Y para cuando me di cuenta, estaba yo ahogado dentro de un diminuto vaso de agua. Lo peor es que era consciente de ello y sin embargo era incapaz de salvarme a mi mismo. Seguía dando vueltas en al misma dirección. Siempre pensé que encontraría la estrategia de controlar las cosas y encorralarlas a mi conveniencia, y sin embargo el tiro me ha salido por la culata, estoy sumergido en un juego sin gane, donde yo soy el objeto del juego y no el jugador sabio que dispone de sus fichas. Pero soy tan necio o estúpidamente persistente y embriagadamente esperanzado que aun no puedo borrar de mi mente una última jugada, la paciencia. Y quiero pensar que con algo de tiempo se acomodarán las fichas a mi favor, triste esperanza del perdedor. Como puedo yo creer que el acto pasivo pueda ser mi mejor aliado, mi problemas es mas bien el de ganar otra vez la posición de jugador activo y dejar de ser el acto de peón en el que me encuentro, intente e intento y sin embargo me cuesta trabajo, que puedo hacer?
Habrá que claudicar y dejarlo como un hobbie lateral, ya que de lleno ya perdí. Quizá podré tener un canapé, en caso de que algún día se presente la ocasión de amarla, pero ya no será el platillo exquisito que deseaba yo saborear. Algo de segundo turno, aunque por el momento ese sabor no existe en mi, todo es absoluto y extenso, el deseo de amar se transformará en experiencias casuales de menor importancia, eso, y solo eso, si Dios es justo conmigo, de otra forma sólo habrá sido un desequilibrio infértil de emociones, parte de la vida sin consecuencias afortunadas. Pero mírame, escribo de ella y sigo pensando sin parar, quizá perdiendo mi tiempo, quizá descubriendo lo vulnerable que puedo ser, quizá pagando lo que provoqué en otras personas hacia mí o sólo pagando mi ingenuidad. Un golpe tan duro, una bofetada por burlarme tantas veces de la soledad. Se ha vuelto a mi, y me ha agarrado cuando yo estaba de lo más descuidado. Y sin embargo sería mejor mi vida sin esta extraña e incómoda confusión? Seguramente no, sin embargo sería mucho mejor si esa confusión fuera más corta y aun mejor si esa confusión se hubiese convertido en lo deseado. Nunca se transformó, nunca llegó, y aun sigue ahí. Yo sólo espero pacientemente que desaparezca y desearía se transformase, pero sé donde termina este cuento. Estoy absolutamente consciente de ello y sin embargo sigo lamiendo las más constantes fantasías de mi mente y en todas horas me atacan y recreo situaciones, y recreo conversaciones y todo es una gran ilusión.