La revolución del conocimiento

En 1567, el humanista francés Louis Le Roy escribió: Desde hace cien años, no sólo las cosas que antes estaban cubiertas por las tinieblas de la ignorancia se han puesto de manifiesto, sino que también se han conocido otras cosas completamente ignoradas por los antiguos: nuevos mares, leyes, costumbres; nuevas hierbas, árboles, minerales; nuevas invenciones, como la imprenta, la artillería, la aguja imantada para la navegación; se han restituido además las lenguas antiguas.

En efecto, en ese siglo se había producido una novedad radical: la revelación a los europeos de la existencia de nuevos mundos y, como paradójica consecuencia, la revelación de la existencia de un solo mundo. Ese proceso puede contemplarse desde muchos ángulos, uno de los cuales es el de la revolución del conocimiento a partir de una sucesión de hechos concatenados: las exploraciones geográficas, la transferencia de noticias de unos espacios a otros, la difusión de esas noticias por medio de los exploradores, misioneros, mercaderes y hombres de ciencia, que hacen uso de la imprenta para alcanzar a un público mucho más amplio que en cualquier otra etapa de la historia de la humanidad.

En Europa, la curiosidad ha llevado a grandes conquistas que han marchado en el sentido de reemplazar la noción del mundo cerrado medieval por la del universo abierto moderno. Es la obra de los científicos: Copérnico (que fundamenta el heliocentrismo), Vesalio (que ilustra la anatomía del cuerpo humano), Paracelso (que se mueve desde la magia a la alquimia y de ahí a a la química). Es la obra de los humanistas: Pomponazzi (que defiende el racionalismo como fuente del saber), Pico della Mirándola (que defiende la dignidad del hombre), Erasmo (que defiende la libertad del hombre y la validez de sus creaciones). Es la obra de los escritores y los artistas, que definen al hombre como medida de todas las cosas y dan cuenta de la armonía del lenguaje poético, de las perfectas proporciones tanto de los edificios como del cuerpo humano y de la belleza infinita de la naturaleza.     

Grabado de "De humani corporis fabrica" de Vesalio