La riera de Rubí
Esta historia que os contaré transcurrió hace ya varios y fue la que dio origen a la emblemática riera de un pueblo a las afueras de Barcelona.
I
- ¿Escuchaste la noticia sobre la joven de los Obregón? Resulta que cayó enferma hace unas semanas y desde entonces no se le ha visto fuera de sus aposentos. Pobre alma en pena, espero que Dios la ampare y salve de tal terrible enfermedad. Los Obregón deben encontrarse desolados, pues no es ningún secreto que Alicia era su primogénita favorita ¡Y razones tenían para ello! Nunca se había visto en esta villa tal belleza e inteligencia guardadas dentro de un mismo cuerpo, es sin duda el orgullo de su familia.
- Pobres, qué desdicha. Oí de la esposa del doctor que sufre Alicia una muy rara afección, la cual hace que no pueda estar en contacto con la luz del Sol.
Según me contó, cuando la vio estaba toda quemada y llena de ampollas, y tanto era su dolor, que en los alrededores de la casa se escuchaban sus llantos y gritos, debido al dolor que le propiciaba que le cambiaran las ropas.
Que desgracia tan grande ha caído encima de una pobre niña, se estremece mi corazón solo de pensar que tal cosa le pasara a mi Beatriz…
- iNi lo menciones! Imagínate tener que ver a tu hija así… Dios, que lamento…
El único momento en el que puede salir al exterior es de noche, el resto del tiempo debe estar encerrada, espero Dios tenga misericordia de ella y cure pronto su dolencia.
II
La noche había comenzado a caer y junto a ella, los amarillos rosas y rojos del ocaso habían desaparecido, para dejar así paso a la oscura negritud. Desde la balconada, se divisaban las siluetas del bosque, alumbradas por la tenue luz de la luna, que bañaba de tonos grises todo el prado.
Viendo ya la Luna, decidió Alicia, que era momento de salir de su encierro. Cogió pues un pequeño farol y decidió adentrarse al bosque, al igual que hacia casi cada noche.
Una vez allí comenzó a escuchar un misterioso canto, era como si miles de gotas estuvieran cayendo, formando así una melodía. Comenzó a seguir la misteriosa voz adentrándose cada vez más en el bosque, hasta entrar en un páramo hasta ahora desconocido. Dentro del bosque se había formado una pequeña llanura, en el centro de la cual se hallaba un gran y viejo árbol, rodeado de cientos de luciérnagas, que hacían parecer que las mismas estrellas hubieran bajado a darle la bienvenida.
Pasando por el lado del árbol cruzaba un pequeño riachuelo, en el que se hallaba el origen del canto.
Desconcertada sobre que tan cierto era lo que estaba viendo, Alicia se acercó con cuidado, para tratar así de ver más claramente aquella misteriosa criatura. Se trataba de una hermosa muchacha, cuyo pelo parecía fundirse con el agua y que levaba el cuerpo envuelto por una tela de semejanza a la propia Luna, la cual parecía fuera a desvanecerse en cualquier instante.
En un intento de acercarse aún más, Alicia llamó la atención del ser, el cual dejó de cantar y miró con miedo y curiosidad hacia la joven. Temerosa tras ver tal criatura de la que nunca había escuchado hablar, Alicia volvió hacia su hogar.
III
Estos encuentros casuales fueron repitiéndose cada vez más continuamente y Alicia quedó enamorada de la criatura.
- María, ¿puedo hacerle una pregunta?
- Claro, señorita Obregón, como desee.
- Verá, si los seres mitológicos como ninfas existieran,¿sabe usted por qué razón no saldrían de un mismo sitio, un río, por ejemplo?
- Bueno, señorita, la verdad no sé mucho sobre este tema en cuestión, pero quizás no puede dejar su casa, al igual que usted.
Las noches en que Alicia se escapaba al bosque siguieron pasando, hasta que una sequía acechó al pueblo. Entonces, al volver Alicia, vio a la ninfa tirada en el suelo, con la tez apagada y la mirada ida, sin un río en el que jugar.
Llena de dolor, trató toda la noche de mantener al ser con vida, pero al salir los primeros rayos del alba, este yacía muerto en sus brazos. Quedándose así, Alicia comenzó a llorar desconsoladamente, viendo que lo único que daba una alegría a su vida se había desvanecido, y quedase así por días, llegando al final a un punto en que no podría nunca saberse si lloraba por el dolor de la muerte de su enamorada o por el dolor que su enfermo cuerpo le propiciaba tras estar dando al Sol.
Y tanto fue que lloró, que el pequeño riachuelo cogió cada vez más fuerza, hasta convertirse en una gran riera, en la que la ninfa pudiera vivir. Pero esto fue en vano, puesto que tanto el ser como Alicia murieron, dejando en el valle ecos de gritos de dolor.