biblia, dentro de una mandorla o almendra mística) y el Tetramorfos (los símbolos de los cuatro evangelistas). Pero también se representaban santos, los Reyes Magos, animales, monstruos…