El primer viernes de mayo, fundamentalmente las mujeres de Lebrija reunidas por calles o barrios, comienzan a sacar sus mejores mantones y colchas, entre ellas las “morunas” (Compradas en Ceuta), las macetas mejor engalanadas con claveles reventones y, sobre todo, los “metales”: toda la cacharrería tradicional de cobre y dorada, que solía utilizarse en la vida cotidiana, pero que en la actualidad suele reservarse exclusivamente para esta ocasión siendo los más frecuentes los almireces, velones, sartenes, ollas, platos, etc. Con todo esto ya preparado, se disponen a “vestir la cruz”, símbolo central de la fiesta.
Montaje de la cruz
El primer paso es forrar la cruz con flores hechas de papel de colores que han confeccionado, igualmente, las mujeres y que utilizarán también para las cadenetas que adornarán las calles. Bajo la hornacina se coloca una escalera ancha y de madera, que cubierta con una tela de color rojo o burdeos, hace las veces de pedestal. Una vez colocada dicha escalera, cada uno de sus peldaños se decora con los diferentes metales y macetas cubriéndose los laterales con los mantones y colchas.
Delimitando el espacio ritual, se colocan varios cubos de latón a modo de maceteros, que contienen en su interior grandes hojas de palmeras plantadas en tierra y que situadas a ambos lados de la calle, simulan un arco de entrada. Y en la parte superior, a modo de cubierta y de lado a lado de la calle, las cadenetas de flores de colores. Otra pieza fundamental del decorado, es el tablao, donde las cruceras no pararán de bailar las tradicionales sevillanas corraleras, siendo estas el modo de expresión tradicionalmente asociado a la festividad de las cruces de Lebrija y por tanto a sus mujeres, quienes son las indiscutibles protagonistas de la fiesta.
Tradiciones en las cruces
Junto al cante y al baile, la gastronomía ocupa un destacado lugar con platos tradicionales como las habas corchas, los caracoles blanquillos y las tortas con aceite y sal. En los últimos años, la celebración de las cruces, se ha extendido también al interior de locales y patios, tal es el caso de las hermandades y peñas.
CORRALERAS
Lebrija ha conseguido adaptar las seguidillas sevillanas a su forma de entender su fiesta más tradicional, con un ritmo vivo y alegre, unas letras jocosas y festivas, y un acompañamiento de instrumentos tan tradicionales como panderetas o almireces además de las características palmas.
Entre las sevillanas corraleras, la más conocida quizás sea la de "Dijo la liebre", tanto por su letra laberíntica como por su endiablado ritmo, que nos da una idea perfecta de la originalidad de estas sevillanas corraleras frente a las cansinas sevillanas comerciales. A pesar de una pequeña deficiencia, la escucha de esta joya de la música y del ritmo merece la pena. Como en otras entradas, compenso la falta de imágenes con la letra de la canción, para que pueda ser seguida sin volverse loco.
En el S. XIX, empezó la feria de Sevilla, en sus inicios fue una feria de ganado. Lo importantes de esta es que sentó un precedente.
En 1854, se dieron en Lebrija una serie de acontecimientos que marcaron su historia reciente; hubo una gran sequía, y un gran brote de cólera que golpearon duramente a la población. A partir de este año, el Ayuntamiento, junto con una serie de personalidades del mundo agrícola, pensó la posibilidad de realizar una feria de ganado en el mes de septiembre. Esta idea, se materializó ese mismo año, y en el mes de septiembre se organizó un mercado de ganado, con la intención de potenciar la economía lebrijana, y copiar lo que se había hecho unos años antes en Sevilla. Esta feria, que empezó siendo de ganado, no se sabe bien por qué, empezó a crecer y a incorporar otros campos fuera de la agricultura. Así, empezó la venta de turrones y pequeñas artesanías en nuestras fiestas.
Como dato curioso, se puede recuperar de la historiografía, la gran afluencia de prostitutas que llegaron a Lebrija con motivo de la feria, lo que hizo que junto a las quejas ciudadanas, la iglesia tomara cartas en el asunto. En 1855, la propia iglesia, intentó eliminar esta fiesta, por la concentración de prostitutas. Afortunadamente, esto se superó y quedó en una simple anécdota.
La feria, siguió con la venta de ganado, y poco a poco se fueron incorporando muchos más artículos. Este primer germen de la feria actual, duraba dos o tres días, se hacía en el centro del pueblo, en la Calle Arcos, Tetuán, etc.
En los años 30 y 40, se reubicó y se celebró en la zona en la que se encuentra ahora. El nuevo recinto, que era campo, se fue condicionando poco a poco a medida que iba creciendo el pueblo; y también, por supuesto, la feria.
Desde su inicio, esta fiesta ha sido una labor del Ayuntamiento, al principio contó mucho con personalidades que estaban interesadas en la celebración de este mercado de ganado, pero más tarde, y ya hasta nuestros días ha sido el Ayuntamiento el encargado de la organización y el control de esta festividad, tan importante en el pueblo de Lebrija.
Durante un periodo de tiempo, coincidía la feria de septiembre, con la festividad de octubre. Esta última, fue durante muchas décadas más importante que la de septiembre, pero hace unos 40 años, la fiesta de octubre fue declinando por una serie de factores y creciendo la actual. Hace unos 30 años, esta festividad de octubre desapareció.
En cuanto a la religión, el punto religioso de esta fiesta estuvo siempre presente. Aún así, adopta un marcado acento religioso cuando se hace coincidir con la festividad de la Virgen del Castillo, patrona de Lebrija, consagrándose así, las fiestas en honor de la Patrona de la ciudad.