“La Cuaresma es un tiempo privilegiado
que nos prepara a la vivencia de la Pascua”
Muchas veces pensamos y actuamos como si la Cuaresma fuera un tiempo de preparación para la Semana Santa y casi todo tiende a prepararnos para esos días: Ejercicios Espirituales, penitencias, via crucis, ayunos, ramos, agua bendita, monumento, etc. Pero la Cuaresma tiene un sentido más amplio, hasta me atrevería a decir “espejeado” con la Pascua.
Es decir, al pensar en “Cuaresma” debo pensar mejor dicho en “Pascua”. Sí, primero tengo que planear la Pascua, sí, los cincuenta días que la conforman y no solo en la Semana Santa o en el Triduo Pascual, que sin restarles su basilar importancia… ya no necesitan de tanta promoción. En cambio, la cincuentena pascual sufre de una notoria apatía tanto celebrativa como vivencial.
En el marco de nuestro plan anual “La Parroquia Renovada” conviene que pensemos y reflexionemos qué tipo de Pascua queremos vivir y testimoniar:
1. La Pascua es el tiempo litúrgico que la Iglesia nos ofrece para presentar a la humanidad una ventana de lo que es la vida en el cielo.
a) La Pascua está formada por 50 días (7 semanas + 1 día: 7x7= 49+1= 50) y (7+1= 8) lo que quiere decir que 50 y 8 significan lo mismo, es decir, la vida eterna (de hecho el “8” acostado es la representación de lo infinito).
b) Los cincuenta días de fiesta (que deben festejarse como si fuera un solo día) se abren, como toda celebración litúrgica en tres dimensiones: la histórica, la presente y la escatológica (fin del mundo).
c) Históricamente trae a nuestra memoria la resurrección de Cristo, sus últimas recomendaciones a sus apóstoles y discípulos, el envío universal, su gloriosa ascensión, la venida del Espíritu Santo y, la inauguración del ministerio apostólico en la Iglesia.
d) Para el presente debe iluminar nuestra concreta realidad reflejada en el espejo de lo que Dios nos tiene prometido como vida eterna, como la salvación definitiva, como la consolidación de Reino Universal del Cristo, como la victoria definitiva sobre el pecado y la muerte y, por supuesto la resurrección de los muertos. Debe no solo iluminar esta realidad (PASTORAL CATEQUÉTICA) sino además testificarla como auténtica (PASTORAL SOCIAL) de tal modo, que año tras año, hasta que el Señor regrese, estas realidades se vuelven cada vez más claras y evidentes pues van purificando y cambiando este mundo en aquel que un día, por la gracia de Dios, esperamos alcanzar.
e) Así al considerar y contemplar esta visión-realidad de la vida eterna, la Iglesia en fuerza del Espíritu Santo, va tensionando la vida de los hombres y mujeres, de las culturas e instituciones hacia esa vida eterna hasta que la segunda venida de Cristo sea una realidad.
2. La Asamblea Eclesial Diocesana haciéndose eco de la Exhortación Post-sinodal: Evangelii Gaudium: quiere que nuestra iglesia diocesana se una IGLESIA DE PUERTAS ABIERTAS Y EN SALIDA. Una iglesia de destierre el desinterés, que se sensibilice, que sea más amable, más atenta a las necesidades y sufrimientos de sus hermanos.
Que las parroquias sean verdaderas comunidades que superen el espiral egoísta de sus propias necesidades y se abra a las necesidades de las parroquias menos favorecidas o en inicial desarrollo.
Finalmente, recordar que la celebración de la imposición de la ceniza, en este tiempo, la debemos considerar más como un signo positivo: acelerar en nosotros el crecimiento de la gracia. De la misma manera que los antiguos pastores quemaban los pastizales secos a fin de provocar, incentivar el retoño de los pastos, pues al quemar la hierba seca que impedía que la luz del sol calentara la tierra, los nuevos brotes tardaban en aparecer, en cambio, sin nada que impida a los rayos del sol calentar la tierra, la raíz de las pastas estimula el crecimiento de los brotes… así nuestro Miércoles de Ceniza, si bien todos somos pecadores, no es el afán de la Iglesia de estarlo recordando lastimosamente todos los años, más bien, suscitar en nosotros esa “prisa” de que brote en nosotros con mayor fuerza, la gracia de Dios.
Finalmente recuerden que debido a la Pandemia, la Congregación para el Culto emitió un instructivo donde nos pide que de manera general digamos a la Asamblea: “Arrepiéntete y cree en el evangelio” o “Acuérdate que eres polvo y al polvo has de volver” y que la ceniza se impone sobre la cabeza (no la frente) sin decir nada.
P. Jorge Rodríguez Moya
Secretario
SAPAL