SOBRE EL SACRAMENTO DEL BAUTISMO
El DÍA en que se realiza los bautismos es:
-sábado 11am
*para celebrarlo en domingo, o entre semana, checar directamente disponibilidad en la oficina parroquial, en dicho caso hay requisitos extras.
Niño o niña a bautizar:
*Acta de nacimiento (original y copia)
(niño o niña menor de 4 años)
Padrinos (que sean mayores de edad):
*o Casados por la Iglesia católica:
INE (copia).
*o Solteros:
INE (copia)
Los requisitos básicos para ser padrinos son:
que sea escogido por los papás,
que tenga al menos 16 años,
esté confirmado
y haya recibido la primera comunión
y lleve una vida congruente con la fe
y con la misión de ser padrino.
Además, no puede ser padrino quien esté afectado por una pena canónica o el papá o la mamá del bautizado.
$700.00, puede ser en efectivo, transferencia o depósito
NOTA: En caso de cancelación, cambio de fecha u hora, no se regresa el anticipo,
el importe se tomará como aportación de fieles.
DATOS PARA TRANSFERECIA O DEPÓSITO
Banorte
DEPÓSITOS: Cuenta 0237469032
TRANSFERENCIAS: Clabe: 072 580 0023 7469 0320
RFC: PSR 040608683
Parroquia Santa Rosa de Lima en Apodaca
Mail: santarosa.apo@arquidiocesismty.org
Elegir una de las dos opciones:
1a. Opción
(válida en esta parroquia):
Durante la celebración del sacramento se explicará el rito del Bautismo
(aportación voluntaria, el día del bautismo, depositar un sobre en los canastos de la iglesia).
2da. Opción
(válida en esta parroquia y toda la arquidiócesis)
Cursos pastorales de la Arquidiócesis de Monterrey
https://www.mayahii.com/arquidiocesismty
**tiempo óptimo para realizarlo: 1 hora.
(cooperación del curso: $100 pesos)
Aquí encontrarán la
CELEBRACIÓN DEL SACRAMENTO DEL BAUTISMO.
La administración del sacramento será de 20 min. aprox.
https://sites.google.com/iglesiademonterrey.com/ritodelbautismomx/página-principal
ATENCIÓN A FIELES
(llamada o presencial)
Horario
Lunes 9:30 am a 1:30 pm
Miércoles 9:30 am a 1:30 pm
Jueves 9:30 am a 1:00 pm y
3:00 pm a 8:00 pm
Viernes 9:30 am a 1:00 pm y
3:00 pm a 8:00 pm
Sábado 9:30 am a 1:30 pm
...para más informes, por favor comunicarse al teléfono de la oficina parroquial:
81 44746441
Mail: santarosa.apo@arquidiocesismty.org
BENDICIONES.
"La vida es una celebración, ¡vamos a vivirla juntos!"
Schmemann
Para meditar sobre este sacramento:
Dr. ALEXANDER SCHMEMANN, (1973), Dean and Professor of Liturgical Theology at St. Vladimir's Orthodox Seminary
Cfr. El Bautismo. Ensayo de teología litúrgica sobre el sacramento del Agua y del Espíritu.
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El Bautismo
como sacramento de regeneración,
como recreación,
como Pascua personal y Pentecostés singular del ser humano,
como integración en el “laos”, esto es, en el
pueblo de Dios,
como «paso» de la antigua vida
a una existencia nueva y,
finalmente,
como la Epifanía del reino de Dios:
todos estos significados hacían del Bautismo algo tan central y tan esencial para la piedad y la vivencia de los primeros cristianos.
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«Vuélvete hacia Oriente,
baja las manos,
permanece en reverencia»
(palabras dirigidas por el obispo
a los catecúmenos que iban a recibir el
Bautismo en el antiguo rito bautismal
de la Iglesia de Constantinopla)
«¿te unes a Cristo?
y el catecúmeno, o su padrino por él, respondía:
-Me uno.
¿te unes a Cristo?
-Me uno.
¿te unes a Cristo?
-Me uno»
La palabra griega “unir” aquí significa “adherir” “vincular”. Es una profesión de adhesión personal a Cristo, de enrolamiento en las filas de los que sirven a Cristo, un juramento semejante al que prestan los soldados.
«¿te has unido a Cristo?
-Me he unido.
¿crees en Él?
-como rey y Dios»
Pertenecemos a este rey, pertenecemos a ese reino aquí y ahora, de él somos ciudadanos y a él servimos antes que a cualquiera de los demás “reinos”. Nuestra pertenencia, nuestra lealtad a cualquier cosa de “este mundo” -sea estado, nación, familia, cultura o cualquier otro “valor”- sólo es válida en la medida en que no contradiga o mutile nuestra lealtad y “sintaxis” primarias al reino de Cristo. A la luz de ese reino ninguna otra lealtad es absoluta, ninguna puede reclamar nuestra obediencia incondicional, ninguna es el “señor” de nuestra vida. Recordar esto resulta especialmente importante ahora, cuando no solo el “mundo” sino incluso los propios cristianos absolutizan con tanta frecuencia los valores terrenales -nacionales, éticos, políticos o culturales- convirtiéndolos en el criterio de su fe cristiana, en lugar de subordinarlos al único juramento absoluto: el que hicieron el día de su bautismo, de su “inscripción” en las filas de aquellos para quienes Cristo es el único rey y Señor.
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“En el pasado, ya lo sabemos, no solo el candidato, sino la Iglesia entera se preparaba para el BAUTISMO. Porque sabía que, al acoger en sí a un nuevo integrante, asumía la responsabilidad de su VIDA ETERNA.
Ahora estamos preparados: Y el sacerdote, de pie ante el agua como si estuviera frente a todo el cosmos el día de la creación -como el primer hombre abriendo los ojos a la gloria de Dios y contemplando todo lo que Dios ha hecho en Cristo para nuestra redención y salvación-, proclama:
«Grande eres Señor,
y maravillosas son tus obras,
y !No hay palabra que baste para cantar tus maravillas!»
Esta de bendición y santificación del agua puede calificarse de plegaria eucarística, es decir, es un acto solemne de alabanza y de acción de gracias”.
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Es la fe de la Iglesia -o, mejor dicho-,
es la Iglesia como «fe y vida de Cristo»
la que hace posible y real el bautismo
como nuestra participación
en la muerte de Cristo,
como nuestra participación
en su resurrección.
Así pues, es de la fe de la Iglesia de la que «depende» el bautismo;
es la fe de la Iglesia la que lo -conoce- y lo -desea-.
Todo esto es evidente en la práctica bautismal tradicional de la Iglesia.
Por una parte, no solo admite al bautismo
a los niños recién nacidos
(es decir, a los que no pueden tener
«fe personal»),
sino que de hecho pide que sean bautizados.
Por otra parte, sin embargo,
no bautiza a todos los niños,
sino solo a los que -ya- le “pertenecen”
por medio de los padres
o de padrinos responsables,
es decir, a los que se presentan al bautismo -desde dentro- de la comunidad de fe.
Que la Iglesia considera
que esos niños le “pertenecen”
lo demuestra el rito de la acogida,
que, bien entendido,
se aplica precisamente
a los hijos no bautizados de padres cristianos.
Pero no «robaría» hijos a padres no cristianos; no los bautizaría «a espaldas de sus padres» sin, al menos, el -acuerdo explícito-
de quienes tienen la posibilidad real
de mantenerlos y educarlos dentro de la Iglesia.
Aunque se otorga a una persona,
el bautismo tiene a la Iglesia
como su realidad y cumplimiento.
Por tanto, solo bautiza a aquellos
cuya “pertenencia” a ella es explícita
y puede comprobarse:
en el caso del catecúmeno,
es la «fe personal» y su confesión;
en el caso de los niños,
es la promesa
y la confesión de los miembros de la Iglesia -padres o padrinos-,
que tienen el poder de ofrecer a su hijo a Dios
y ser responsables de su crecimiento
en la «novedad de la vida».
Este es el «sacramento»:
el don de la muerte y resurrección de Cristo
a cada uno de nosotros,
el don que es la gracia bautismal.
Es el don,
la gracia de nuestra participación
en un acontecimiento que,
por haber tenido lugar por nosotros
y por ser nuestra salvación,
estaba destinado a cada uno de nosotros,
era totalmente y desde el principio
un don que puede y debe ser recibido, aceptado, amado y apropiado
por cada uno de nosotros.
En el bautismo,
la muerte y la resurrección de Cristo
se realizan verdaderamente
como su muerte por “mi”,
su resurrección por “mí”,
y por tanto
“mi“ muerte en Cristo
y “mi” resurrección en él.
"La única verdadera caída del ser humano es su vida noeucarística en un mundo noeucarístico."
Alexander Schmemann