La escultura románica

La escultura románica

Los edificios románicos se decoraban con esculturas que tenían una función, además de decorativa, didáctica y religiosa: como la mayoría de la población era analfabeta, aprendían los personajes, los relatos bíblicos y temas de la religión a partir de estas imágenes. Por eso se dice que las iglesias románicas eran verdaderas “biblias en piedra”.

Características de la escultura románica

    • Las figuras se adaptan al marco arquitectónico: se alargan, acortan o retuercen para adaptarse al espacio que ocupan en el capitel o tímpano.

    • Las figuras humanas son esquemáticas, aparecen en posturas rígidas (sin movimiento), vestidas con ropajes que ocultan su cuerpo.

    • No muestran sentimientos (sonrisa por ej.).

    • Son desproporcionadas (cabeza, manos y pies grandes respecto al cuerpo).

    • Pero son expresivas gracias a sus ojos grandes.

    • Los personajes más importantes son de mayor tamaño que el resto (tamaño jerárquico).

    • Tanto los relieves como las esculturas exentas se policromaban: se pintaban de colores fuertes.

Tipos de escultura románica

Relieve: figuras esculpidas sobre una superficie plana de piedra que forma parte del edificio (el capitel de una columna, el tímpano o las arquivoltas de una portada...).

Escultura exenta: imágenes talladas sobre un trozo de piedra o madera que se colocaban en el interior de la iglesia para decorarla. Son los Cristos crucificados, las imágenes de la Virgen María con el Niño Jesús, imágenes de santos…

Las portadas de las iglesias concentraban la mayor parte de la decoración escultórica. Se formaban a partir de un arco de medio punto rodeado de arquivoltas o arcos concéntricos que apoyaban en columnillas o jambas. El espacio semicircular entre el arco y el dintel de la puerta se denomina tímpano y ofrecía un amplio espacio plano que se decoraba con relieves. En él se solía representar al Pantocrator o figura de Cristo en majestad (Cristo sentado en un trono, con una mano levantada bendiciendo mientras con la otra sostiene un libro), rodeado del tetramorfos o símbolos de los cuatro evangelistas (un león, San Marcos; un águila, San Juan; un toro, San Lucas; y un ángel, San Mateo) y los veinticuatro ancianos del Apocalipsis. Otra de las escenas más frecuentes es la del Juicio Final, que recuerda con escenas muy vivas los tormentos que esperaban en el infierno a los pecadores. Si la puerta es muy ancha, se colocaba en el medio una columna denominada parteluz, que también se decoraba.

En los capiteles de las columnas de las portadas, del interior de las iglesias o de los claustros de los monasterios se colocaban escenas de la vida de Cristo y también multitud de animales monstruosos, que representaban el pecado y señalaban la fragilidad de los hombres. Aparecen con frecuencia detalles de la vida cotidiana que nos informan sobre la vida en la Edad Media.

En la escultura exenta se representaban fundamentalmente el Cristo crucificado y la Virgen con el Niño Jesús. El Cristo crucificado tiene cuatro clavos (dos en las manos y dos en los pies) y va cubierto con una falda o una túnica que solo deja ver manos y pies, además del rostro impasible, que no muestra sufrimiento. Por su parte la Virgen se representa sentada en un trono, con el niño Jesús sobre sus rodillas, sin ninguna relación entre ambos, que miran al frente. El Niño suele bendecir con una mano mientras con la otra sostiene un libro o una bola que representa el mundo.

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