CAFÉ Y CALOR
SALIDA SOLIDARIA: Un encuentro con personas sin hogar.
Otra manera de educar en valores.
En estos días fríos de invierno el grupo de alumnos del ACE junto con Paco (durante un tiempo vivió en la calle) y los profesores (Gloria y Jesús) salimos de las paredes del colegio para vivir un año más esta entrañable experiencia.
Esta vez nuestras mochilas no contenían ni libros ni cuadernos, sino termos de leche y café, caldo calentito, Colacao, magdalenas, cruasanes, vasos, cucharillas y azucarillos y cambiamos las aulas por la zona centro de Madrid.
El objetivo era realizar actividad solidaria programada dentro de la asignatura de Valores. Esta consistía en ofrecer café, caldo y/o bollería y sobre todo atención y humanidad a la gente que la soledad y falta de recursos le han llevado a vivir en la calle.
Los profesores del ACE nos sensibilizaron antes de hacer la actividad con el tema, tarea que consideramos imprescindible para entender y no juzgar ciertas realidades y reacciones de la gente sin techo. También nos organizamos marcando unos trayectos; nos dividimos dos grupos para permitir un acercamiento sin intimidar a las personas sin hogar.
En el trayecto: nervios, expectativas, temor al encuentro con lo desconocido y muchas ganas por llegar. En la Plaza de España nos organizamos y repartimos lo que llevábamos así como la responsabilidad de cada uno: reparto de algo caliente, reparto de bollería, saludo y acercamiento…
Llegó el momento del encuentro, frente al Hotel Ritz. La pobreza y el desamparo existen frente a tanto lujo y, ahí se encontraba Jesús, muy agradecido por nuestra presencia y contándonos sus saberes históricos y culturales de forma atropellada muy emocionado y contento, aunque omitiendo y sin querer hablar de cómo llegó a quedarse solo en las calles.
En Gran Vía, Ricardo nos contó que llevaba varios años viviendo en la calle y lo curioso es que era de Colombia, el mismo país de uno de nuestros profes, veía a sus hijos y nietos una vez al año pero no quería su caridad de acogerlo (al menos eso nos contó). Entabló una conversación con mi profe algo extensa, se notaba la tristeza, desolación, nos despedimos para seguir nuestro camino.
Entre otras muchas personas, destacar a Paulina, una señora muy agradable que en los próximos días hacia sus 78 años. A pesar del frio y la situación que nos contaba que había y estaba viviendo se notaba una agradable sonrisa, nos pidió un poco de caldo y un café para pasar también la tarde.
En la plaza Benavente, donde nos encontramos bastantes personas a las que apetecía un poco de café para el frío y algo de charla, uno de ellos bastante joven, de origen portugués y una pronunciación torpe. Sus ropas estaban sucias, su cara ennegrecida por el tiempo a la intemperie, sin embargo, Manuel nos transmitió mucha paz. Nos hizo reflexionar sobre lo dura que puede ser la vida.
En los soportales y callejuelas de la Plaza Mayor, nos sorprendió cuánta gente se esconde en estos recovecos y la amabilidad y alegría que suponía nuestra atención a este colectivo. Ahí ya no nos quedaba casi café, ni caldo y nos entristeció no haber llevado más cantidad para seguir atendiendo a todo el que lo necesitara.
Al final hicimos una evaluación de la experiencia y nos dimos cuenta de que habíamos invitado a varias personas a café y de cada una de ellas habíamos aprendido algo de su historia de vida.
Esta es la opinión de algunos de nosotros:
“Me he sentido muy bien ayudando a la gente de la calle, es una experiencia muy buena, me gustaría volver a hacerlo” (Nicolas).
“Yo también me he sentido muy bien, te acogen y se comunican contigo. Me sentí a gusto escuchando lo que les había pasado en la vida” (Sabi).
“Me pareció muy bien la actividad, me gustaría repetirla, me llamó mucho la atención escuchar a personas que saben muchas cosas interesantes, con esta actividad uno aprende a ver la realidad y a valorar lo poco o mucho que tenemos”( Yamila).
“Me sentí especial porque no hay mucha gente que haga este tipo de actividad, también me sentí bien porque siempre me ha gustado poder ayudar a las personas. Me llamó la atención ver a gente que está en malas condiciones. Experiencias como ésta hacen que el mundo sea un poco mejor. Se siente uno bien” (Hanan).
La actividad fue inolvidable para todos, por el nivel de humanidad, implicación de los que realizamos la actividad y conocimiento de realidades que sólo pueden entenderse con la experiencia. En general todas las personas que nos encontramos, agradecieron nuestra atención y compañía, una frase se repetía: “Este tipo de actividades deberían hacerse siempre en los colegios, muchas gracias”.
La solidaridad enriquece a todos los que participan de ella, independientemente de quien la inicie, nos ayuda a ser mejor personas y a valorar nuestra capacidad para colaborar con el prójimo; tener empatía y entender diferentes realidades.
Alumnos del ACE